Dice un amigo aranés que el nacionalismo catalán es una tapa
que sirve para tapar las vergüenzas de una sociedad donde apenas 400 familias
llevan gobernando al resto desde la edad media. Una ideología que tapa su corrupción comprando
voluntades para que todos se lo lleven de tapadillo. Mi amigo, que se llama Juan, no admite que nadie le haga elegir entre su Cataluña y el resto de España pero,
si ha de escoger se queda con España. De madre de Barcelona y de padre aranés, se crió en aquellas montañas mágicas
milenarias donde aprendió a esquiar antes que a andar. Y entre ser catalán y
aranés, apuesta por lo segundo.
Juan domina, además del español, el aranés y el catalán. Sin
embargo, la lengua de Pla está en claro retroceso en el valle de sus amores
donde el español es la lengua habitual de sus habitantes. Es más, el catalán es
la tercera lengua del lugar. Arán viene del término vascuence- harán- que
significa valle. Más del 30% del
territorio del Valle se encuentra por encima de los 2000 metros . Montañas
cubiertas de bosques. Zonas bajas repletas de pinos silvestres y hayas que dan
paso a los abetos y a los pinos negros. Un lugar privilegiado donde tengo
pensado retirarme algún día. De ahí que les agradezca, y de corazón, que hayan
pedido ya la independencia de Cataluña en caso de secesión de España. Más que
nada porque, aunque no vaya a llegar a nada los intentos de los palurdos
nacionalistas, lo cierto es que siempre es digno de admiración que unos 10.000
valientes planten cara a esa ideología excluyente que todo lo pudre en
Cataluña.
El Valle de Arán usa los mismos argumentos que la región
catalana para aspirar a su condición de país. Y eso es algo que encabrona, y
mucho, a los hijos de Pilar Rahola. Hasta ahora los araneses habían estado
callados pero hartos de las intromisiones catalanas en sus asuntos, piensan que ha llegado el momento de pagarles con la misma medicina. Si los Pujol y compañía
quieren crear una moneda nueva llamada El Pujolet, lo de Arán quieren darles el
abrazo de su amado oso para que se les quiten las ganas. Y no son los únicos
porque ya hay barrios en Barcelona que están pidiendo la independencia de
Barcelona porque pagan más impuestos y reciben menos servicios que el resto de
ciudadanos de la ciudad. También hay barceloneses que se quejan de que ellos
aportan a Cataluña más que el resto de provincias. Del Espanya ens roba al
Catalunya ens roba.
El expolio fiscal no existe porque son los ciudadanos los
que pagan impuestos y no los territorios pero, eso da igual, lo importante es
que hay miles de catalanes hasta la barretina de la monserga nacionalista. Lo primordial, por tanto, son los sentimientos y los araneses se sienten españoles
y araneses de toda la vida. Las lenguas, en cambio, son patrimonio de los
hablantes y el catalán retrocede en estas montañas porque cada vez se usa más
para atacar aquello que tanto aman; España.
Suelo hablar con mi amigo Juan en catalán y no soy nada
sospechoso de tener fobia a Cataluña. Más bien lo contrario. En el sur me
acusan, incluso, de ser un renegado pero qué puedo decir yo que ya no sepan. Lo
importante es que sigo apostando por una España en el que todos los ciudadanos
seamos iguales ante la ley. Lo primordial es respetar el deseo de todos de
hablar y usar la lengua que nos venga en gana. Ni separadores, ni separatistas.
Simplemente españoles. Pero hasta que termine esta locura del derecho a decidir,
el Valle de Arán pasa a ser territorio desafecto a Cataluña.
La agenda nacionalista por la secesión de CIU, PUC, ERC y
otras sectas por el estilo tenía que tener un efecto contraproducente en
algunos territorios catalanes, porque de la omnipresencia se ha pasado al
cretinismo de pensar que todos compartían la locura independentista. Más pasará
de omnipotente a impotente y, un día no muy lejano, el tema de la independencia
se la va a traer floja en su amargo retiro político. Huelga decir que en el
Valle de Arán no será nunca bienvenido.
Sergio Calle Llorens
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