MOU EN WATERLOO

El General Mou se marcha como la Grand Armée de Napoleón. Humillado ante ejércitos que él siempre consideró inferiores. Guardiola, su archienemigo, estuvo cuatro temporadas en el F.C. Barcelona ganando 14 de los 19 títulos posibles; tres ligas, dos ligas de campeones, dos mundiales de clubs, dos Supercopas de Europa, tres Supercopas de España y dos Copas del Rey. Disputó doce finales y ganó once como entrenador. El lusitano, en cambio, ha ganado una liga, una copa que pueden ser dos y una Supercopa de España en tres patéticas temporadas.

Guardiola, que en catalán significa hucha, lo ganó todo con un estilo grandioso. Ellos tenían la pelota y punto, y Mou a los lerdos de Punto Pelota. El estilo era grandioso, brutal, orgásmico y, al mismo tiempo, iba respetando a contrarios y adversarios. Decían los clásicos que sin estética no hay ética. Aplicando esta máxima, el Real Madrid no ha tenido moral. A través de la boca de su caprichoso entrenador, ha insultado a entrenadores contrarios, a sus aficiones, a UNICEF, y a todo aquel que no le ha seguido en su táctica de minar al enemigo. El madridismo, de su mano, ha dejado de ser una religión para convertirse en una enfermedad mental incurable. Dolencia de la azotea basada en un complejo de inferioridad malsano. Por eso, el portugués veía enemigos en todos lados. Y sí, tiene algunos porque se lo había ganado a pulso, sobre todo en la última temporada. Antes, la prensa de la meseta lo adoraba y lo sacaba bajo palio del templo del Bernabeu. Bajo su dirección, en Madrid no se ha hablado de fútbol sino de sus paranoias, ante lo cual los palmeros de la capital del Reino aplaudían con las orejas.

Contaba el General con el presupuesto de guerra más alto del mundo, con el apoyo de todos los medios de comunicación nacionales, a excepción de los de Barcelona, y con el estamento arbitral cuyos trencillas le han pitado más penaltis que a ningún otro club español o del resto de Europa. Y ni por esas. El entrenador traductor de Robson ganó más títulos en 4 años en el Barcelona, siete, que en tres en el equipo blanco. Además, lo ficharon para ganar la liga de campeones para ser barrido en semifinales por Bayern, Borussia y Barcelona.

Napoleón era corso, y Mourinho un pirata con patente de corso. Los dos buscaron la gloria con sus respectivos ejércitos. Los dos, por supuesto, han tenido su Waterloo. El francés y la élite de su ejército no pudieron con los prusianos y británicos comandados por Von Blücher y Wellington, y el luso se estrelló un comandante tudesco tras hacerlo con uno catalán.  No habrá una escapada de la Isla de Elba. Mourinho ya es historia y sus huestes no volverán a molestar la paz . Si las víctimas de los franceses ascendieron a 60.000 hombres, las del General lusitano son incalculables y todavía no se pueden cuantificar. De momento, sólo nos queda ver el dolor, el sufrimiento y las lágrimas de aquellos que soñaron con un nuevo despertar blanco, a pesar de que tácticamente hasta el Mocito Feliz le podría dar lecciones.

Sergio Calle Llorens