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sábado, 3 de diciembre de 2016

ESCRITORES

A veces las palabaras, como reconocía la propia Emily Dickinson,  no comunican nada. Ni siquiera cuando encontramos el adjetivo correcto. Gracias Josep Pla. Desde los tiempos en los que vivíamos en cuevas, nuestro objetivo siempre ha sido dar a conocer aquello que conocemos o, pensamos conocer tan bien.

Cada escritor parece tener una meta diferente aunque, obviamente, todos buscamos alcanzar un gran reconocimiento. La literatura de Bukowski pretende lograr el placer fácil; sexo y bebida en grandes dosis. No engaña. No hay artificios. Él quería echarse mujeres al coleto, beber y escribir. Los tres objetivos iban de la mano y eran, además de un medio, un fin.  El hombre cuya ambición estaba limitado por su pereza que nos dejó frases impagables, hizo lo que le daba la gana mientras deshacía camas ajenas. Su literatura es una Rock and Roll desgarrado que nos invita a seguir sus tres acordes de guitarra "ejemplarizantes".

George Orwell, en cambio, pretendía hacer de la literatura política una forma de arte. El inglés escribía para exponer mentiras. Sus escritos tienen un punto de partisano. Un brebaje con una pizca de inconformismo y unas gotas de desdén por los intelectuales de su tiempo. Esos que son los últimos en enterarse de que va la película. Y tan poco le gustaban los pensadores teóricos que, contraviniendo orígenes y consejos, se lanzó en brazos del pueblo llano para obtener la sabiduría que le faltaba. En este contexto se pueden entender obras como Down and out in Paris and London donde da voz a gente extraordinariamente ordinaria. Su objetivo, como muy bien sabe todo aquel que se ha acercado a su obra, era que las grandes ideas alcanzaran una gran popularidad. También reinventó la novela de ciencia ficción con su Airstrip One donde, con un acierto increíble, predecía el mundo que estaba a la vuelta de la esquina. Curiosamente, sus dos novelas más conocidas son Animal Farm- una fábula donde retrataba a regímenes terribles como el comunista- y 1984, escritas muy poco antes de su muerte. Ambas le ocuparon muy poco tiempo vital.  De todas sus citas me quedo con aquella que decía que no se establece una dictadura para defender una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura.

El objetivo de Charles Dickens, del que el mismísimo Orwell escribió un ensayo, era hacer de sus narraciones ejemplos morales para que el capitalismo fuese más amable. Como dejo escrito el creador de Rebelión en la granja; “if men should behave decently, the world would be decent”. Dicho de otra manera; no solo es importante el sistema, sino también los hombres y mujeres que lo controlan o vivimos bajo su techo. La literatura, creo, también puede ayudar a crear un mundo mejor o, por lo menos, un refugio al que huir de tanto cretino suelto. Y en eso estamos.

Sergio Calle Llorens

2 comentarios:

  1. Tienes razón, gracias a la literatura se han podido hacer Revoluciones más o menos certeras, o se han manifestado las grandes ideas y pensamientos.
    Pero también la literatura puede ser pura palabra para embelesar las almas.

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