Las feas son, por lo general, criaturas amabilísimas. Sin
embargo, hay muchas señoras que no aceptan la más mínima comparación con
doncellas menos agraciadas. Carmen Castilla, secretaría general de UGT-
Andalucía, es una de estas féminas. Al menos eso es lo que se desprende de la
conversación con Francisco Fernández.
Diálogo pinchado por la
Benemérita en el seno de la investigación en el caso de las
facturas falsas. En esa charla el sindicalista reconoce su corresponsabilidad
en el escándalo que ha venido a demostrar un secreto a voces: La Junta de Andalucía tiene
tres patas; UGT, PSOE y gobierno regional que aplican, y con esmero, el
latrocinio institucionalizado.
El coloquio entre
ambos deja a su vez una perla para la posteridad: “Sabes que ponía la prensa
que soy Susana Día ¡ tiene cojones! con lo fea que es”. El compañero no tardó en responderle a Doña
Carmen que” le ganaba en todo”. Ya vemos como un varón que está tragando quina
por el rapapolvo que está recibiendo al saberse descubierto, sigue pensando con
lo que tiene entre las piernas. Se puede concluir que los hombres no tenemos
solución alguna.
Si el Yin y Yang son dos conceptos del taoísmo que exponen
la dualidad de todo lo existente en el universo, Andalucía, que existe en una
dimensión paralela, aplica el Yin y el Ñam porque no hay presupuesto,
subvención o ayuda que no se zampen los de la secta del capullo. Es obvio que
la realidad andaluza dista mucho de ser ideal y anacarada como nos quiere hacer
ver Canal Sur. Tampoco hay que ser un
licenciado en óptica, ni de lejos, para
darnos cuenta de que la tafia del sur es un inmenso circo al aire libre donde
se aplican delirantes apotemas, a cual más loquinario.
Volvamos, en cualquier caso, al tema de la fealdad de Susana
señalada por la guapa líder sindical por
la que suspiro más de uno. Doña Carmen se molestó por una comparativa
relacionada por su belleza. No le importó que el personal la señalara como
mujer de pocas luces. Ni siquiera se inmutó por la equiparación a otros ladrones
de su organización. A ella le dolió que la igualaran con esa presidenta que más que mujer, parece
sacada de alguna cuadra de Jerez. En realidad, no pienso que los periodistas
que asemejaron a ambas señoras tuvieran la belleza en la mente. Creo que todo
respondía a un intento de reflejar que ambas habían llegado a lo más alto de
forma meteórica. Nada más y nada menos.
Todo el asunto del mosqueo de Carmen Castilla me recuerda
que en este país hay gente muy puntillosa. La mayoría no tolera la más mínima
crítica. El español aspira siempre al halago y al fervor más absoluto. La
supresión de todo posible vituperio representa una inmensa cucaña. El otro día,
sin ir más lejos, una señorita que se gana la vida escribiendo sobre los libros
de los demás, criticaba mi novela diciendo que era demasiado divertida y no la
recomendaba. Acepto gustoso el criterio.
Finalmente el affaire Castilla me ha hecho recordar aquella
historia de un hombre que llega a una farmacia y dice:
-
Una caja de preservativos por favor.
-
Aquí tiene. ¿Quiere usted una bolsa?
-
No gracias, la de hoy no es tan fea.
¡Que se queda
tranquila Doña Carmen, nos gustan todas! Lo que no sé si los caballeros sólo se
fijan sólo en la belleza de las señoras para asuntos más serios. Sin embargo,
tener relaciones con mujeres que son responsables de que en Andalucía haya
niños pasando hambre y un paro africano, se me antoja insufrible por muy guapa
y por muy buenos muslos mordisqueables que tenga la señora en cuestión. Sobre
todo cuando a todos nos sobra demasiado mes al final del sueldo por culpa de
esas mismas mujeres.
Sergio Calle Llorens
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