martes, 16 de abril de 2013

¡LA ÚLTIMA BATALLA!


Sigo flotando sobre una ola de mar triste. Llevo demasiadas desilusiones y a veces no tengo ganas de continuar. Escribir es meterse en problemas, y yo, me he metido en unos cuantos. No es que me queje por ello, pero es una lucha solitaria y con muy pocas satisfacciones. Es la soledad de un soldado viejo con demasiadas heridas en el cuerpo. Empecé por una necesidad vital de contarles mi visión de un mundo que creía haberme pateado, pero no sé nada y, reconozco, mis ideas no valen ni un pimiento. Muevo la pluma como mi espada, con oficio y con los mismos reflejos, pero me va fallando el corazón y ya no arremeto con la misma furia.

Incluso, en ocasiones, prefiero a los enemigos pues éstos al menos siempre me han tenido un desprecio absoluto. En cambio, los que se suponen deberían estar a mi lado, suelen dejarme los flancos al descubierto cuando me acuchillan sin piedad. Muchos me escriben para denunciar casos, y yo, por supuesto, les agradezco el detalle en el alma, pero siempre  en el transcurso de mis investigaciones, me topo con un silencio de aquellos que podrían derribar al régimen andaluz. Tienen verdadero pánico a la mafia de la Junta de Andalucía. En verdad, como decía Aristóteles, sólo es digno de la libertad quien sabe conquistarla cada día. Y el andaluz está cómodo mandando mensajes en la red pero cuando se trata de comprometerse, ¡ay amigo!, entonces el campo de batalla queda desierto y las banderas, que dijeron defender, quedan tiradas sobre la hierba. Como consecuencia, los carcamales de Griñán y Valderas morirán en un despacho oficial sin haber dado palo al agua y, dejando que los suyos se lo lleven crudo. En este sentido, no yerro al afirmar que no puedo darles la formula del éxito, pero sí la del fracaso; tratar de complacer a todos. El andaluz, sin saberlo,  contenta a todos acudiendo a tópicos en los que se defiende que toda la clase política es igual, y por ello, no le importa que los socialistas sigan gobernando. Y a los que les importa, no quieren arriesgar más de lo necesario.

Yo pertenezco a un tipo diferente de hombre; cuando doy mi palabra la cumplo. Soy de una estirpe que pelea porque, sencillamente, no nos enseñaron a hacer otra cosa. Mi rebeldía es una actitud que nace del convencimiento de que Dios, de alguna manera, siempre bendice a los valientes. Una amiga romana suele decirme; “Sergio, per che stai sempre con il coltello tra i denti?” Chi bisogna stare sempre cosi? Y aunque trato de explicarle mi punto de vista regada con la mejor de mis sonrisas, nunca llega a entenderme del todo. A pesar de ello, he llegado a la conclusión de que el combate me ha llevado al agotamiento. Además, el trabajo que yo he hecho hasta ahora correspondía a una pluma más firme, a alguien más respetado y respetable. Por eso, cuando haya gastado las balas de mi viejo mosquete, me iré con la música a otra parte y, esta vez, será para siempre.

Coda: Estén atentos que comienza la última batalla.

Sergio Calle Llorens

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