Cuando un gordito coreano con pinta de rocker asiático
declaraba nada menos que un guerra a sus vecinos del sur y, de paso, a los
Estados Unidos de América, una legión de descerebrados comenzaba a escupir
fuego en las redes sociales. Hablaban de la III guerra mundial, de la posibilidad de que los
misiles comunistas arribaran, por fin, a las costas del enemigo imperialista. Incluso, en la delirante Andalucía, IU
mostraba su solidaridad con el pueblo que sufre la dictadura comunista. En
verdad, las posibilidades de que Corea del Norte pudiese derrotar a los
norteamericanos, son las mismas de que Falete provoque un tsunami cada vez que
se tira a la piscina.
Corea del Norte tiene un ejército de un millón de hombres más
unos tres más como reservitas. Sin embargo, tiene unas fuerzas
armadas anticuadas que, en el peor de los casos, sólo podría hacer daño con
algunos misiles en su vecino. El gasto militar anual del payaso coreano es de
5000 millones de dólares. Huelga decir que el dinero vendría muy bien al pueblo
que se muere de hambre, pero dejemos a un lado las políticas regadas de ácido
lisérgico de los comunistas para centrarnos en la geopolítica.
La amenaza norcoreana es motivo de preocupación en China y
Rusia pues, efectivamente, han visto que las locuras del gordito han sido
aprovechadas por los norteamericanos para aumentar su presencia militar en la
puerta de atrás del gigante asiático. Una bendición para los Estados Unidos de
América que, en los últimos tiempos, anda de repliegue en Europa. Que ellos no
lo sepan, no significa que no sea cierto. Por lo tanto, todos estos apoyos de
la izquierda más radical y trasnochada no hacen sino justificar en gran medida,
la política de Obama en esa parte del mundo. Rusia y China andan con la mosca
detrás de la oreja, y en ese contexto se entiende el apoyo a las sanciones de la ONU al extraño líder de Corea
del Norte. Una de ellas impide que a la monarquía comunista lleguen coches y
otros productos de lujo que, como podrán imaginar, son para uso exclusivo de
los miembros del partido en el gobierno. El pueblo bastante tiene con evitar
que sus vecinos terminen metiéndoles en la cazuela, tal es el hambre que pasan.
No llegará la sangre al río. El gordito, sencillamente, no
se atreverá a provocar una guerra porque ya se ha quedado sin aliados. Eso sí,
vamos a seguir pasando un buen rato con los comunistas patrios apoyando a un régimen
enemigo de la inteligencia. Una lástima que Gila no viva para hacer un especial
sobre la guerra de Corea. Después de todo, la risa es el mejor antídoto para
todos los males, donde se incluyen, por supuesto, el comunismo y los Valderas
de turno.
Sergio Calle Llorens
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