jueves, 30 de abril de 2015

PERDEDORES


Mientras el ideal político de la taifa del sur se base en el tarado de Blas Infante, la región seguirá siendo el hazmerreír de España. Mientras la secta del capullo siga a la cabeza iremos siempre de culo.  Mientras continúe el pueblo empecinado apostando por el latrocinio institucionalizado, no habrá solución posible a la vista.
Los sureños no entienden que la historia la escriben siempre los vencedores y, ellos, aunque no lo sepan, están  siempre del lado de los derrotados que los condena a la miseria y a las colas del paro.  Si hay algo que comparten los andaluces con los catalanes es su apego a la derrota. Si hay algo que los diferencia es que los primeros sufrieron el franquismo y, los segundos aprovecharon el régimen para hacer pasta.  Los catalanistas entendieron que Franco era mucho mejor para sus negocios que echarse en brazos de los comunistas. Los andalucistas nunca entendieron nada de nada.
El drama catalán tiene su origen en una gran manipulación de su historia. La tragedia andaluza se basa en la poca capacidad de discernir que el sur sigue siendo un decorado en cartón piedra para mayor gloria del cine franquista. Ese Nodo que tiene a Canal Sur como gran heredero.
La muchachada independentista no necesita que el Estado mande ningún tanque, la derrota les viene siempre porque sus padres y abuelos siempre han preferido los negocios de la familia. Los andaluces tampoco precisan hacer nada extraordinario para su vencimiento. Les basta con ser andaluces del régimen y fardar de ello. Gobernará Susana Díaz porque se saben parias de la España autonómica y les encanta esa condición.
Andaluces y catalanes viven inmersos en esa gran derrota a la que tanto aman. Viven de las ilusiones que venden sus respectivos canales autonómicos sin saber, pobre de ellos, que hasta las muñecas hinchables de los Sex Shops son más realistas por aquello de que siempre dicen que “por el culo no”.
Yo no quiero tener razón, quiero ganar. Sentarme a la derecha del padre y tener piedad cristiana con los vencidos. Ya tendré tiempo de sentarme a escribir la historia cuan Julio Cesar con su Bellum Gallicum.  De momento, me conformo con una visión mágica desde la sinuosidad de la playa cuyas olas en primavera no hacen tiritar a los marineros.  La noche, muy pronto, se va a poblar de estrellas como brillantes salpicaduras. A veces, lo juro, parecen reírse de todos los perdedores.

Sergio Calle Llorens

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