Irán no
tiene cabezas nucleares ni de las otras y nuestra obligación moral es hacerles
desaparecer de este mundo. Por eso, cada terrorista de Hamas abatido por
Israel es una señal que el cielo esculpe para decirnos que estamos ganando. Y ganamos porque al campo
del amor no se le pueden poner puertas. Y vencemos porque el único Estado judío
del mundo nos está haciendo el trabajo sucio. Los hebreos no se pueden permitir
perder ninguna guerra porque sería la última. Nosotros, los occidentales. no
podemos consentir que pierdan porque la próxima batalla sería en nuestra propia
casa.
Estoy convencido de que nadie podrá nunca rellenar el vacío que deja esta chusma como ningún catedrático ocupará el hueco que deja la catedra de Begoña Gómez. Son la nada más absoluta y no hay que hacer demasiado caso a las reacciones furibundas de los ofendiditos de siempre. Ayer era por los muertos de Hamás y hoy por los de Hezbolá. Nuestra respuesta será siempre la misma; el mejor desprecio es no hacer aprecio. Seamos breves pero contundentes en nuestro mensaje a favor de los intereses de la civilización occidental. Seamos precisos en la defensa a ultranza de Israel porque es un pedacito de Europa en el corazón de Oriente Próximo. En ese territorio las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres y combaten en primera línea a las fuerzas del mal. Sin duda estamos ante el verdadero feminismo. En esa nación los homosexuales pueden vivir sin miedo aunque los gurruminos de la LGTBI no quieran saberlo. Igualmente, las únicas musulmanas que cuentan con todos sus derechos reconocidos son las que viven en el minúsculo Estado hebreo. Ellas son parte de la única democracia en toda la región. Deberían agradecerlo.
Tengan claro
que las fuerzas armadas israelíes somos todos nosotros. Verlas avanzar hacia la
batalla es como observar a los soldados aliados vertiendo su sangre en
las playas de Normandía para liberarnos de la tiranía.
Contemplar a los hebreos luchando contra las fuerzas del mal es recordar a las
tropas de Hernán Cortés marchando sobre Tenochtitlan en compañía
de los totonacas y los tlaxclatecas para destronar a aquel tirano fiero
y carnicero llamado Moctezuma. En definitiva, estamos de nuevo ante la construcción de una
civilización mediante la destrucción de la barbarie. Una historia profundamente humana.
¡Avanzamos
juntos y venceremos juntos!
Sergio Calle
Llorens
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