En el fútbol, como en la vida, el relato importa poco y nada
tiene que ver con el resultado final. Con la diferencia del Real Madrid cuyo epílogo siempre es el
mismo; si gana, afirman sus turiferarios, es porque tiene a los mejores
jugadores de la galaxia. Si pierde es por falta de actitud del equipo. El Athletic Club de Bilbao, en
cambio, responde a la necesidad de ser único en un mundo globalizado donde
todo, desde los centros de las ciudades a la comida, se parece en exceso. El Málaga Club de Fútbol también busca
tener su identidad pero, al menos a mí me lo parece, cada vez que veo un
partido de los míos tengo la misma sensación que después de una noche de farra;
tal vez me sobró la penúltima cerveza.
El nudo gordiano de todos los problemas de los blanquiazules
no es solo el desastre táctico de Juande Ramos, sino pertenecer a una
provincia que depende de Andalucía. Y es que es la única explicación posible para entender que las autoridades de
la Junta sigan impidiendo la construcción de la Academia del Málaga. El lugar
desde donde seguir proyectando jugadores impresionantes como Ontiveros-valiente forma de torear a
los jugadores del Sporting en la Rosaleda-
o los Fornals de turno. Jóvenes que
sientan la camiseta y no como Jonny
que hizo todo lo que pudo para que su ex equipo ganara en la Capital de la Costa del Sol.
El club de Martiricos
debe buscar su esencia si quiere aspirar a ser algo único en la liga española.
Los sufridores seguidores de este equipo nos alegramos el viernes pasado con la
remontada a los asturianos. Sin embargo, nuestros ojos sonríen pero son
incapaces de ocultar que conocen las sombras que proyectan unos enemigos
poderosos que quieren, y de hecho lo consiguen, hacer daño al Málaga. No es solo ver que defensas
como Koné no tiene defensa alguno,
sino saber que, como los de la Junta,
solo quedan bien de falso Rey mago en la Cabalgata
del cinco de enero. Estaría bien que este año sus
majestades de oriente nos concedieran este único deseo; -¡Váyanse de Málaga de una puñetera vez!
Sergio Calle Llorens
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