Málaga
podría haberse conformado con ser otra provincia más en el sur, pero se negó. Málaga podría haber agachado
la cabeza ante los intentos de la secta del capullo de convertirla en colonia,
pero se rebeló rompiendo la camisa de fuerza del socialismo andaluz para
sumergirse en las aguas azules del mediterráneo de donde le viene la
inspiración.
Es obvio que el éxito de la capital de la Costa del Sol, y por ende de su provincia, es el fruto de un plan maestro diseñado por profesionales de primer orden que apostaron por la cultura y la tecnología. Lo de la Málaga tecnológica no es ninguna casualidad, sino el modelo que triunfa frente a la Andalucía desnortada. Los seiscientos empleos de alta cualificación de Vodafone que se suman al centro de excelencia de ciberseguridad de Google. Un éxito que levanta ampollas en muchos rincones.
La ciudad del paraíso tiene un hub de startups vibrante que hace decantarse por Málaga a multinacionales japonesas como TDK. El papel estelar que desempeñan la universidad y el parque tecnológico junto a la calidad de vida en una zona conectada con el resto del mundo- El aeropuerto de Málaga es el tercero de la España peninsular- hacen el resto.
Sin embargo,
algunos siguen sin entender este éxito. Son los mismos que desconocen que Dios
siempre bendice a los valientes. Por eso Málaga levanta inversiones
tecnológicas millonarias a las grandes capitales europeas, Jaén no se levanta de la cama,
Granada se levanta llorando como Boabdil y Sevilla sólo se levanta para mirarse, como Narciso, en el espejo.
Todo ocurre
por algo. Todo movimiento se demuestra andando y Málaga ni para, ni deja
de reinventarse. Con lo fácil que hubiese sido detenerse con lo de la ciudad de
los museos que alberga treinta y nueve, entre ellos; un Picasso, un CAC,
un Carmen Thyssen, un Jorge Rando, un Bellas Artes y arqueológico y un Pompidou.
Incluso cuando arribó la pandemia, la máquina podría haberse detenido, pero eso
no va con el carácter malagueño. Así que el ayuntamiento lanzó la marca: Malaga
workbay para convertir a la ciudad en el paraíso de los teletrabajadores
de medio mundo. De hecho, es la urbe que más ha crecido en población en el último año en nuestro país.
Convertir esta
tierra en el Sillicon Valley del sur de Europa no ha sido una tarea
sencilla porque han sido treinta años largos de trabajo. El resultado es que las
grandes multinacionales tratan a Málaga como a la niña de sus ojos. El tiempo,
queridos amigos, ha terminado de darme la razón. La cantidad de ridículos que
se hubiesen ahorrado algunos al negar lo evidente. ¿Verdad, mangurrinos de
Guadalcanal?
Sergio Calle
Llorens
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