Andalucía está alejada de una auténtica actitud científica. Está
encerrada en el dogmatismo del socialismo y en las miserias que reparte. Si el
latrocinio institucionalizado es su primer mandamiento, el segundo es la
aceptación de que otro mundo mejor es imposible.
El andaluz ni siquiera es capaz de soñarlo. Tal ha sido el
control ejercido por la Junta
que se dan mentiras como verdades y, a la inversa. La sanidad es un caos con el
cierre de plantas y retiradas de camas pero, si Canal Sur dice que no hay
recortes, pues no hay recortes. Y punto.
A pesar de ser los primeros de todo lo malo, y lo último de
todo lo bueno, continúan con la fanfarronería de presentar a la comunidad como
un ejemplo de virtudes. Sin embargo, fuera de la propaganda oficial, Susana Díaz
es una indigente intelectual y la única causa por la que aprendió español,
radica en el deseo de torturar a millones de personas en todo el mundo. De
haber nacido con buen corazón, digo yo, habría aprendido esloveno.
.De todos los escándalos acontecidos en la República Bananera
de Andalucía, la secta del capullo reacciona siempre de forma rauda. En el caso
Chaves, sentaron a los periodistas del Diario El Mundo por demostrar que todo
era cierto. Eran los tiempos en los que la izquierda llamaba el inmundo al
diario y, hoy, lo inmundo es no leerlo. En el caso de Mercasevilla, llegaron a
quemar los archivos. Ahora, en cambio, borran discos duros demostrando que
tienen el rostro de hormigón armado; durísimo.
En cuanto a los informes oficiales sobre el liderazgo
andaluz sobre el paro, abandono escolar, desempleo juvenil, pobreza, incultura
etcetéra, siempre les quedará Franco, aunque dentro de muy poco llevarán más
años gobernando que él. Así que se quedarán sin argumentos.
Andalucía está afectada por el mal original de aceptar
chorizo como comida regional y, al pulpo socialista como animal de compañía. El
resultado es un guirigay pavoroso donde nada funciona y cualquier tonto de capirote crea tendencia,
porque el debate, lo que se dice debate, aquí no hay mucho.
Lo único claro es que se ha vuelto a demostrar que nadie en
su sano juicio querría estar bajo el yugo de la Junta de Andalucía. Creo
como decía un gran hombre, que política de gritos y anuncios oficiales, política
muerta. Y como la Junta de Andalucía y
su educación son unos cadáveres que huelen, lo mejor será enterrarlas de una maldita vez.
Sergio Calle Llorens
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