El director de un colegio público andaluz ha
tomado la decisión de puntuar negativamente a todos aquellos niños que llegan
tarde al centro. El primer día, los padres que llevaron a su hijo tras la hora
fijada se pusieron hechos una furia. El hombre no tuvo más remedio que hacer de
tripas corazón y, hacerles entender, pese a la limitada capacidad intelectual
de sus interlocutores, las razones de su decisión. Al parecer, 60 estudiantes
llegaron tarde en ese primer día. En la segunda jornada, fueron 120 estudiantes
los que arribaron pasadas las 9 de la mañana. En la tercera, el número había
aumentado a 180 estudiantes. El jueves, es decir hoy, la lista de estudiantes
rezagados había ascendido a 230. Ninguno de los padres pide disculpas, apenas
unas palabras de reproche para el “impertinente director”.
Lejos de ser una anécdota, la historia de la
puntualidad andaluza dice mucho de la falta de seriedad del pueblo sureño. Y
miren que no estamos hablando de las 6 de la mañana, pero basta que el andaluz
tenga que someterse a un control horario para que la cosa se complique. Cualquier
persona que haya hecho negocios en la taifa del sur, sabe de lo que estoy hablando.
Lo habitual es llegar tarde faltando al respeto de las personas a las que dejan
esperando. Organizar un horario de reuniones y visitas en Andalucía, es casi
tan difícil como llevar un hombre a Marte. Todo el mundo llega tarde y cuando
les recriminas el hecho, te salen con las excusas más variopintas. Encima,
tienen la desfachatez de culparnos cuando se lo hacemos ver.
Se puede decir que el andaluz medio es una
criatura apegada a los derechos propios, de la misma manera que lo está con las
obligaciones de los demás. Porque obligaciones propias no van con ellos. Si el
director de un instituto decide apostar por la puntualidad, el andaluz no se
quiere dar por aludido. Las normas para los otros que ellos tienen una gracia y
una cosa que no se puede aguantar. Y en verdad, amigos míos, yo no los puedo aguantar.
En el mismo colegio, un padre cuyo español es
una mezcla entre el farfullín andalusí y un idioma desconocido hasta el
momento, comenzó a gritar porque estaba en contra de las clases de inglés. Decía
que si los niños querían estudiar inglés, debían irse al extranjero. Tampoco
estaba la criatura muy de acuerdo con las excursiones que había organizado el
centro para los niños. Como él no podía pagarlas, ningún niño tenía derecho a
realizar actividad alguna fuera del centro. Fíjense ustedes en el lumbreras y
su perversa forma de pensar. Pues bien, el voto de tal sujeto cuenta igual que
el nuestro. Y no piensen que es un tipo de persona muy minoritario.
Jornada tras jornada hemos de sufrir a esta
pandilla de descerebrados con su ruido, sus taras,su falta de respeto y su
escaso sentido común. Entonces llegas a un rincón tranquilo donde no te puedan
dañar más y alguien te manda un mensaje que dice: “No le digas a nadie que soy
andaluz que no me gusta presumir”. Te quedas paralizado mientras piensas a qué
viene tanto orgullo de fardar de una condición tan humillante. En verdad, no
puedo imaginar nada peor que ejercer de andaluz. Yo no pude elegir el sitio
donde nací, pero al menos quiero gritar al mundo que soy un renegado y que odio
a Andalucía con todo mi corazón. Toda mi obra, por tanto, debe estar orientada
a que me nombren Persona Non Grata en Andalucía. Vería cumplido el trabajo de
toda una vida.
Sergio Calle Llorens
Andalucía es un monumento a la estupidez y a la indecencia. Yo tb veo los demonios cuando alguien me manda cosas sobre el orgullo andaluz. Orgullo de ser lo peor de España. Tu blos es una liberación.
ResponderEliminarYo sufro esa actitud ante la vida del andaluz de pocas luces y poco serio. Aquí no sólo es cuestión de gente sin cultura sino de poco sentido del civismo y la responsabilidad. Ser andaluz es una desgracia como apuntas en tu magnífico blog.
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