España será imparable cuando las personas
de izquierda amen más a nuestra nación de lo que odian a la derecha. Los
liberales, en cambio, podemos perdonar a la siniestra española por señalarnos a
diario como malos ciudadanos, pero nunca les perdonaremos el que nos coloquen,
una vez más, bajo el yugo del movimiento fascista catalán y del racismo
del PNV. Después de todo, nuestra generación es hija de la transición
porque nuestros padres y abuelos ganaron la batalla de la reconciliación.
Todo iba más o menos bien hasta que Zapatero
mandó asesinar la concordia entre españoles. Su plan, maquiavélico como pocos,
era dejar fuera a aquellos que habían protagonizado el éxito de la transición
para abrazarse con los que se habían quedado fuera; ETA y sus herederos.
El resultado es que la derecha no puede volver a gobernar nuestro país- sólo
puedo lograrlo con una holgada mayoría absoluta- porque la llave de La Moncloa depende
de grupos tan minoritarios como la pandilla que piensa que Vinicius es un
jugador extremadamente guapo y dicharachero.
Curiosamente,
toda la caterva de plumillas, reporteros y cazadores de subvenciones en forma
de publicidad institucional sólo hablan del plan de Pedrito Sánchez para
perpetuarse en el poder como ya advirtió Albert Rivera en el
congreso de los diputados patrio durante la legislatura pasada. Sólo tienen que visualizar el vídeo que
acompaña a este artículo para comprender las causas por las que el presidente
en funciones vendería a su propia madre para seguir un cuarto de hora más subido
en el Falcon. A Sánchez le preocupa poco si el senado- mayoritariamente controlado
por el PP- bloquea todas las iniciativas parlamentarias y hasta los
presupuestos, porque su única preocupación es sentarse en el comedor de La Moncloa
con su cuchicuchi- al que muchos llaman abiertamente Paco- con la que comparte
el amor por el poder. Pero la conspiración de Zapatero era la peligrosa.
Ciertamente, Sánchez no tiene escrúpulos para seguir defendiendo
que ha ganado cuando, en realidad, ha perdido. Sólo le queda su eficaz máquina
de propaganda que nos quiere convencer de las virtudes de un sistema en el que sólo
pueden ganar ellos. Zapatero tenía un plan y le ha salido tan redondo como la maquinación de José Antonio Griñán para evitar la cárcel. Un indulto más. Una granujada más. Un día menos de esperanza.
Sergio Calle
Llorens
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