El Atlético de Madrid siempre me ha parecido como esa
película dirigida por John Sturges en 1963 llamada “The Great Escape”- La Gran
Escapada en español- Un film que narra los intentos de fuga de un grupo de
prisioneros aliados de un campo de concentración nazi, durante la segunda guerra
mundial. La cinta es extraordinaria con
un elenco de actores en el que destacan James Garner, Richard Attennborough,
Charles Bronson, Donald Pleasance y el mismísimo Steve McQueen cuyo personaje,
Virgil Hilts, trata de fugarse constantemente para ser atrapado una y otra vez
por los nazis que lo llevan a la nevera. Una celda pequeña de aislamiento en la
que se castiga a los rebeldes como el piloto de las fuerzas aéreas
norteamericanas.
Como Steve McQueen, el Atleti ocupa el tiempo haciendo
túneles para huir de las garras de unos enemigos muy pérfidos. Planea, ejecuta
y escapa para ir a terminar capturado y lleno de polvo en la nevera en donde
Hilts mata el tiempo con la única compañía de un guante y una pelota de
baseball. Allí, comienza a fraguarse el próximo intento de huida y al mal
tiempo buena cara con una eterna sonrisa dibujada en el rostro. Al profano esta
actitud le es incomprensible. Al atlético medio, en cambio, es una forma de ir
por la vida.
Lo increíble, lo verdaderamente sorprendentemente, es ver a
los atléticos convertidos en Steve McQueen todos los años, con su chaqueta de
cuero de aviador y sus poses chulescas a pesar de que todos sabemos que
acabarán en la nevera; solos, vencidos y humillados, por un enemigo que
controla todas las salidas del campo y hace trampas. No, el Atleti no es Rock and Roll como
apuntaba el Mono Burgos, ni una canción tabernaria según Joaquín Sabina, sino
la suite compuesta por Elmer Berstein para la Gran Evasión. Y cuando ves al
rojiblanco marchar con la fe intacta en la victoria baja los acordes del tema
principal de esa película, uno siente, pese a no ser del Atleti, que no hay
nada más grande que el corazón de estos tíos.
Tal vez, algún día, en algún lugar, la película del Atlético
de Madrid no termine como la obra maestra de Sturges, y el Steve McQueen de
turno logre vencer a los malos saltando con su moto Triumph por encima de esas
alambradas que esconden los tesoros más preciados; la libertad y la Copa de
Europa.
Sergio Calle Llorens
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