Hasta qué punto la vida es puro teatro. Basta con ponerle un
marco para que cualquier realidad se teatralice y cobre una dimensión nueva.
Tal vez la vida es mentira y la verdad es teatro. La realidad, por tanto, es
una ficción de la realidad. Yo aspiro a alejarme de todo esta representación; andar de un lado
para otro al azar del viento y sin salir del Mediterráneo. Puede que construir un refugio para huir de
tanto proyectista desocupado. La segunda quincena de mayo es la mejor para
navegar; brisas suaves y cielos despejados.
La distención primaveral y el recogimiento de la invernada. Arrinconarme
al amor de la lumbre y sorprenderme de la bóveda celestial en alta mar en una
noche estrellada. Soltar amarras y amarrar la vida. Me queda tan poco para
convertirme en esa sombra melancólica que proyectan los muertos en las memorias
ajenas. El teatro de mi vida ha sido un
soliloquio que no ha escuchado nadie. Fin.
Sergio Calle Llorens
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