Una mente privilegiada como la mía que, digamos, surge cada
diez o doce generaciones, no puede vivir bajo la dictadura de una turba tan
delirante como la andaluza y, mucho menos, de izquierdas. A veces he
soñado con la posibilidad de haber nacido en una tierra normal aunque, dicho
sea de paso, eso hubiera resultado en perderme el mediterráneo. Al menos me
hubiera librado de cretinos como Felipe Alcaraz.
El comunista irredento aprovechaba los sucesos de Gamonal
para pedir una concentración en la
Puerta del Sol madrileña y, de paso, abrir un proceso
constituyente. Todo acabaría en una III República de estilo bolivariano. En
realidad, el patético andaluz sigue la estela de Largo Caballero cuando en 1936
afirmaba:
“No creemos en la libertad ni en la democracia como valor
absoluto. Si las derechas ganan en las elecciones, tendremos que ir a la guerra
civil”.
Por eso, Alcaraz, Lara y Llamazares llaman a la movilización
general para que los manifestantes consigan en la calle lo que no han podido
nunca en las urnas. Uno que sí venció en unas elecciones como miembro de un
partido de izquierdas fue Rubalcaba pero al perder dejó la siguiente
perlita:
“Tras la victoria de las derechas por la inoperancia del
PSOE. Queremos otra democracia”
La frase de Rubalcaba, que nunca subió una paga, fue
pronunciada el año pasado. El mismo en el que sus sindicalistas granujas le
montaron un escándalo porque la Juez Alaya
había enchironado a unos cuantos de los suyos. Ya les digo que esta gentuza es
la misma que luego se lleva las manos a la cabeza cuando alguien quiere evitar que a la Infanta Cristina le hagan el
paseíllo. Y no seré yo quien defienda privilegios relaes, pero un poquito de
coherencia no les iría mal a esta pandilla del absurdo.
Como la izquierda no puedo hacer de Indalecio Prieto en 1931
cuando sacó una pistola en el congreso y apuntó a sus rivales ideológicos, pues
se apuntan a las algaradas callejeras. Dicho de otra manera, se meten a Cojos
Manteca y, sin moverse del sillón ya que siempre hay descerebrados profundos
dispuestos a hacerles el trabajo sucio.
La peor opinión es la opinión pública y, especialmente,
cuando está basada en una cristalización ideológica tan absurda. Además es
contradictorio en sí mismo que apoyen las reivindicaciones de un barrio de
Burgos y, escupan a las víctimas del terrorismo a continuación. Incluso un
actor de infausto recuerdo ha apoyado una manifestación de simpatizantes de ETA
en Madrid. También se ha atrevido a decirnos que en España llevamos 4 décadas
luchando para conseguir lo que tiene Cuba: La cartilla de racionamiento,
imagino.
La estrategia de la izquierda es criminalizar a todo aquel
que vote a sus contrarios. Tienen el apoyo de muchos medios de comunicación
cuyo encefalograma plano está próximo a la babosa aquella del pleistoceno. Ninguno
de esos gurús informativos sería invitado nunca a un congreso de mentes, como
la mía, brillantes, a no ser que lo pagaran ellos.
Sólo en un país completamente desnortado, tipos como Alcaraz
o Sánchez Gordillo podrían tener un asiento en un parlamento y, al mismo tiempo,
apoyar a todos los movimientos que aspiran a asaltarlo. Les
puedo garantizar que en países como Dinamarca los mencionados estarían en la cárcel. Y es que nadie podría tomar en serio a zangolotinos que dicen lo
siguiente:
Rajoy,
descendiente de los "conquistadores" pide el aval para su política a
un sucesor de los esclavos africanos. ¡Quien lo iba a decir!
Estamos hablando del Coordinador de IU que, como se puede
deducir de sus palabras, no tiene coordinadas ni dos neuronas en el cerebro. Por
no hablar de ese Albertito Garzón que a veces parece aspirar a dirigir una checa
en pleno siglo XXI.
España necesita una derecha moderada y moderna pero,
también, a una izquierda que huya de las siguientes palabras del fundador del
PSOE, Pablo Iglesias:
“Nuestras ideas no se encuentran en el parlamento. Este
partido está en la legalidad mientras la legalidad le permite adquirir lo que necesita, fuera de la legalidad cuando
ella no le permite realizar sus aspiraciones”.
Por eso, me gustaría dirigirme a todos esos políticos que he
bautizados como Cojos Manteca, para decirles que siempre hay alguien mucho más
duro de pelar y que cuando la sangre empieza a correr, bien lo sabe España, luego
es muy difícil taponar la herida. Respeten como mejor forma de hacerse
respetar. Pónganse en la piel de los rivales ideológicos y no nos traten como
enemigos a los que eliminar. Tienen una gran responsabilidad y la historia les
juzgara por ello. Pero si insisten en quemar, destruir, usurpar y atacar, sólo
me queda una cosa por añadir una frase atribuida a un soldado de los viejos
Tercios de Flandes: Espada tengo. El resto, Dios lo remedie.
Sergio Calle Llorens
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