Soy escritor, investigador, guionista, profesor de idiomas y muchas cosas más que no caben aquí. También tengo una sección en Espacio en Blanco de RNE. El mundo se divide en dos categorías, los que tienen el revolver cargado, y los que cavan, tú cavas.
viernes, 30 de septiembre de 2011
EL CASO THYSSEN
Un artículo de prensa de Teodoro León Gross en el diario confirmaba las sospechas de la ciudad. Narraba como a las cuarenta y ocho horas posteriores al anuncio oficial de que la colección de la baronesa Thyssen se instalaría en Málaga, nadie de la Junta de Andalucía o del Ministerio de Cultura había llamado al alcalde de la ciudad para felicitarle por la noticia. Algo habitual en este tipo de situaciones. Muchos se preguntaban por qué el gobierno regional ninguneaba de esta manera a la provincia. Para contestar a este interrogante me puse a trabajar durante un tiempo para conocer los entresijos del éxito malagueño y del consiguiente enfado del gobierno regional.
La Lucha por la Colección
La llegada de la colección de la Baronesa Thyssen en Málaga tiene a dos protagonistas fundamentales; Carmen Cervera y Francisco de la Torre. La primera porque es una enamorada de Málaga y sus cosas, incluida la semana santa malagueña. El segundo porque realizó una labor ardua y difícil para que la colección tuviera como destino final la ciudad donde gobierna. Fue un lustro lleno de negociaciones en los que la perseverancia del primero de los malagueños dio sus frutos. El momento más difícil fue cuando una vez ya se había producido el acuerdo con la baronesa, la Junta entró cuan elefante en una cacharrería. Fue a través de un alto cargo del gobierno regional que cometió el error de llamar a la señora Cervera cuando ésta estaba reunida con el propio alcalde de Málaga. Aquello encendió todas las alarmas en el ayuntamiento. Desde ese momento, las instrucciones de de la Torre fueron claras; acelerar el proceso de firma con la baronesa del convenio para que nadie le hurtara a la ciudad la colección. En esa fase, Málaga se temió lo peor, sobre todo cuando emisarios de la Junta se reunieron con la baronesa en dos ocasiones.
Lo que les cuento ahora es absolutamente confidencial. Mi fuente me aseguraba que en la primera reunión, la Junta y el PSOE le ofrecían dinero y un gran edificio en el centro de Sevilla para albergar el museo. Dicho de otra manera, la Junta que pagamos todos y la propia administración estaba siendo utilizada para robarle la colección a Málaga. La Baronesa, mujer de palabra, dio un rotundo no. Sin embargo, los socialistas no se rindieron y propusieron que la colección andaluza del museo fuera para Sevilla. En principio, la baronesa dudó. Al fin y al cabo, en esos momentos se habían iniciado otras conversaciones para albergar los fondos catalanes en la localidad de Sant Feliú de Guixols, y no era descabellado pensar que Sevilla podía albergar la colección andaluza. En este sentido, el concejal de cultura del Ayuntamiento de Sevilla, Juan Carlos Marset, sorprendió a todos declarando que las negociaciones con la baronesa para ubicar en su ciudad la colección de pintura andaluza. Algo que corroboraba horas más tarde el alcalde de Híspalis, señor Monteseirín, político muy conocido en toda España por el asunto de los astronautas. Ambos políticos declaraban que sería muy bueno para Andalucía que las dos ciudades se repartieron los fondos de la baronesa.
Investigación
Las semanas posteriores a las primeras reuniones fueron un auténtico órdago para el señor De La Torre. Éste conocía tanto las reuniones como los intentos finales para llevar parte de esa colección a orillas del Guadalquivir. Lo que nunca supo el Alcalde es que en el propio PSOE de Málaga hubo maniobras para torpedear el establecimiento de la colección en la ciudad mediterránea. De hecho, los socialistas malagueños no repararon en medios para desacreditar la candidatura de su propia ciudad. Llegaron incluso a levantar dudas sobre la incapacidad económica del propio consistorio. Era, como no podía ser de otra manera, un intento de torpedear la reelección del alcalde del PP a la alcaldía. Fue entonces cuando recibí una llamada de mi fuente en el PSOE de Málaga diciendo que uno de los dirigentes del partido socialista estaba reunido con el consejero de cultura de la Junta de Andalucía, Paulino Plata. Hombre clave en esta historia.
