El Observador es una revista que
pretende ser la columna vertebral de opinión del socialismo malagueño cuando no
llega ni a espinitas de sardinas de la bahía de Málaga.
Por cada línea escrita un ridículo sin paliativos. Por cada artículo un
nuevo tarado se asoma al balcón de la desvergüenza. No hace falta ser un
licenciado en óptica para ver quién está detrás de este infumable panfleto. Son ellos los que llamaron a María Gámez la
Obama de Málaga en las pasadas elecciones. Justificaban su sesión oral a la
hija del farero con menos luces que un barco pirata diciendo que era tal la
ilusión que despertaba en la ciudad que, claro está, la tiñeron de moreno para
asemejarla al presidente norteamericano. Les faltó el “Yes we can”, pero no pudieron porque la marquesa de la chalaura
fue la primera socialista en perder las elecciones en todos los distritos de la Capital de la
Costa del Sol.
Ahora
vuelven a la carga criticando la política turística del Alcalde por no apostar
por un desarrollo sostenible y evitar, eso dicen, que cometamos los mismos
errores de Barcelona. Y mire que el regidor tiene mucho que criticar pero
atacar la línea de flotación del punto fuerte de la ciudad, es de memos. Para no iniciados, hay que recordar que
el “desarrollo sostenible” de ciudad que tenían, y tienen los socialistas, es
el de convertir a Málaga en ciudad dormitorio de la costa. Hubo un tiempo que
la Junta, su Junta, nos prohibía colocar hasta las señales de los hoteles.
Aquello está ya superado y, volver a caer en las garras de la secta del capullo
no es una opción ni tan siquiera para el líder nacional de los socialistas que,
obviamente, no arribará a la ciudad del paraíso para apoyar a la pérfida Gámez.
El problema de estos “observadores”, que jamás observan nada de la corrupción de su partido o las irregularidades de la Fundación de su mismísima universidad, no ven, porque no lo desean, que en el primer mes de funcionamiento del Centro Pompidou de Málaga, el muelle uno del Puerto ha recibido más de 700.000 visitas. Ese enclave artístico, el primero fuera de Francia, compone junto al Carmen Thysssen, el Picasso, el Museo Ruso y el CAC una milla de oro envidiada en toda España.
Por otra parte, que esta pandilla de incapaces mencione a Barcelona demuestra hasta qué punto no temen el ridículo. Veamos, la Ciudad Condal está sufriendo en la actualidad el haber apostado por hacer de la urbe un lugar mucho más habitable para los turistas que para los barceloneses de toda la vida. Junto a la propia plaza de la Sagrada Familia, tan usada por los lugareños y sus familias, se le colocó un mamotreto donde aparcar los autobuses turísticos que visitan la obra maestra de Gaudí. Algo que no está pasando en Málaga.
Escribir es un acto de libertad y de
amor, que probablemente sean la misma cosa. La libertad es un deber ciudadano y
el amor es una exigencia hacia el prójimo. El problema de la muchachada del
Observador es que escribe con un odio hacia Málaga inmenso y se les nota a leguas. Su único
amor es al partido que está detrás de su panfleto. Su misión tiene el sabor del
beso de Judas y, por más que traten
de ocultar sus taras mentales, no lo logran en ningún caso. Ese desprecio hacia
la inteligencia del personal es propio de almas atrofiadas. Deberían, en vez de
pergeñar líbelos loquinarios, dedicarse a algo que realmente amen. Alguna
actividad provechosa que no haga daño a nadie; ¿Qué les parece la recogida de espárragos?
Sergio Calle
Llorens
Fracasado el socialismo e inventada la socialdemocracia que dicen aceptar,-de boquilla-, ¿qué les queda?. Les quedan todos los resabios del socialismo de siempre a los que no renuncian porque, dicen, no renuncian a la utopía
ResponderEliminarCierto pero el problema es que quieren que fracasemos con ellos. Saludos
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