Cuenta la leyenda que Robert Johnson vendió su alma al
diablo en el cruce de la autopista 61 con la 49 en Clarksdale- Misisipi, a
cambio de interpretar el blues mejor que nadie. El Rey del Delta Blues tuvo una
corta existencia rodeada de misterio. De él sabemos casi tan poco como de
Jesucristo. El ánima que se llevó Belcebu nos dejó 29 canciones que han influido en todos los grandes guitarristas del mundo. Su
técnica de guitarra se basaba en la evolución del estilo de Son House, con
glisandos y contrapuntos de la mano de un compás 4/4. Fue el gran
maestro de la guitarra slide que consiste en deslizar sobre las cuerdas un tubo
metálico para conseguir un sonido sinuoso y amenazante.
El Blues nació de la desesperación de los esclavos y, a mi
juicio, enlaza con el flamenco que surge de la insoportable idea de lo efímero
de la vida. Músicas con alma sufrida que navegan por los azarosos mares de
nuestra existencia. El Blues tuvo un hijo bastardo al que llamaron Rock and
Roll. Una música que siempre acude a mi rescate cuando las olas me estrellan
contra la Isla
de los Naufragios.
A veces cuando la oscuridad vence, por fin, a la luz, me
gusta sentarme junto al fuego y escuchar el Crossroads de Robert Johnson como
ejemplo fundamental del Delta Blues. Las llamas de la leña proyectan imágenes caprichosas
en mi salón, y yo, aunque les parezca mentira, siento la presencia de ese
bluesman fallecido en agosto de 1938. Es una visita que me estremece con cada uno de sus malditos acordes.
El propio Johnson murió en extrañas circunstancias, unos apuntan a un marido
celoso que lo envenenó, otros a la sífilis, e incluso hay quien señala al mismísimo
Satán que vino a asegurarse que el de Misisipi cumplía con lo pactado. Tampoco
tuvieron fortuna aquellos guitarristas que osaron interpretar Crossroads muchos años después.
Dicen que Crossroads está maldita; Erin Clapton, Lynyrd Skynryd and la Allman Brothers Band
experimentaron la pérdida de seres queridos en muy extrañas circunstancias.
Puede que no me crean, pero les invito a escuchar el Crossroads
con las luces apagadas para que puedan entender lo que aquí les dejo escrito. Les aseguro que hay algo extraño y, por
supuesto, cautivador, en esa forma de tocar la guitarra. Antes de hacerlo,
recuerden que Johnson trabajo sin descanso para perfeccionar su técnica con el
instrumento que tanto amaba. A veces, junto a su buen amigo Willie Brown, se
sentaba en las tumbas de viejos cementerios para entonar melodías a la luz de
la luna. En tombstone Shadow aprendió a perfeccionar su Slide Techinique
mientras bebía cerveza. También allí fue donde compuso su “me and the devil”. Un
diablo que terminó de reclamar su alma a los 27 años de edad. Les aseguro que
después de escuchar el Blues de Johnson, nunca más volverán a detenerse
tranquilo en un cruce de caminos.
I went to the crossroad
Fell down on
my knees
I went to
the crossroad
Fell down on
my knees
Asked the Lord above Have mercy now,
Save poor Bob, if you please
Sergio Calle Llorens
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