Mientras sesudos gacetilleros analizan las encuestas de las próximas elecciones andaluzas, yo me pregunto; ¿ No hay nadie que ponga el grito en el cielo por el coste desmedido de una nueva convocatoria electoral? ¿Hay vida inteligente en la taifa del sur? Y mientras más preguntas acuden a mi cabeza, más frustrado y enfadado me siento. Me interrogo, como Josep Pla con Nueva York, quién paga todo este espectáculo de luces y fanfarria. Total para que los socialistas no consigan ni la mayoría absoluta.
Los andaluces se echan a la calle por los recortes de Madrid. Los sureños se llevan las manos a la cabeza por la corrupción catalana. Los meridionales hispanos se muestran molestos por la basura andaluza pero, como sabemos todos, su grito de protesta se evapora con los efectos del cubata. Griterío y chascarrillos. Nada nuevo en la tierra de la eterna chalaura donde se confía más en los santos que en las cosas tangibles. Es una Andalucía que siempre se decanta por el lado pedigüeño. Es una región alejada de la audacia y la política con mayúsculas. Una tierra incapaz de ninguna gesta. La nada más absoluta. El sur que hace decenios perdió el norte si es que alguna vez lo encontró.
Estoy seguro de que mis palabras provocan una gran controversia entre los creyentes del régimen andaluz. Estoy convencido de que volverán a insultarme con su vulgaridad perogrullesca pero, estoy tranquilo, absolutamente tranquilo. No espero nada de una población fuertemente cristianizada con su Canal Sur y sus coplas palanganeras. Creo que soy tan poco popular como el Conde Benzo di Cavour en Cerdeña, aquel tipo que taló de árboles la isla mediterránea para alimentar las calderas de las locomotoras. Sin embargo, no soy yo quien juega con los sueños de un pueblo. Un servidor puede, como puedo, escribir artículos sin que nadie tenga que costear mi afición, pero esta taifa regional nos cuesta a todos un auténtico potosí, incluidas las elecciones de Susanita Díaz.
Lo que no se ha parado nadie a pensar es que si realmente no me importara esta tierra, no escribiría sobre ella. Bien es cierto que no hay nada que ansíe más que el gobierno andaluz me declarase persona Non Grata. Sin embargo, he de añadir en mi defensa que yo no soy enemigo de Andalucía porque ella, se basta y se sobra, para suicidarse cada día. Aplico, sencillamente, la vieja táctica de Napoleón Bonaparte, otro corso hijo de puta, que afirmó tras ver como su ejército era derrotado por el español en la Batalla de Bailén; "Para qué atacar cuando mis enemigos cometen tantos errores que van camino de la derrota". Sencillamente me siento a esperar a que la recalcitrante idiocia andaluza destruya cada uno de los objetivos que justificaron el nacimiento de la taifa como ente político. Les juro que es tremendamente divertido aunque a veces corra el riesgo de acabar en la Isla de Elba.
Coda: No culpis pas al mirall, la ganyota la fas tú.
Sergio Calle Llorens
Soy escritor, investigador, guionista, profesor de idiomas y muchas cosas más que no caben aquí. También tengo una sección en Espacio en Blanco de RNE. El mundo se divide en dos categorías, los que tienen el revolver cargado, y los que cavan, tú cavas.
lunes, 2 de febrero de 2015
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Ya sabe usted: desde siempre, ser lúcido y español, aparejó poca esperanza y mucha amargura. Por cierto. ¿Le gusta a usted el Rock de los ochenta? De ser así, le invito a que se pase, si quiere, por la última entrada de esta mi bitácora. Quizás le guste.
ResponderEliminarEspero que le guste este artículo donde homenajeo a Coverdale. Con su permiso: http://www.ourgodsaredead.blogspot.com.es/2015/02/slip-of-tongue-la-decadencia-del-exito.html
Por supuesto, voy. Gracias
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