Hay miradas repletas de añoranza como hojas caídas en la
otoñada. En cambio, hay ojeadas circundantes cubiertas de odio incapaces de
apreciar la belleza de los atardeceres cárdenos de mi patria salada o los
oscuros encinares de los bosques. Este grupo desprecia todo lo que no percibe o
no entiende. En España esta pandilla
es mayoritaria y no hay día que no demuestre sus escasas entendederas.
Lean; Javier Cárdenas entrevista a un ex
atracador de bancos en horario de máxima audiencia y el tipo confiesa haber
matado a alguien por traición pero, ojo al dato, el crimen ha prescrito, y la
turba inquisitorial tuitera se lanzó a degüello sobre el periodista. Escribían
que “cómo era posible que con dinero público se entrevistara a un delincuente
y, encima, habiendo sido atracador de bancos". Pero vamos a ver muñequitos de
alelí, entrevistar con dinero público a delincuentes lo lleva haciendo la tele
andaluza desde sus orígenes y, que yo sepa, nadie ha protestado por ello.
Véanse los últimos 6000 millones defraudados por la secta del capullo. Por no
hablar de las entrevistas a el PP en
Canal Nou- con apagón informativo incluido en el caso del accidente del
metro de Valencia- o los interviús a
los del partido de Jordi Pujol, Rey del 3
por ciento. Así que no veo la novedad en que Cárdenas entrevistase a otro ladrón- enhorabuena Sherlocks de twitter- que, dicho sea de paso, nos viene
a recordar que los delitos de sangre en este Reino caducan para la ley, como ya
les he advertido desde estas mismas páginas.
Por otra parte, no veo nada más edificante que conocer las
andanzas de un señor atracador de bancos. Lo que habría dado yo por poder haber
entrevistado a John Dillenger. Lo
que habría pagado un servidor por unirme a una banda internacional para
desvalijar entidades bancarias por aquello de quien roba a un ladrón tiene mil años de perdón. El problema
es que la turba está siempre a salto de mata para demostrar cuan honrados son y
pasan la jornada, por cierto que forma tan triste de pasar por la vida,
señalando a todos aquellos que no seguimos la opinión púbica para que primero; nos coloquen el
sambenito y segundo; para que nos ejecuten en la plaza del pueblo. Ayer, como hoy, esa actividad la marca el Tribunal de la Santa
Inquisición.
¡No digan cadenas, digan Cárdenas!
Sergio Calle Llorens
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