Imagino a
Pepe Griñán en la noche madrileña diciendo aquello de; “he dejado la
presidencia, el parlamento andaluz, el senado ¿Qué más quieren que haga? Y la respuesta es muy tan simple como
demoledora; queremos que devuelva todo el dinero de los ERE, que vaya a la
cárcel y que desmonte la agencia de colocación de amiguetes en la que han
convertido a la Junta de Andalucía. Aquí, recordémoslo, los únicos que hemos
renunciado a cosas hemos sido los ciudadanos honrados.
Sueno a
Griñán, el hijo del escolta de Franco, sentado en casa buscando consuelo a la derrota
preguntando a su señora esposa; ¿Qué te apetece ver, el porno o El Padrino IV?
Y su compañera respondiendo con un contundente; el porno que hacer de mafioso
ya se te da muy bien. Ahora toca que La Garduña sea dirigida por otra y que los
negocios de familia sigan adelante. De eso, y de nada más, va la investidura de
Susana Díaz.
Los padrinos
de la secta del capullo han contado con tres herramientas fundamentales para
dirigir la organización y, con ella, el destino de millones de personas; la
omertá de todos aquellos que, de alguna u otra manera, hacen negocio con el
hampa del sur. La segunda es el escaso nivel cultural que impide la creación de
una sociedad civil crítica con las actividades del régimen. Y sin sociedad
civil puede haber evolución, pero nunca progreso. La tercera es la tremenda
estupidez de la oposición incapaz de construir una alternativa decente. Como en
Vandalia la mafia no ha podido hacer saltar por los aires a Alaya- aunque fuera
de forma figurada- como si hicieron con Falcone sus hermanos transalpinos, el
descabezamiento de la organización ha desembocado en un nuevo liderazgo para
estos tiempos convulsos.
Griñán, de
alguna manera, ha sido una prolongación de Chaves pero sin tantos familiares a
los que colocar. También ha resultado ser un imitador de todas las políticas
fracasadas de los socialistas durante más de treinta años, y todavía tiene el
morro de preguntar ¿Qué queremos que haga?Recuerdo que había llegado la otoñada con sus tonos ocres que competían con el azul del mediterráneo cuando afirmé que llegaría un día que Chaves y Griñán probarían el amargo néctar de la derrota. Deje escrito que pasarían muchas lunas pero que, al final, más dura sería la caída de los dos. Hoy abandonados por todos porque, diga lo que diga la injusticia española todo Cristo sabe que son culpables, una señorita bolivariana baila sevillanas protestas para celebrar la dimisión en diferido de ambos señoritos. La realidad es, como bien saben los amigos que me han acompañado en esta lucha feroz, es bien distinta y, recuerda a esa vieja canción de Radio Futura; “Han caído los dos cual soldados fulminados al suelo, y ahora están atrapados los dos en la misma prisión, vigilados por el ojo incansable del deseo voraz, sometidos a una insoportable tensión de silencio”. Y ha sido tanta la tensión para dejar paso al nuevo padrino, que los viejos capos no han podido soportarlo más. Lloran como plañideras y, lo único que nos queda por escuchar es a Manolito Chaves diciendo que se va a casa para poder preparar, con mucho tiempo, la asistencia a la romería de su Virgen; la de la Cabeza. En fin.
Sergio Calle
Llorens
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