El caso de Jack
el Destripador está lleno de esas historias circulares que tanto nos gustan
a los escritores. Relatos tan poco conocidos como la vinculación al caso del
personaje que inspiró al mismísimo Sherlock Holmes. Al parecer éste
estudió los crímenes de Whitechapel . Se dice que mandó una carta a la
policía en la que figuraba el nombre del criminal. Tampoco es de dominio
público que el actor que interpretaba a Dr Jekyll y Mr Hyde fue uno de
los primeros sospechosos de ser el asesino en serie más famoso de la historia.
El primero se llamaba Joseph Bell y el segundo Richard Mansfield. Bell, doctor y profesor en Edimburgo, llevó a
la horca al despiadado- Eugene Chantrell- que tomó como modelo Robert
Louis Stevenson para escribir el extraño caso del Doctor Jekyll y el
señor Hyde.
Pero al margen de las singularidades más
desconocidas de la investigación, he de añadir que todavía son muchos los
detalles que todo el mundo da por veraces cuando, en realidad, son
completamente falsos. Para ilustrarlo he de centrarme en los sospechosos. He
aquí la lista que va en orden cronológico:
· Richard Mansfield: La razón por la que el actor fue acusado tiene que ver con la denuncia de un escritor que fue a verle una noche al teatro londinense donde interpretaba los personajes creados por la inmortal pluma de Stevenson. Quedó tan impactado que no pudo dormir en dos noches consecutivas. Era imposible, argumentaba el periodista, que el intérprete pudiera pasar de un papel a otro sin ser el criminal que azotaba el East End londinense destripando prostitutas.
· Aaron Kosminksy: Fue identificado por un testigo que lo vio hablando con una de las víctimas. El problema es que se negó a testificar porque, siendo un judío como él, no quería que acabase ahorcado. Robert Anderson, comisionado de la policía metropolitana de Londres, declaró lo siguiente en 1910:
Undiscovered
murders are rare in London, and the "Jack-the-Ripper" crimes are not
in that category...I will merely add that the only person who had ever had a
good view of the murderer unhesitatingly identified the suspect the instant he
was confronted with him; but he refused to give evidence against him...In
saying that he was a Polish Jew I am merely stating a definitely ascertained
fact.
Kosminsky Fue internado en un
manicomio poco después de los crímenes donde, por cierto, no mostró ningún tipo
de comportamiento violento. Empero hay otra prueba, considerada por muchos como
definitiva: el chal supuestamente encontrado en la
escena del crimen de Catherine Eddowes el 30 de septiembre de 1888. Una
prenda recogida por un sargento de Scotland Yard y que habría pasado a
sus descendientes hasta llegar a nuestros días. En ella se encontró material
genético- ADN mitocondrial- que correspondería al barbero polaco ya que sus
familiares tuvieron a bien participar en el estudio realizado por la
universidad de Liverpool. Pero hay dos pruebas que refutan estas conclusiones
que señalan a Kosminsky: la primera es que el agente- Simpson- que afirmó haber hallado el chal no trabajaba para la policía metropolitana
que, como saben, era la encargada de la investigación. La segunda es que este
tipo de ADN mitocondrial lo comparten millones de personas.
· Montaigue John Druitt: Fue encontrado flotando en el Támesis el 31 de diciembre de 1888. Un mes después de haber sido despedido del colegio donde trabajaba. Tenía 31 años y su cuerpo llevaba tiempo en el río. La única evidencia que existe contra él es el convencimiento de sus familiares de que era Jack el Destripador. Hay dos razones que explican su suicidio: su despido del centro donde trabajaba tras ser despedido por un supuesto escándalo sexual, y su temor a estar volviéndose loco como su madre, pero no hay ninguna prueba clara para considerarle el asesino.
· Leather Apron: A principios de septiembre de 1888 la policía descubre que un hombre vaga de noche por las calles del barrio intimidando prostitutas. Se le conoce por su apodo “Leather Apron”. Un criminal que amenaza a las prostitutas con matarlas y descuartizarlas si se niegan a darle el dinero que éstas han conseguido de sus clientes. El sargento William Thick arrestó a John Pizer. Sin embargo, las autoridades lo pusieron en libertad porque tenía coartadas en las noches en las que se cometieron los crímenes.
