Mourinho reúne todos las características del buen portugués;
nacionalismo basado en el odio al vecino español, paranoico y malas formas a la
hora de reconocer sus faltas. Un tipo al que sólo acepta los premios cuando el
premiado es su santa persona o, en su defecto, algunos de sus compatriotas. En
definitiva, estamos ante un señor que no le han corrido ya a gorrazos porque
juega en el equipo que cuenta con la protección de lo que se conoce como la
central lechera. Tampoco en los títulos que ganan los demás se encuentra Mou cómodo
y, de ahí que suela poner todo tipo de excusas para no reconocer que le han
vuelto a mear la oreja. Lo hacía en Inglaterra con el Chelsea, lo hizo en
Italia con su Inter y, por supuesto, lo ha vuelto a hacer en España con el
Madrid. Las excusas del malencarado portugués son siempre las mismas; el
calendario, persecución arbitral, favoritismo al contrario. Con esta estrategia
mantiene una alta presión arbitral sobre los colegiados que le da un gran
resultado. Sólo les daré un dato ciertamente ilustrativo; desde 2008, al Barça,
su eterno rival, le han pitado 14 penaltis a favor menos que al Madrid y dos más
en contra. Sin embargo, Mou y los suyos siguen erre que erre con la cantinela
de la teoría conspirativa.
También llegó a protestar cuando Cristiano Ronaldo volvió a
perder el balón de oro en favor de Messi. Decisión que el luso consideraba y,
considera, a todas luces injustas. Ahora vuelve a acusar a la FIFA de “irregularidades en
la elección del mejor entrenador del mundo” en una entrevista a la televisión
de Portugal. En ella, llegó a afirmar que “los amigos de Del Bosque tuvieron
mucho que ver en esta irregular decisión. Y todo porque unos “amigos” del iluso
portugués le habían confesado que habían votado por Mou y no por el entrenador
español. No tardó en reaccionar la
FIFA con un comunicado dejando claro que la votación había
sido limpia. No creo que a nadie en su sano juicio sea capaz de poner en duda
los logros de Del Bosque, ganador del mundial y de la última Eurocopa en la que
España arrasó a Italia en la final, tras dejar fuera a los eternos perdedores
portugueses.
Mou ha convertido a la religión madridista en una enfermedad
incurable. Ya ni siquiera se atreven los blancos a poner límite a las
acusaciones del luso sobre el premio al mejor entrenador del mundo logrado por un
gran madridista como Vicente del Bosque. Lo verdaderamente trágico de esta
historia es que este señor tan maleducado tiró con bala la misma tarde que
tenía que estar apoyando la candidatura de Madrid a los juegos olímpicos de
2020. Incumplió su palabra dada, y optó por criticar al entrenador español en vísperas
de partidos importantes para España.
Hablemos claro, Mou odia profundamente a España y a los
españoles. Recuerden como en la
Eurocopa criticó a España en su primer partido pero fue
incapaz de felicitarla por el título alcanzado, siendo la única selección
europea que ha encadenado Eurocopa, mundial y Eurocopa de una tacada. En vez de
brindar por España, guardó silencio que sólo rompe para insultar a un país que
está literalmente harto de sus payasadas.
Ser portugués en España no es nada difícil cuando se tiene
el poder que conlleva ser el entrenador del club con más presupuesto del mundo.
Cualquier manifestación suya es atendida por los medios. Nunca nadie tuvo tanto
poder en un club, y nunca nadie hizo literalmente el ridículo con
manifestaciones más propias de un paranoico
que de una persona con la cabeza amueblada. Lo difícil, por supuesto, es venir
de la tierra de acomplejados que fracasan donde van. Portugal como nación es un
ejemplo de todo lo malo. Es la última en y en la Unión Europea la conocen como”
la nación muerta”. Oporto, la segunda
del país, se cae a pedazos. No ha habido nadie que haya aprovechado menos las
ayudas de la Unión
que los portugueses. Incluso Andalucía, con su latrocinio institucionalizado y
sus corruptelas, está a años luz de ese patético país que si en teoría tiene
una hora menos, en la práctica lleva dos décadas de retraso con el resto del continente. La
culpa no es de nadie, y menos de España, sino de los estúpidos lusitanos. Vivir
en España sólo les hace convencerse de la mierda de nacionalidad que tienen. Siempre
estarán por detrás y, aunque les pese, la única forma de ver copas, es por
televisión al contemplar como los españoles las van coleccionando en todas las
modalidades deportivas. Y cuando perdemos, no nos da por patear las cabezas de
los jugadores contrarios como suele hacer Pepe.
Hay que entender a Mou, con sus manías, sus malos modos, su
complejo de inferioridad; es portugués y eso lo dice todo. Debería agradecer
que en la Nit de la Cremá los valencianos no
hayan decidido hacerle un hueco en los Nitos y ver como ardía su pestilente
cuerpo con un letrero que diría; “Fea y Portuguesa chúpate esa”.
Sergio Calle Llorens
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