Yo, Sergio Calle Llorens, miembro de honor de la Orden de los Caballeros de Alborán, confirmo que llevo más de una década sin decirle un piropo a ninguna señorita de muslos mordisqueables. Y cuando digo ninguna, quiero decir ninguna. Por ello, la propuesta de la Presidenta de la Asociación contra la Violencia de Género, Ángeles Carmona, no me afectaría lo más mínimo. Sin embargo, no he de pasar esta oportunidad que me brindan estas señoras para compartir con ustedes mi modesta opinión.
Creo que en ciertas ocasiones algunos hombres llevan los piropos demasiado lejos y, por supuesto, algunas hembras pueden sentir que están invadiendo su libertad. No obstante, a lo largo de mi vida, insisto siempre en el pasado, he regalado a amigas o compañeras múltiples comentarios positivos sobre su belleza. Eso sí, con todo el respeto del mundo. En todos los casos, las recibidoras de los cumplidos disfrutaban de lo lindo con mis comentarios. No obstante, un día tomé la decisión de no volver a hacerlo. Ocurrió de forma gradual. No tuve ninguna experiencia traumática, simplemente sentía, y siento, que los hombres somos considerados enemigos por una pandilla de feministas trasnochadas con mucha mano, desgraciadamente, a la hora de crear leyes contra el colectivo de hombres heterosexuales. Hoy día, según la ley española somos culpables hasta que no se demuestre lo contrario. Así que de motu propio, cerré el grifo de los piropos.
En verdad, desconozco si la señora Carmona sufrió mucho en su juventud como mujer. Tal vez está resentida todavía porque a ella nunca nadie la sacaba a la pista en los bailes del colegio. Quizá, como muchas de esas criaturas que odian a los hombres, necesita que alguien le arregle las cañerías que llevan tanto tiempo en desuso. En cualquier caso, no seré yo la solución a sus problemas de fontanería. Lo que pasa es que estoy convencido de que llegará el día que estas talibanes feministas quieran prohibir, ya lo verán, cualquier alusión a Dios durante el coito; por ser una figura patriarcal y porque en una España laica cualquier alusión religiosa debe de estar proscrita en nuestra sociedad. Antes ya habrán acabado con los árboles de Navidad cristiana y con la dictadura del pene. Vivirán y morirán sin piropos pero también sin saber que el peor enemigo de una mujer es, casi siempre, otra mujer.
Sergio Calle Llorens
Soy escritor, investigador, guionista, profesor de idiomas y muchas cosas más que no caben aquí. También tengo una sección en Espacio en Blanco de RNE. El mundo se divide en dos categorías, los que tienen el revolver cargado, y los que cavan, tú cavas.
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Amén a tu último párrafo: sólo hay demagogas por kilómetro cuadrado.
ResponderEliminarComo ha dicho Pérez Reverte; En España una ardilla puede cruzar toda la península saltando de gilipolla en gilipollas sin tocar el suelo. No hay nada más que añadir.
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