· Michael Ostrog: Un doctor ruso que fue arrestado en 1873 por apuntar a un policía con una pistola. Los periódicos lo describían como muy inteligente, de modales delicados y de buena educación. Estuvo en varias instituciones psiquiátricos, pero ni era violento con las mujeres y estaba cumpliendo condena en Francia cuando los crímenes tuvieron lugar.
· Dr William Withey Gull: Este doctor fue elevado a sospechoso en 1970 por un famoso criminólogo llamado Thomas Stowell y, posteriormente en 1973 se le volvía a señalar como el responsable de las muertes en un documental. Recientemente su nombre también ha salido a colación en el libro de Melvyn Fairclough “The Ripper and the Royals”. La primera versión que apunta al médico de la Reina Victoria está basada en las visiones de un médium- R.J. Lees- siguió un rastro de sangre hasta la casa del doctor. Interrogado por la policía, el galeno declaró que sufría de frecuentes perdidas de memoria. La segunda alternativa implica al doctor en un complot para silenciar a cinco prostitutas encabezadas por Mary Kelly. Y es que las meretrices habrían chantajeado a la Corona por el supuesto matrimonio del Príncipe Albert Victor con Annie Elizabeth Crook. Creo los que hayan visto la película “From Hell” recordarán bien esta teoría en la que los masones y la realeza utilizaron la locura de Gull para proteger a la Corona. Teoría sugerente donde las haya en la que no es difícil dejarse llevar por ese carruaje del color de la noche donde viajaba en busca de sangre por las calles de Whitechapel. El problema es que Gull sufrió una embolia en 1887, un año antes de que los crímenes empezaran, y ni tenía la fuerza suficiente para cometer los asesinatos, ni el matrimonio entre el príncipe Albert y una mujer católica tuvo lugar.
· James Maybrick: En 1992 aparecen las memorias de un comerciante de Liverpool tras haber caído en las manos de Michaell Barrett que afirmaba, sin dar muchos más detalles, que se las había dado un amigo en un pub el año anterior. Aunque el diario no menciona el nombre del asesino, hay alusiones personales claras a James Maybrick que murió en 1891 tras la muerte de su mujer, Florence, que había sido arrestada por intentar asesinarle con arsénico. El diario, que siempre ha dividido a los riperólogos, es un fraude como muy bien reconoció el mismísimo Barrett. De hecho contiene todos los detalles de los crímenes que la mayoría ha dado por validos todos estos años. Para muestra un botón: el crimen de Mary Kelly en el 13 de Millers Court del que el autor del diario describe cómo colocó los pechos y otros órganos de su víctima en diferentes partes de la habitación- “Being hung around the walls like Christmas decoration”, pero los informes policiales destacan que todos los órganos estaban colocados en la cama.
· William Sickert: Ciertamente el pintor estaba obsesionado con el caso de Jack el Destripador, pero no cometió los crímenes por más que se empeñe en demostrarlo Patricia Cornwall. Ya saben que la americana sacó al mercado un libro titulado “Portrait of a killer: Jack the Ripper case closed” . En su cochambrosa investigación Cornwall afirma que Sickert era impotente y que por eso odiaba a las mujeres. El problema es que la mujer del pintor se divorció de él por adúltero y hoy sabemos que tuvo, además de un hijo nacido fuera del matrimonio, muchas y variadas amantes. Así que de impotente nada de nada. La autora también señala los parecidos entre los cuadros de Sickert y las escenas de los crímenes de Jack. En este mundo hay que añadir que Sickert tiene un cuadro inspirado en el asesinato de una prostituta- Emily Dimmock- en Camden Town en 1908. Además, el artista no estaba en Inglaterra cuando se produjeron los asesinatos.
En fin, amigos míos, podemos concluir que no es la verdad la que viaja por el mundo sino la opinión, aunque ésta se base en las más descacharrantes teorías apoyadas en datos eminentemente falsos.
Sergio
Calle Llorens
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