Sepa, en
primer lugar, que la diferencia entre una hechicera y una bruja, son cinco años
de matrimonio. Para hablar del tema me desplazo al Valle del Genal. Un lugar
idílico en mi país. Un paraíso con alma tradicional y paisaje cambiante en
el que los bosques de castaños cubren de cobre las montañas y las colinas. Una
visión que parece sacada de la paleta infinita de un pintor. Del marrón se pasa
al amarillo en una idealización de la foresta que hechiza el alma.
En Gaucín
comemos en la Taberna del Zorro. Allí degustamos unas croquetas caseras de jamón, unas costillas asadas y un bacalao a la plancha. Todo regado con vino
de la comarca. En definitiva, un delicioso almuerzo que me salva del
verbo enmarañado de mi interlocutora. Una mujer que afirma pertenecer a una
larga extirpe de hechiceras. Afuera,
entretanto, el viento sopla furioso y yo pido un nuevo brebaje.
Finalmente contrataco recordando un filtro de amor que fue muy popular en la vieja Europa:
“Tollunt
piscem vivum, et mittunt eus in puerperium summ, et tan diu ibi tement , donec
mortuus fuerit, et decocto pisce vel assato, maritis suis ad comendendum
tradunt; ideo faciunt hoc, ut plus in amorem earum exardescant”
La hechicera
queda embobada escuchándome hablar en latín, pero su sorpresa se dispara cuando le hago de traductor simultáneo.
-
La
mujer se metía un pez vivo en la vagina y, una vez muerto éste, se lo cocinaba al
marido que sentía un amor irrefrenable hacia ella. Una especie de viagra de la
alta edad media, pero en plan guarro.
-
Increíble
-
Pues
mucho menos complicado y más asequible era otro sistema: Tollunt menstrum
suum sanguinem, et inmiscent cibo vel potui, et dant maritis suis ad
manducandum, vel ab bibendum, ut plus diligantur ab eis.
-
No
me lo puedo creer- responde la mujer.
-
Yo
tampoco me lo creía, pero las fuentes son verídicas. Algunas para encenderse
ellas, preparaban algunas pócimas con el semen del esposo. Como hechicera
deberías conocer estos métodos.
-
Ya.
Pero la
mujer, que tiene cara de tonta, absoluta e irreparable, dice que ella es más
bruja que hechicera, y que está en permanente contacto con espíritus que la llevan alertando
del peligro de un tsunami en las costas de mi región.
-
Eso
haría muy feliz a Juan Espadas- respondo divertido.
-
En
serio.
-
Y
tan en serio, lo que me parece de broma es que lleves dos años anunciando el maldito
tsunami, pero nunca termina de llegar.
La bruja,
o lo que sea, sigue dando datos que apoyan la tesis del tsunami. Por mi parte trato de huir del torrente de majaderías
que suelta por la boca. Al rato escucho el llanto lejano de un niño. Ella habla
y habla y un servidor, ajeno a la algarabía del viento, acomete una tarta de fresa.
Finalmente declina la tarde, se alargan las sombras y la villa queda suspendida
entre el misterio de la noche y los sonidos del campo. En la vida de este país,
de vez en cuando, es mucho mejor manducar en la más absoluta soledad.
Sergio Calle Llorens
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