Los héroes no llevan capa. Los héroes van trepando con un
traje de mallas por los edificios del Nueva
York o, son franmarinos que aprendieron, como un servidor, los secretos de la Cábala en el viejo barrio judío de Venecia. En verdad, el adalid de la clase
trabajadora no era John Lennon sino Spiderman. Bruce Wayne,
en cambio, es un hombre atormentado por el asesinato de sus padres. Un tipo
rico y guapo por el que las mujeres beben los vientos por él mientras su
personaje, Batman, se enfrenta a
villanos con almas tan oscuras como las calles de Gotham. El impecable sentido
de Peter Parker contrasta con las
maneras depresivas del multimillonario Wayne. Una forma curiosa de
demostrarnos que el verdadero humor solo está al alcance de las personas
inteligentes.
Los comics de Batman
me gustan pero no los tengo en mi pedestal imaginario de héroes donde descansan
los Tintin, Capitán Haddock, Roberto Alcázar,
Spiderman o el mismísimo Corto
Maltés. Sin embargo, la semana pasada tuve la ocasión de dedicarle un rato
a una historia protagonizada por el hombre-murciélago en Barcelona y, justo es reconocer que la aventura me enganchó desde
el principio. Algo normal si tenemos en
cuenta la portada del gran Jim Lee y
el guión de Mark Waid, uno de los
guionistas más reputados del comic norteamericano. También tuvieron que ver en la gozada de la lectura los dibujos de Diego Olmos que,
justo es reconocerlo, se ha salido en el Caballero
del Dragón con la colaboración de la aragonesa Marta Martínez.
Batman acude a la
llamada de la Ciudad Condal y se
deja ver por algunos de los sitios más queridos por los barceloneses como La Rambla, la Sagrada Familia y el Hospital
de San Pau. En realidad no encuentro un mejor lugar que Barcelona para que un personaje tan
gótico como el hombre-murciélago
abandone su cuartel general de Gotham
city para buscar su camino. E l reto de este comic ha sido, sin duda, cambiar una ciudad tan oscura y
gris con sus gárgolas retorcidas por una villa mediterránea de cielos azules y
límpidos. Además, uno puede sentir como
el superhéroe es mucho más vulnerable fuera de su ciudad natal. La reacción de los policías y de la gente en Barcelona es muy diferente al ver a Batman que la que estamos acostumbrados
a presenciar en su territorio querencioso . También Bruce Wayne actua distinto llegando incluso a participar en el Día de San Jordi pero, ni
por esas parece que vaya el hombre a vivir su vida con sentido del disfrute.
Al final del Caballero del Dragón el personaje vestido con traje de chaqueta observa por la
ventanilla del avión donde se ve, además de la bella ciudad de Barcelona, el
reflejo del hombre-murciélago. Sencillamente genial.
Sergio Calle Llorens
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