viernes, 22 de diciembre de 2017

SILLAS VACÍAS

Hubo un tiempo en la que había bandas de Rock que abrían sus conciertos con canciones irreverentes y nadie les encerraba por ello. Hubo una época en la que te subías a la chepa de un político, incluso con una poesía satírica, y nadie te bajaba al calabozo por los versos.  Hubo un período en el que querías “tocar las tetas a tu novia”- gracias Siniestro Total por la incorrección política- y nadie tocaba a tu puerta para notificarte un proceso. Hubo una temporada en la que podías empalmar crítica tras crítica sin que la turba deseara que la palmaras. Hubo una fase en la que podías encadenar un porro tras otro en la calle sin que la autoridad te encadenase a las multas. Hubo un ciclo en el que podías tener una erección en presencia de damas sin que te erigieran una estatua como machista mayor del Reino.  Pero en aquellas gloriosas jornadas  había libertad con ventanas abiertas mirando a la mar y no pescadores de agua dulce con sus redes sociales atrapando pececitos que ellos imaginan, Torquemada estaría muy orgulloso de ellos, como monstruos marinos de siete cabezas.

 Lo último, por si no lo saben, es que ahora también podría ser delito los mensajes en los chats privados de WhatsApp. De aplicarse tal aberración jurídica contra la libertad de expresión, no está lejos el día en el que los magistrados – si es que los científicos crean algún mecanismo para leernos el cerebro- castigue a los ciudadanos por pensar mal de los que mandan. Y si no paramos esta locura, la prisión de Quevedo en la Torre de San Marcos nos va a parecer una suite de lujo comparada con las celdas que  nos tendrán preparadas las hermandades de la corrección política.  Habrá más sillas vacías porque muchos siguen teniendo el corazón lleno de odio. Piensen en ello en "estas fiestas tan señaladas" porque se acercan tiempos terribles.

Sergio Calle Llorens

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