Los sindicalistas andaluces tienen siempre la sensibilidad
en la palma de la mano. Si había dudas
de ello, ahí tienen las últimas revelaciones sobre el dimitido Sevilla que
publica el Diario El Mundo.
Entre otras cosas, afirma que no puede colaborar con la
justicia porque eso sería como hacerle el trabajo a la dichosa jueza Alaya. Deja
claro que la Federación
andaluza de UGT no ha tenido nunca la intención de facilitarle la tarea a la
juez de Sevilla que investiga la trama de las facturas falsas. También se
desvela el reconocimiento de que la
UGT-A ha cobrado de los ERE y que no se tienen que ruborizar
por ello. Incluso llega a afirmar que no querrían que esos gastos fueran
sufragados por los sindicalistas. Tras estas afirmaciones, la bronca se montó
en la reunión del sindicato donde muchos afiliados se quejaban de que la imagen
que había quedado de ellos era de unos vulgares chorizos. Bienvenidos a la
realidad.
La vanidad, el sinvergonzerío y el orgullo de los miembros
de la Garduña
socialista es tal, que ni siquiera se
ponen a pensar en el tremendo daño que le están causando al movimiento
sindical, porque seamos claros, España necesita el sindicalismo pero no tener
unas centrales que viven de la teta gorda de los presupuestos y roban, a la
menor ocasión, cuan vulgares forajidos.
Yo no estoy en contra de que la gente se afilie a un
sindicato, pero que no lo pague yo con mis impuestos. De igual forma que no
estoy en contra de la prostitución o las drogas, pero sí, y de forma radical, de
que yo me haga cargo de esos vicios.
En cualquier caso, ha quedado demostrado que el asunto de
los ERE no era un caso de tres chorizos. La cosa era, y es, mucho más grande;
unos sindicatos que con la connivencia o inacción de la Junta de Andalucía están
robando a los parados, empresarios y todo hijo de vecino. También ha quedado
suficientemente acreditado como han falsificado maletines y han fomentado la
economía de países orientales en los que la explotación del trabajador es el
primer mandamiento.
Que durante la asamblea del 30 de octubre el dimito Sevilla
avisara de que no iba a colaborar con el titular del Juzgado de Instrucción 6
de Sevilla con la no entrega de los trabajos realizados en la comisión de
investigación, demuestra hasta que punto debemos cerrarles el gripo a esta
pandilla de criminales. No es de recibo que encima de sus probados delitos, la
pandilla sindical monte escraches para defender a los miembros corruptos de su
organización y oculten las pruebas de sus corruptelas.
Sencillamente el señor Sevilla tiene mucho de lo que ruborizarse.
También se les debería caer la cara de vergüenza a todos esos socialistas que,
pese a lo publicado, han seguido regalando millones a su sindicato hermano. Ni
esto era cosa de dos chorizos, ni los miembros de la secta del capullo pueden
irse de rositas ante el latrocinio institucionalizado que practican.
En el caso de los sindicatos, hemos de aplicar la misma
lógica que con el caso Bárcenas. Si Rajoy no sabía nada de la contabilidad B,
se debe de marchar por inútil porque fue él quien le nombró. Igualmente, Susana
Díaz ha seguido manteniendo a un sindicato con sus subvenciones a sabiendas de
que eran corruptos. Y si no lo sabía, debe dejar el cargo por conceder
subvenciones al sindicato del crimen.
No pueden seguir echando balones fuera. Un caso de corrupción
debe ser igual y ser tratado igual, independientemente de quien lo cometa. De
igual forma, un ataque a la sede de Ciudadanos en Cataluña o a la de
Convergencia en Madrid, deben ser condenados por todas las fuerzas políticas. La
cristalización ideológica que impide ver la paja en el ojo propio es uno de los
males de la democracia española.
El señor Sevilla no va a hacerle el trabajo a la juez porque
se quedarían con” el culo al aire y sin capacidad de defensa “ante las
denuncias interpuestas por el sindicato Manos Limpias. No lo digo yo, lo ha
dicho él mismo. También ha afirmado que habla más con el señor Méndez que con
su mujer. Una forma curiosa de decir que el padrino de la organización sabía
todo lo que se cocía en el sur.
Sergio Calle Llorens
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