Y todo esto viene porque un día entras en la consulta del médico,
te tiemblan las piernas y bebes agua para calmar los nervios. Entonces el matasanos te dice
que tienes cáncer y te queda poco de vida. Tu vida se detiene a tu alrededor y,
por momentos, ves la escena como si no estuvieras en esa habitación. Tu voz
no parece la tuya y las de los demás parecen provenir de un lugar muy lejano.
Por extraño que parezca es precisamente entonces cuando te entra una calma
chicha, como la que acontece en el mediterráneo tras la tormenta. Solamente te
queda aceptar el destino y sonreír por todos los días de rosas y de vino que has disfrutado. La peor parte, por supuesto, es contarle la mala nueva a la poca gente que te
quiere.
Por eso, todos los que hemos vivido esa enfermedad de cerca,
lamentamos profundamente cuando un niño ha de enfrentarse a algo tan terrible como la leucemia. José es un niño de Almería que fue
trasladado desde un hospital sevillano a otro de la capital de la Costa del Sol. Allí espera
un transplante de médula ósea mientras es alimentado por vías y válvulas dado
su delicado estado de salud. Como está tutelado por la patética Junta de
Andalucía, tiene a dos cuidadores durante el día pero, al llegar la noche lo
dejan solito. Imagino a ese niño en la sexta planta del Materno de Málaga
cuando el reloj marca las 10 de la noche. Puedo sentir su indefensión. Puedo
oler su miedo y, como yo, algunas mujeres que al enterarse del asunto se han
ofrecido para cuidar de la criatura durante la noche. Los responsables autonómicos,
cabrones donde los haya, no lo permiten. Me consta que los trabajadores de
planta le prestan al niño una atención especial pero no pueden estar todo el
tiempo con nuestro amigo.
No creo que haya nada mejor que la caricia de una mujer. No
hay nada más tierno que una señora dando todo su amor a un niño. No hay otro
ser en el universo capaz de dar todo por ver la sonrisa de un niño y, más si está
enfermo. Desafortunadamente las mujeres socialistas de Andalucía no pertenecen
a esa categoría. Ellas no son capaces de sentir esa empatía por nada que no
pertenezca a su secta. Nos hablan del procedimiento para justificar que dejan tirado a un niño durante la madrugada El mismo que con toda seguridad olvidan
cuando les viene en gana.
No sé si el niño sobrevivirá. No tengo ni idea de si en un
momento de claridad mental recuerde aquel momento maravilloso de su existencia.
Ese instante compartido, tal vez, con la madre que ya no está a su lado. Lo imagino pensando que, después de todo,su vida aunque breve ha merecido la pena. Lo
que sí sé es que los hombres y mujeres que dirigen el gobierno regional son
unos hijos de la grandísima puta.
Sergio Calle Llorens
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