No creo
equivocarme al afirmar que de la Torre es, pese a sus fragrantes errores, el
mejor político que ha tenido Málaga desde Cánovas del Castillo. Un hombre
incansable en la defensa de los intereses de su ciudad. Un político que ha
sabido doblarle la mano a la Junta de Andalucía. Un regidor capaz de
revolucionar la Capital de la Costa del Sol con una política turística y
museística sin parangón. Un maestro de la letra pequeña que ha llevado a esta tierra
a tirar del carro de la provincia que más aporta a la terrible taifa andaluza.
Y como buen malagueño ha sido capaz de enfrentarse a su propio partido cuando
éste, con mala saña, ha puesto piedras en el desarrollo de la urbe
mediterránea. Nada que ver, por tanto, con el sumiso Aparicio que destrozó todo
aquello que tocó y que calló siempre. Málaga debería hacerle a Don F Francisco
una estatua y colocarla en calle Larios.
Hombre
elegante y laborioso ha sido capaz de traer a Málaga un Carmen Thyssen y un
Centro Pompidou y, de paso, humillar al inepto de Zoido al que siempre se le ha
ido la fuerza por la boca. Y como el sevillano iba de derrota en derrota,
afirmaba que Málaga no era una gran ciudad sino una ciudad grande. Desconocía
el gurrumino que hay otra forma de trabajar alejada de sus límites mentales. Ayer mismo conocíamos que la
provincia de Málaga es la tercera de España en la que más de gastan los
turistas tras Barcelona y Baleares, el nuevo alcalde de Sevilla daba una
entrevista en la que apostaba por el eje Sevilla- Málaga. Es increíble ver
ahora al señor Espada llamando a la puerta a ver si le llueven cruceristas y
algunos turistas más. Es significativo que quiera aprovechar el trabajo de
otros para sacar pecho ante los suyos. Tal vez, digo tal vez, el señor Espadas podría
comenzar a trabajar de una puñetera vez en este cuento en el que él es la
cigarra y de la Torre la hormiga.
Huelga decir
que Espada quiere nuestra cena, la merienda y, si es posible el desayuno
malagueño, sin renunciar a la lluvia de millones que supone la ley de
capitalidad de Andalucía. En esto, voy a recuperar una frase impagable del
alcalde malagueño; “Málaga hizo un mal negocio uniéndose a Andalucía. Nos
habría ido mejor solos”. Y no crean que esa opinión es minoritaria. El socialista sigue sin entender que muchos
queremos que todos los españoles seamos iguales ante la ley y no aceptamos
hechos diferenciales basadas en una ley de capitalidad absurda
De la torre
es un miura ya sea negociando con Juan Cassa o con el desnortado Espadas y,
aunque ya va de retirada, demuestra una inteligencia de la que los otros
carecen. En realidad, me recuerda a un jugador de cartas con las cartas
marcadas por trabajo, constancia y prudencia. Un Ferrari que tuvo a todos los mecánicos de la
escudería en contra pero que ganó todas las carreras. Un caballero que sabe que
el eje que le interesa a Málaga es el mediterráneo y no el andaluz. Lo dicho;
una estatua a de la Torre y que sea pronto.
Coda; Señor Espadas, llevamos más de 30 años tirando del carro y ustedes le iban quitando las ruedas. No queremos pertenecer al eje del mal.
Sergio Calle
Llorens
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