De pequeño soñaba con poder leer la mente de los
demás. Y entonces, unos tipos crearon Facebook y convirtieron mi deseo en una
realidad. Al principio entré en esa red social para comprobar si mis ex novias
tenían celulitis. Una vez satisfecha mi malsana curiosidad, el sueño se
convirtió en una auténtica pesadilla. Ocurrencias, fotos, comentarios copiados
de otros, reflexiones sesudas sobre la política o la economía y, miles de polémicas
a cual más absurda. Una vez, incluso, una antigua amiga se enfadó muchísimo
conmigo porque propuse como medida contra la crisis ducharnos junto a las
vecinas. Si al menos hubiera esperado a la segunda en la que apostaba por
prohibir los tacones entre el sexo femenino, para que no subiera el conejo: - “Sergio,
qué irresponsable eres. No te tomas nada en serio. Eres un radical” y otras
paparruchas por el estilo.
Si estar siempre en compañía con mis pensamientos ya es
suficientemente duro, estar en la cabeza de los otros, me resultaba ciertamente
insoportable. Además, el tiempo que usaba en las redes sociales me lo quitaba a
la lectura. Y entre Pla, Quevedo y los meapilas del Facebook, pues ya imaginan
sus señorías con quien me quedé. Desde que me di de baja en el Libro de las
Caras, el cielo brilla más y los atardeceres rojos del mediterráneo saben
mejor. Lo mejor de todo es que el mundo ha seguido girando y nadie me ha echado
de menos. Yo diría que la noticia de mi baja en esa red social ha tenido el
mismo impacto que la muerte de una hormiga en el patio de un colegio.
Pasará el tiempo y esos antiguos amigos tratarán de
demostrar lo felices y maravillosos que son. Tal vez, no lo descarten,
continuarán con sus cruzadas personales para que todo bicho viviente piense
exactamente como ellos. Pues no hay nada peor que esa gente que establece que
la inteligencia es esa cualidad intelectual que se atribuye a los que comparten
pensamiento. Estoy convencido de que por muchos años que pasen, seguirán igual.
Sin dudas, sin cuestionarse ni siquiera una única vez. De la misma manera que
la derecha española sigue en 1956, la izquierda en 1936 y los nacionalistas
catalanes en 1714, los amigos del Facebook vivirán siempre en el mundo virtual de la
amistad mientras unos tipos se hacen ricos a su costa.
Creo que abandonar Facebook ha sido una elección sabia que,
en cierta medida, responde a mi deseo de desaparecer sin hacer demasiado ruido.
Y cuando estoy presente, trato de que esa presencia se haga casi imperceptible.
No me verán hablando en voz alta, ni con un móvil en la mano mientras
intercambio unas frases. Estar sin ser visto para apreciar el silencio del
universo.
Sergio Calle Llorens
Tu blog es un gran blog. Tu escritura es peculiar y llega al alma. Escribes con las entrañas y gustas por como escribes o por como se te intuye. Nada que ver con los otros blogs que se leen por ahí. Un acierto haber pasado por aquí.
ResponderEliminarBelén