Málaga quiere hacerle el amor a María Gámez a la
australiana; tirarse a la canguro y que ella se vaya pegando botes. Sólo lejos
del mediterráneo, la impresentable dejaría de hacer daño a la Capital de la Costa del Sol y su
provincia. Ni siquiera hoy, en la que el Alcalde de Málaga ha ido a Andalucía
para hablar sobre el último tramo del metro de Málaga, ha sido capaz de apoyar
los deseos de los malagueños de que el último tramo sea soterrado. Ella, a lo
suyo, tratando de echar a su número dos por no plegarse a sus barrabasadas.
Las décadas en las que Málaga ha sufrido el poder de la Junta demuestran que no hay
nada parecido a la inteligencia en el mundo andaluz. Su único talento es el latrocinio. Tenemos el
enemigo dentro de casa y lleva la bandera de Andalucía. Hasta Bruselas pide modernizar los puertos del
mediterráneo frente a los congestionados del norte del continente, y Griñán
calla, y Zoido habla con la ministra de Fomento para dragar el Guadalquivir, y
cometer el mayor delito ecológico en la historia de la región, con tal de
quitarle a Málaga y Cádiz el negocio de los cruceros.
Les hablaba del último tramo del suburbano y el Presidente
de la taifa y el Alcalde de Málaga se reunirán en septiembre para seguir
discutiendo y sin ponerse de acuerdo. Lo único que saldrá en claro es que
apuntalaran al señor de la Torre
en la Casona
del parque. El pueblo lo ve así; PSOE en un partido que defiende los intereses
del Guadalquivir y el regidor malacitano el que les hace frente. Nadie se
acordará de sus incumplimientos o de sus fracasos como el plan de la judería.
La única salida es dejar de pertenecer a esta República
Bananera de Andalucía y gobernarnos a través de la Diputación. Málaga
daría un salto de calidad y sería, de paso, un ejemplo para que todas las
provincias tomaran el mismo camino. Nuestra provincia rebelde puede marcar el paso al resto de España. Cuando vean lo que podemos crecer sin el lastre
andaluz, nadie, en su sano juicio, querrá pertenecer a autonomías con alma de
sanguijuelas.
La prensa internacional es unánime; la España de las 17 autonomías
es inviable políticamente y económicamente. Conclusión que comparten muchos políticos
de todas las tendencias. Ha llegado el momento, por tanto, de dar la batalla para matar Andalucía de una
vez por todas. El pueblo, en cualquier caso, podrá seguir siendo andaluz sin
tener que costear la partida de bandoleros que campea en la Junta. Antes el número de
personas que apoyaba mis tesis cabían en una habitación. Hoy, en cambio, somos
legión. Y la legión siempre acude cuando sus hermanos están en peligro. ¡A por
ellos!
Sergio Calle Llorens
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