Intenté por todos los medios que otras fuentes me corroboraban la noticia. Me fue imposible a pesar de que todo indicaba que mi informante no faltaba a la verdad. Ésta me juraba que la reunión se había producido en la propia consejería de cultura en Sevilla. Sin embargo, alguien ajeno a mi persona iba a desvelarme un plan para terminar de convencer a la baronesa. Se trataba de una mejora en la oferta. Lo sorprendente del caso es que la nueva propuesta partía del partido socialista en Málaga. Ni que decir tiene que como no tenía forma de corroborar sus afirmaciones, tuve a bien reunirme con él en la iglesia Sagrado Corazón de Málaga. Un templo neogótico construido en 1920, según el proyecto trazado en 1907 por el gran arquitecto Fernando Guerrero Strachan. El lugar ajeno a las miradas ajenas nos sirvió para mantener una conversación harto interesante. Allí, bajo una de las tres naves, me rebeló sotto voce que María Gámez estaba detrás del asunto. Y todo porque no podían permitir que el alcalde al que ella se iba a enfrentar a las elecciones a la alcaldía. Llegado a este punto, quiero destacar el hecho de que en aquellos días, nadie sabía que la hija del farero con menos luces que un barco pirata iba a ser la cabeza del cartel socialista.
La Traición
Reconozco que en esos momentos no supe ver la gravedad de lo que mi fuente me estaba desvelando. Al fin y al cabo, no podía creerme que el PSOE fuera a cometer el craso error de presentar a alguien de tan escaso nivel a luchar en la arena política con un peso pesado como De La Torre. Y mucho menos, que los socialistas malagueños estuvieran conspirando para que parte de la colección tuviera como destino Sevilla. Además, mis indagaciones sobre el caso me llevaron a contactar con allegados del partido de la rosa que me negaron la mayor. Así que dejé pasar el asunto. Sin embargo, cuando se produjo el anuncio de que la colección de la baronesa tendría su sede en la Capital de la Costa del Sol, la alegría de los malagueños contrastaba con el pesar de la Junta y el PSOE, que rompiendo con todos los precedentes se negaron a felicitar al alcalde de Málaga. Por entonces, Gámez ya era candidata a la alcaldía. Fue entonces cuando mi fuente volvió a llamarme para citarme en otro punto de la ciudad.
Acababa de tornar de la lluviosa Dublín cuando mi teléfono sonó. Acordamos en vernos una tarde en un bar en el Paseo Marítimo de Pedregalejo. Con un travieso viento de Levante y degustando un pescaíto frito, mi contacto me recriminó no haber seguido tirando del hilo y me contó las causas por las que María Gámez fue elegida candidata. Al parecer, y según su propia versión, Rafael Fuentes y su número dos, Mariluz Reguero renunciaron a sus actas de diputados para dejar paso a la delegada de la Junta en Málaga debido a las presiones del propio Griñán. Era la forma de agradecerle el apoyo para que la colección andaluza de la baronesa fuese a Sevilla. Fue un pacto que beneficiaba tanto al gobierno regional como a la propia Gámez. Eso explica porque no hubo las primarias que pedía el ex delegado de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, Ignacio Trillo. La polémica fue zanjada por el propio Griñán cuando se presentó en el acto en el que se nombraba a Gámez. Aquel nombramiento no lo entendió nadie en el partido. Primero porque la hija del farero no tenía vinculación alguna con los malagueños. Segundo porque utilizó la delegación de gobierno para hacerle oposición al alcalde. Por supuesto, los malagueños le dieron una sonora patada en el trasero de la socialista, como habían pronosticado los mismos socialistas. Pero el acuerdo por el que Gámez había intentado presionar para llevar la colección andaluza a Sevilla, y en agradecimiento, Griñán impuso su candidatura en Málaga.
Nuevas Revelaciones
Un gran hombre dijo una vez que el periodismo o es independiente o constituye una farsa. Pero justo es reconocer que a veces es muy difícil ser completamente independiente, aunque al menos hay que ser honestos a la hora de firmar una crónica. Por eso, yo no publiqué nada al respecto de lo que me había contado mi fuente. Sencillamente no me fue posible confirmar lo que mi garganta profunda me revelaba. Pasaron los meses cuando por algunos avatares tuve una conversación con un miembro de la familia Banderas. En esa charla, me confirmaba que la Junta de Andalucía ofreció prebendas y dinero a la Baronesa Thyssen para llevar la colección a Sevilla. Fue algo que le había contado la propia Carmen Cervera a Antonio Bandera en su visita a Málaga con motivo de la semana santa. Y ya que hablamos de honestidad, hay que reconocer esta cualidad a la catalana por no haber faltado a su palabra.
