Oleguer Fressas
fue un jugador del F.C Barcelona que
finalizó su carrera en el Ajax de
Ámsterdam. Tenía, y la sigue teniendo, pinta de radical vasco y, de hecho,
llegó a defender a Iñaki de Juana Chaos
en una carta. Aquello le costó que Kelme le retirara el patrocinio. De
azulgrana ganó dos ligas a pesar de que era un paquete sideral. La única
justificación que encontraban a su presencia en el rectángulo de juego era su
credo nacionalista. Nada más y nada menos. En el país de los tulipanes llegó a
jugar de medio estorbo tan solo porque
sus compañeros no dejaban de lesionarse. Allí los aficionados locales, a nadie
puede sorprenderle, también le apodaron el paquete. Y si en el campo sus
cantadas eran espectaculares, lejos de él
cantaba la Internacional y Els
Segadors. Con ese currículum no es extraño que terminara votando a la
CUP. Hoy afirma que le daba vergüenza
ponerse la zamarra nacional porque “España oprime a los pueblos”. Entre nosotros, ahora que no me lee nadie; no
lo llamaron a jugar con el equipo nacional más que una vez porque, perdonen la
reiteración, era un paquete.
Fernando Trueba
tampoco se siente español. Es más, cuando recogía el Premio Nacional de
Cinematografía recalcó que jamás, ni cinco minutos siquiera, ha podido identificarse
con esa condición nacional. No seré yo quien le afee el gesto al galardonado
porque con esa mirada es muy posible que no vea las cosas muy claras. Además
tiene un ojo ciertamente independentista. Así que sus dudas entre Diderot y Cervantes
pudieran estar más que justificadas. Lo
único censurable es que haya repudiado su nacionalidad el mismo día en el que España le concede la distinción.
Gerry Adams no es
español por lo que no puede renunciar a esta patria. Sin embargo, nada le impide apoyar la imposible
independencia de Cataluña como antes
hacía con la causa de los asesinos de ETA . Lo que no sé es si su soporte a los nacionalistas catalanes lo hace
en su condición de antiguo lugarteniente del Ejército Republicano Irlandés- IRA- en sus buenos años de Ballymurphy, como representante del
gobierno de Irlanda del Norte o, tal
vez, como tío de su sobrina a la que no hizo ni puñetero caso cuando ésta le
contó que su propio padre, es decir su hermano, abusaba sexualmente de ella en
casa.
Como soy un hombre de muchas dudas pero de muy escasas
certezas, los tres personajes citados me sirven como recordatorio de que estoy,
al menos, en el lado correcto de la lucha política. Que Oleguer afirme que España es
una opresora de pueblos cuando los catalanes disfrutan del mayor autogobierno
del mundo, solo superado por Quebec,
o cuando, por ejemplo, los españoles pagamos de nuestros impuestos
los programas de RTVE en catalán, me
hace convencerme de mi superioridad
intelectual. Que Trueba nos vaya con
el cuento del internacionalismo y de la erradicación de las fronteras mientras con una mano reniega de su identidad
y, con la otra recibe subvenciones de los que sí tenemos esa identidad, no deja
de ser ilustrativo de cuan soplapollas puede ser un director de cine. Que la
guerra de Gerry Adams no haya
servido ni para que su provincia irlandesa tenga la mitad de competencias que
la Región de Murcia, solo puede provocar vergüenza ajena. En cualquier caso, a
nadie se le puede obligar a sentir y a pensar como uno. Especialmente cuando
ellos, los tres prendas, no son españoles sino naturales del país de los bobos.
Sergio Calle Llorens
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