No me gusta perder pero no me importa que me ganen si han
sido mejores que yo. Otros, en cambio, prefieren vencer aunque sea al precio de
perder las formas, la vergüenza y lo poco que aprendieron en la Facultad de Derecho.
Para botón de muestra el caso de Gerard
Piqué. El futbolista del Barça
que siempre que puede le recuerda al eterno rival que su club dobla en títulos
al Madrid desde la llegada de Cruyff a la entidad barcelonista. Esa,
y no otra, es la causa por la que los periodistas de la “central lechera” han
cargado contra el todavía jugador de la selección
española de Fútbol. De haberles
importado España, y es evidente que
no les importa, estos impresentables hubieran defendido la candidatura de Don Andrés Iniesta al Balón de Oro con la misma energía que la de su
favorito Cristiano Ronaldo.
Piqué, aunque a
muchos pueda extrañarle, no es independentista ni de lejos sino un joven que
defiende el derecho a decidir que
valora la unidad en medio de la diversidad. Sí, es posible que a algunos les
pueda resultar extraña esta afirmación, pero si se hubieran molestado de
investigar algo en vez de repetir las sandeces habituales que pululan por
muchos de los diarios madrileños, no tendrían que ver como el mismísimo Diario As- periódico hecho por y para
madridistas- pide perdón por el asunto inventado de las mangas de la
zamarra del equipo nacional. Dicho de otra manera, de haber estado informados el caso Piqué nunca hubiera existido.
A Piqué lo odian
por el 2-6-con golazo suyo incluido- y el 0-4 en el Bernabéu, por el 5-0 en el Camp Nou. También por las voces que se
ha choteado del Madrid en las redes
sociales y eso, como es lógico, no podía ser tolerado por el madridismo más
casposo. Los ataques de sus
turiferarios, por tanto, deben de ser entendidos en clave de rivalidad
deportiva malsana y nunca en términos políticos.
El madridismo se
cobra su pieza más odiada pero, como suele ocurrir en estos casos, su victoria
va a ser recordada como la mayor de las derrotas por haber apartado del equipo
de Lopetegui a uno de los mejores
centrales que ha dado este país. Un defensa que se ha partido la boca, y
literalmente, para que España ganara
lo que ha ganado en el concierto internacional. Cuesta creer que los
juntalíneas ni siquiera se molestaron en contrastar que la bandera nacional no
aparecía en las dichosas mangas, pero ese el nivel del reporterismo actual en
la vieja piel de toro.
La conclusión es
evidente; parte del periodismo patrio ha demostrado que su forma de
trabajar es una pulida corrección de sus odios más profundos. Solo les ha
faltado, tras el anuncio de Piqué,
ir a celebrarlo a Cibeles. Sencillamente
penoso.
Sergio Calle Llorens
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