Josep Tarradellas estaba en el exilio en Francia mientras
sus paisanos vitoreaban a Franco en Cataluña. Le agradecían el
orden y que hubiera puesto fin a la locura de comunistas matando a socialistas,
anarquistas y todos estos asesinando a todos los demás. También ayudaba el
hecho de que el dictador obligase a financiar las industrias vascas y
catalanas. Además, impuestos, lo que se dice impuestos, se pagaban muy pocos. En
términos económicos, el gallego fue la mejor cosa que les ocurrió a los
catalanes.
Otro punto
interesante es que la enseñanza vehicular era en español, y el catalán estaba
vetado en las aulas. En la Cataluña norte, que es como los nacionalistas
llaman al Rosellón y condados próximos, la enseñanza tampoco es en
catalán sino en la lengua del republicano Robespierre, Pero ni antes, ni
ahora. Sin embargo, la producción literaria en catalán era amplia en España durante
el régimen del General Franco, y ahí están los libros y los premios concedidos
para demostrarlo.
Otra falacia
es que el español no tiene futuro en Cataluña porque las autoridades
regionales no permiten la enseñanza en la lengua común de todos los españoles-
un dato científicamente probado- pero un análisis detenido de los datos arroja
una conclusión ciertamente preocupante: el catalán se está muriendo. De
hecho, sólo el 32,4 por ciento lo usa a diario. Ya sabíamos que imponer una
lengua disminuye su número de hablantes.
Tampoco ha
ayudado la inmigración por la que ha apostado la Generalitat. Esta
población prefiere expresarse en español fuera de las aulas y las imposiciones.
Incluso en Gerona se usa cada vez menos. Tampoco pinta bien el mercado
audiovisual cuando todas las grandes series y películas tienen tantos problemas
para ser dobladas al catalán. Sencillamente no interesa económicamente a las
grandes plataformas.
Yo todo esto
lo escribo con pena porque tengo una gran querencia por el catalán, pero no he
de callar ante los desvaríos y locuras de su clase política que, lejos de ser
la mejor de las embajadoras de la lengua, la usa como si fuera un martillo para
atizar a todo aquello que huele a español. Son los mismos que piensan que Cataluña
es respetada en el extranjero cuando, de veras, tiene el mismo peso
político que la Región de Murcia.
Las lenguas
se usan o no se usan, y si no se usan se mueren. No depende de mí. Yo sólo
disfruto de ellas. No me siento menos español por disfrutar de parte de mi vida
en la otra lengua, ni me considero menos que nadie. Yo, sencillamente, amo al
catalán casi tanto como al español. Puede que todo responda a que nunca me gustaron
los separadores ni los separatistas cuyas actitudes que son el choque de dos constelaciones
solares, de dos universos, o simplemente el desencuentro de personas que lo
tienen todo en común: incluidas las lenguas.
¡Desmontando
falacias!
Sergio Calle
Llorens
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