Intentaré ser breve pues me consta que es un hombre
tremendamente ocupado. Verá, el motivo de mi misiva se debe a que recientemente
su gobierno ha aprobado una ayuda de un millón de euros a tres proyectos entre
los que se encuentra el derecho a decidir del pueblo vasco. Un dinero, señor
mío, que irá destinado a la izquierda nacionalista que ha asesinado a miles de
mis compatriotas.
No pretendo darle ninguna lección histórica, pero el derecho
a decidir, tal y como la autodeterminación, se dan en pueblos que han sufrido
un proceso de descolonización. En verdad, querido embajador, el País Vasco
siempre ha formado parte de la nación moderna más antigua de Europa; España.
Mucho antes, por supuesto, que el pequeño reino de Noruega existiese. Por
tanto, no entiendo que ustedes se metan en los asuntos internos de otro país
europeo.
Recientemente Noruega sufrió un brutal ataque terrorista en
el que un ultraderechista asesinó vilmente a cientos de jóvenes
socialdemócratas. Aquel terrible acontecimiento despertó la solidaridad del
pueblo español. Un pueblo que, como sabe, ha sufrido como nadie la sinrazón
terrorista. Me pregunto qué sentiría usted y su pueblo si el gobierno de España
sufragara los gastos de la defensa del asesino confeso y convicto. Y, para más
INRI, organizara un foro del derecho que tiene el condenado a hablar de las
razones por las que el asesino decidió acabar con la vida de tantos inocentes.
También me interrogo sobre los sentimientos de sus compatriotas si España
decidiese pagar las vacaciones de los árabes que han violado a una joven
noruega a la que la justicia de Los Emiratos Árabes Unidos ha condenado por tener
sexo fuera del matrimonio. Pues bien, es así como nos sentimos muchos españoles
en estos momentos en relación con el gobierno noruego.
Como buen noruego seguro que se siente mejor y moralmente
superior a los habitantes del sur de Europa. No le culpo, yo me siento igual en
relación a ustedes. Entienda que provengo de un país con una cultura milenaria
que ha regado el mundo con su sangre, su lengua y su cultura. Ustedes, en
cambio, sólo han exportado racismo y jamás se han mezclado con nadie. Por ello,
nosotros sentimos una gran solidaridad y empatía por todos los pueblos del
mundo. Ustedes sufren por su gente pero son incapaces de mostrar su solidaridad
por “los sucios habitantes del sur del viejo continente”.
El gobierno de su país ha elegido estar al lado de los
verdugos que asesinaron a mujeres, niños y hombres. Sus familias los siguen
llorando. Hay adultos hoy que no pudieron conocer a sus padres cuyo rostros,
hágase cargo, se han difuminado con el paso del tiempo. Por eso, al apoyar a
estos asesinos, Noruega se convierte de facto en una nación enemiga de España.
Dicho de otra manera, se colocan ustedes al otro lado de la trinchera, a no
ser, claro está, que en el plazo de 48 horas, su patético gobierno rectifique.
Pasado ese tiempo, nosotros, ciudadanos libres del Reino de España iniciaremos
una campaña de boicot contra Noruega y sus productos. Al margen del boicot,
vamos a ponernos en contacto con todas las asociaciones y clubes culturales y
deportivos para excluir cualquier participación noruega en eventos varios.
Finalmente decirle que aunque no contemos, de momento, con
el apoyo de nuestro gobierno, vamos a hacerles pagar la afrenta muy cara.
Aprenderán a no escupirnos a la cara de esa manera. Sin otro particular,
aprovecho la ocasión para mandarle un saludo muy poco cordial.
Sergio Calle Llorens
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