Tras la confirmación de la sucia operación de la Junta, intenté llegar al fondo del asunto. Quería saber si María Gámez había estado involucrada en la operación, como lo habían estado miembros de su partido en la ciudad. Pasé varios meses tras la pista de la candidata socialista, hoy concejal. Descubrí que nadie le había pagado los estudios como aseguraba. Además pude comprobar como había colocado a su hermano para que le llevara la campaña electoral desde la propia Delegación, cuya sede fue transformada en oficina electoral. También comprobé que se había empadronado en Málaga para poder presentarse en las elecciones. Así cada mañana salía en el coche oficial- con todos los gastos que eso supone- que iba a recogerla a su domicilio en Mijas para ir a su puesto en la Delegación del gobierno. También descubrí que aunque afirmaba vivir en el populoso barrio de la Carretera de Cádiz, cuando la verdad era bien distinta; su domicilio, al que finalmente se mudó antes de las elecciones, está situado en uno de los edificios más caros del nuevo paseo marítimo de Málaga. No obstante, jamás pude encontrar a nadie que me pudiera demostrar su participación en la operación para hurtarle a Málaga parte de la colección Thyssen. No dudo que María Gámez haya sido una traidora en muchos asuntos pero en este caso, no he hallado prueba alguna. Eso sí, los indicios apuntan en esa dirección.
Epílogo
El epílogo de esta historia se escribió una noche de marzo con la inauguración del Museo Carmen Thyssen en Málaga. Aquella noche con la presencia de autoridades, hubo ausencias notables. Entre ellas, la del presidente andaluz. Fue una velada agradable en la que la ciudad posó bonita y feliz para los medios de comunicación arribados de todo el mundo. En aquellas horas pude ver a todos los actores de esta historia, a María Gámez tragándose el sapo, al alcalde y a la baronesa. Ambos radiantes de felicidad. Por una vez, Málaga había salido victoriosa del órdago lanzado por la Junta de Andalucía. Fue en la misma semana que se inauguraba el Palmeral de las Sorpresas en el puerto malagueño. Con todos sus edificios vacíos. Sin el aula del mar prometida. Un envoltorio sin contenido alguno. Algo muy habitual en las obras que acomete la Junta a esta orilla del mediterráneo. Al otro extremo de la ciudad. Un museo espectacular compuesto por unas 230 obras que recorren el arte del siglo XIX español, con especial atención a la pintura andaluza. Un espacio donde conviven artistas como Guillermo Gómez Gil, Manuel Barrón con Francisco de Zurbarán, Joaquín Sorolla, Zuloaga o Julio Romero de Torres. Obras emblemáticas que parecen agigantarse con las exposiciones temporales con cuadros de Picasso, Monet, Tapies o Matisse. Sí pensaba en ese museo y en el esfuerzo titánico para llevar el proyecto a buen puerto, mientras contemplaba Vista de la Bahía de Palma de Mallorca de Múñoz Degraín. Tuve la sensación de que Málaga había dejado de ser ese barco desvencijado cuyo capitán no sabe que rumbo tomar. Fue una visión extraña en la que pude ver al alcalde en el puente de mando. En la popa, hallé a María Gámez, marinerita de agua dulce, mareada ante tanta ola mediterránea. Y fue una de estas olas la que se llevó a la socialista unos meses más tarde. Supongo que los malagueños tenían entonces, como ahora, la certeza de que ella había sido la traidora. Por eso se explica el naufragio de la nave socialista y de su pirata mayor. El resto, afortunadamente, ya es historia.
Sergio Calle Llorens
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La mayoría de los malagueños no saben esta historia con los detalles que tú la cuentas, Sergio, pero se la imaginaban, la suponían, la barruntaban, por eso, y por veinte mil cosas más como esta, salió lo que salió el día de las elecciones. Y espera el 20-N. Ya verás.
ResponderEliminarEsta investigación que comparto con todos vosotros fue, sin duda, la prueba que demuestra que la Junta nunca ha querido el desarrollo de Málaga. Por eso como bien dices los malagueños sabrán darle una nueva patada a esos el 20-N. Saludos
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