Las buenas estafas siempre son sencillas porque juegan con
lo más primario, y no hay nada más primario que el deseo de vivir bien. En
Andalucía, el timo de la estampita lo ejecutan personas que dicen lo que el
pueblo llano quiere escuchar; igualdad, solidaridad, desarrollo sostenible,
educación pública y empleo. En el caso del trabajo es sintomático que aquellos
que nos venden medidas contra el desempleo, cuan vendedores de crecepelo, jamás
han creado ni un puesto de trabajo en el sector privado. Cuando uno les hace
ver que no cuela, los socialistas andaluces, incansables al desaliento, y al
argumento, proponen nuevas medidas que nos llevan directamente al pleno paro. Le
quitan el dinero a Caritas que la organización católica destina al empleo,
mientras sigue subvencionando a sindicatos corruptos y a sus amiguetes.
La gran diferencia entre los antropoides peninsulares del
sur con los del resto de la nación, se basa en una ausencia absoluta de
sociedad civil. Nunca la ha habido, y si seguimos claramente las indicaciones
del régimen, jamás la habrá. Si España necesita un cambio hacia atrás para
recuperar el sentido común, el sur que ha perdido el norte precisa de una
emigración masiva para que entiendan, de una puñetera vez, lo que significa el
progreso. Comprenderán que en los desmanes de la autonomía andaluza, los
desmanes no son ajenos, sino propios.
La realidad es que el autogobierno sólo ha servido para que
una casta socialista y sus allegados viajen por el mundo con todos los gastos
pagados. Acabar con este privilegio debería ser el primer mandamiento de la
ciudadanía que les paga la fiesta. Empero, se dedican a mirar para otro lado.
No sólo es la cobardía del pueblo andaluz sino el permanente estado de idiocia
en el que vive instalado.
Sé que mis palabras son duras pero les ruego que me concedan,
por unos instantes, la presunción de inocencia. Llevo suficientemente tiempo
analizando las dolencias que aquejan a una sociedad enferma, y mi única duda es
saber cuando se le encogió el cerebro a todos aquellos que permiten con su
voto, o su inacción, que Andalucía sea la región más patética de la Unión Europea. Esa que dice Griñán
que no vale la pena después de haber financiado gran parte de la Andalucía imparable.
Sergio Calle Llorens
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