martes, 18 de febrero de 2014

EL BOXEADOR SONADO

Los catalanes comparten con los andaluces una incapacidad manifiesta para entender la realidad circundante; cada uno con sus taras y otros con su rollo identitario. Ambos pueblos son incansables al desaliento a la hora de hacer el más monumental de los ridículos. Y Rajoy, como no podía ser de otra manera, les ha tomado la medida. Ya habrá tiempo, supongo, de tratar la relación del Presidente español para con Andalucía porque hoy toca Cataluña.

A una gran parte del electorado más próximo a la extrema derecha le hubiera gustado una actitud más contundente para con el órdago catalán. Pedían un día sí, y otra también, que el ejército español comenzara a bombardear Barcelona. Empero, Rajoy ha puesto a funcionar todos los mecanismos del estado para impedir, primero la consulta y, más adelante, desactivar todo el proceso. El resultado es que la reacción del gallego ha sido la de ningunearles a sabiendas de que en la UE no moverán jamás un músculo por un territorio que aspira a la independencia. El error táctico de Mas es el de no haber entendido a tiempo que sólo lo iba a recibir la jefa de las limpiadoras de Bruselas porque, sencillamente, no es más que un presidente de una región menor que, además, tiene un historial largo de enfermedades mentales.

El empeño de los nacionalistas catalanes es mostrar al mundo una España totalitaria heredera de los tiempos de Francisco Franco, de ahí sus deseos de sufrir una invasión para así convencerse y convencer a la opinión pública mundial  de que viven oprimidos por un estado invasor. La imagen del primer carro de combate doblando por la Diagonal les sumiría en la más absoluta de las felicidades. Como no ha ocurrido, ni va a ocurrir, el boxeador catalán reparte mandobles en un cuadrilátero vacío, sin rival y, poco a poco, se va cansando de su propio juego de pies, sin que los espectadores reparen en él, con un Rajoy que asiste divertido desde lo más alto del pabellón y, para más escarnio, fumándose un puro. Comprueba como a cada minuto que pasa, el púgil independentista se encuentra cada vez más sonado sin ni siquiera haber recibido golpe evidente alguno del supuesto enemigo.

No hay nada más que enfade a un independentista catalán que les ignore y, eso precisamente, es lo que ha estado pasando hasta ahora. Acostumbrados a políticos incapaces de esconder sus cartas, Rajoy demuestra ser un gran jugador de mus. Estamos ante uno de los hombres más crueles que jamás haya señoreado en La Moncloa.

El error de las independentistas ha sido pensar que tenían que convencer a Europa de las bondades de su plan secesionista cuando, en realidad, era al resto de ciudadanos españoles a los que no han sabido cortejar; años de agravios y de insultos hacen imposible un acuerdo medianamente razonable. La consecuencia inmediata es que Mas camina derechito hacia su tumba política y, con él, su plan para convertir a Cataluña en nuevo estado de la UE. Y todo sin disparar un tiro, con inteligencia y haciendo caso omiso a los partidarios de la mano dura.


El problema de Cataluña no es que no tenga la bomba atómica, sino que nunca ha querido tenerla. Les falta el deseo de ser realmente independientes porque eso requiere todo aquello que no tienen; inteligencia y astucia. Sencillamente se vive muy bien de la independencia pero, por supuesto, no tanto siendo independientes. Ladrarán un rato más y serán respondidos por los extremistas del otro lado pero, al final en sus pasaportes seguirá poniendo aquello de nacionalidad española. Crecerá su frustración pero, entre ustedes y yo, me importa un cojón de pato los sentimientos colectivos del personal. Al final, 2014 va a ser un gran año.

Sergio Calle Llorens

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