A veces las palabaras, como reconocía la propia Emily Dickinson, no comunican nada. Ni siquiera cuando encontramos el adjetivo correcto. Gracias Josep Pla. Desde los tiempos en los que vivíamos en cuevas, nuestro objetivo siempre ha sido dar a conocer aquello que conocemos o, pensamos conocer tan bien.
Cada escritor parece tener una meta diferente aunque, obviamente,
todos buscamos alcanzar un gran reconocimiento. La literatura de Bukowski pretende lograr el placer fácil; sexo y bebida en
grandes dosis. No engaña. No hay artificios. Él quería echarse mujeres al
coleto, beber y escribir. Los tres objetivos iban de la mano y eran, además de
un medio, un fin. El hombre cuya
ambición estaba limitado por su pereza que nos dejó frases impagables, hizo lo
que le daba la gana mientras deshacía camas ajenas. Su literatura es una Rock and Roll desgarrado que nos invita
a seguir sus tres acordes de guitarra "ejemplarizantes".
George Orwell, en
cambio, pretendía hacer de la literatura política una forma de arte. El inglés
escribía para exponer mentiras. Sus escritos tienen un punto de partisano. Un
brebaje con una pizca de inconformismo y unas gotas de desdén por los
intelectuales de su tiempo. Esos que son los últimos en
enterarse de que va la película. Y tan poco le gustaban los pensadores teóricos
que, contraviniendo orígenes y consejos, se lanzó en brazos del pueblo llano
para obtener la sabiduría que le faltaba. En este contexto se pueden entender
obras como Down and out in Paris and
London donde da voz a gente extraordinariamente ordinaria. Su objetivo,
como muy bien sabe todo aquel que se ha acercado a su obra, era que las grandes
ideas alcanzaran una gran popularidad. También reinventó la novela de ciencia
ficción con su Airstrip One donde,
con un acierto increíble, predecía el mundo que estaba a la vuelta de la
esquina. Curiosamente, sus dos novelas más conocidas son Animal Farm- una fábula donde retrataba a regímenes terribles como
el comunista- y 1984, escritas
muy poco antes de su muerte. Ambas le ocuparon muy poco tiempo vital. De todas sus citas me quedo con aquella que
decía que no se establece una dictadura para defender una revolución; se hace
la revolución para establecer una dictadura.
El objetivo de Charles
Dickens, del que el mismísimo Orwell
escribió un ensayo, era hacer de sus narraciones ejemplos morales para que el
capitalismo fuese más amable. Como dejo escrito el creador de Rebelión en la granja; “if men should behave decently, the world
would be decent”. Dicho de otra manera; no solo es importante el sistema, sino también los hombres y mujeres que lo controlan o vivimos bajo su techo. La literatura, creo, también puede ayudar a crear un mundo mejor o, por lo menos, un refugio al que huir de tanto cretino suelto. Y en eso estamos.
Sergio Calle Llorens
Tienes razón, gracias a la literatura se han podido hacer Revoluciones más o menos certeras, o se han manifestado las grandes ideas y pensamientos.
ResponderEliminarPero también la literatura puede ser pura palabra para embelesar las almas.
Cierto; o para crear refugios casi eternos.
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