miércoles, 25 de septiembre de 2019

¿GIBRALTAR ESPAÑOL?


Boris Johnson necesita un peine,  la Unión Europea precisa demostrar a los británicos lo que vale uno mientras a los españoles nos pilla el divorcio con estos pelos. Para muchos sesudos comentaristas políticos, la cosa va de cabeza, el Brexit coloca a Gibraltar a un paso de la soberanía española.  Son los mismos que afirman que la campaña para la salida de la pérfida Albión de Europa se basó en mentiras, como si las otras campañas electorales hubiesen estado basadas en verdades absolutas. Yo, que ya voy peinando abundantes canas, recuerdo cuando el PSOE prometió salir de la OTAN  pero, una vez pasadas las elecciones, metió a España de cabeza en la organización atlántica, por aquello de que los socialistas prometieron cien años de honradez pero no dijeron cuando empezaban a practicar la decencia. Por no hablar de los del proceso catalán asegurando que, tras la realización del referéndum, todo occidente reconocería a Cataluña como nuevo estado independiente. Hoy, sin embargo, cada vez que el presidente de la Generalitat va a Francia en visita oficial- ojo al dato- le colocan junto a sus  homólogos de la Diputación de Huesca y León.  Un hecho que, aunque  silenciado por TV3, provoca que a  una rabiosa Pilar Rahola se le caiga el pelo  funículo a funículo 

He escrito en alguna ocasión, y algunos se han sorprendido, que lo primero que se necesita para soñar es dormir. Es el descanso lo que nos permite tener la testa despejada. Anoche, precisamente, yo dormí muy bien. Sólo me despertó el arrullo del mediterráneo cuya brisa marina mecía mis cabellos. Tras el desayuno pude fantasear con la arriada de la Unión Jack de la roca. ¡Qué erección más tonta! A renglón seguido me hice la siguiente pregunta; ¿Gibraltar español? La respuesta lógica, que no se basa en el sentimentalismo,  me dice que naranjas de la China. Y es que nadie, a no ser que estuviese mal de la azotea o fuese espectador de Canal Sur- perdonen la redundancia- cambiaría el desempleo gibraltareño inexistente por el paro africano andaluz que, en algunas provincias, llega al treinta y cinco por ciento. Dicho de otro modo, ningún llanito querría unir su destino a una autonomía que no le ofrece más que miseria. 

Pertenecer a Andalucía, hay que reconocerlo de una vez, se asemeja a cualquier plaga de Egipto.  La taifa del sur donde los honestos son considerados inadaptados sociales y el  errar es humano pero echarle la culpa a los demás es mucho más del humano andaluz.  Por lo tanto, no podemos pedir a los piratas gibraltareños que cambien de bandera  de la noche a la mañana. Al menos, digo yo, hasta que nuestros dirigentes sean capaces de convertir las tierras del sur en la California del sur de Europa. Algo que, de momento,  sólo está logrando Málaga.  

  Gibraltar  seguirá siendo británica aunque la confusión por la soberanía, que está clarísima, nos lleve a adoptar las medidas oportunas para que el Brexit nos afecte a todos lo menos posible. La hora de ajustarle las cuentas a esos cangrejos de roca llegará. De momento, podemos seguir disfrutando con el espectáculo del Premier británico tirándose de los pelos mientras Her Majesty, que posa con corona y bolsito cuan Tinky Winky de los Teletubbies, dice aquello de: “abejas sin Regina,  la colmena en ruina”.  Tal vez llegue a convencer a sus zánganos con la misma facilidad que aquí algunos hacen lo propio con sus ovejas.  

¿Gibraltar español? Circulen que la roca no es una colmena sino un avispero. 

Sergio Calle Llorens


No hay comentarios:

Publicar un comentario