El problema de Andalucía es el mismo que el de Cataluña; una
mafia se ha hecho con el poder económico y sabe que, si la desbancan, van todos
directos a la cárcel. Si en la región catalana abundan los gafes con ideas
paranoicas, en la taifa del sur hay un excedente de inútiles. Bien lo saben
unos padres de Úbeda a los que retiraron la custodia de su hija de once años
por unas supuestas quemaduras de cigarrillos en los brazos. La pesadilla, que ahora llega a
su fin, ha durado unos meses. Todo empezó por la denuncia que interpuso un
profesor de la niña al ver las heridas. El celo del educador quiso que ese
aciago día coincidiera con el diagnóstico errado de una dermatóloga de la
Junta de Andalucía. El
resultado fue que la pequeña fue obligada a vivir con unos completos
desconocidos. Además la gente del pueblo dejó de dirigirles la palabra y no les
quedó otra que cerrar el negocio
familiar. Ahora se ha demostrado que todo era producto de la incompetencia
del personal que trabaja para el ente autonómico, por no hablar de la
judicatura.
Ahora las preguntas son obligadas; ¿Cuánto cuesta indemnizar
a la familia? ¿A cuánto está el kilo por haber arruinado la vida familiar y
económica a una honrada familia? ¿Por qué hay en Andalucía tanto médico inútil?
¿Por qué no pasan exámenes psiquiátricos anuales los jueces?
Cada uno puede responder a las cuestiones como le venga en
gana, pero un servidor que le da una gran importancia al efecto práctico de las
cosas, les diría que todo es consecuencia de vivir bajo el yugo de los
mediocres que impulsa como un trampolín la patética Junta de Andalucía. Esa
gente que despilfarra en mamandurrias inútiles todos los presupuestos de la República Bananera
andaluza.
En verdad, la puerta giratoria que separa a esta gentuza del
anonimato es que la prensa andaluza se decida a dar a conocer su mala praxis. Sin
embargo, prefieren dar pábulo a las mentiras de El Intermedio, donde se ha
llegado a afirmar que a una inmigrante le abrieron el cráneo en un hospital de
Valencia pero al comprobar que no tenía documentación, la habían mandado a
casa. Tras días de quejas y protestas, el Gran Wyoming se ha visto obligado a
pedir disculpas, reconociendo que todo se trataba de un montaje. Disculpas llenas
de ironía y mala leche. Mientras la gente siga a manipuladores como Jordi Évole
o Canal Sur, el pueblo llano no llegará a conocer jamás la gran corrupción y
patetismo que envuelven a la taifa más inútil que parió madre; la andaluza.
Si el invento andaluz tiene parece un queso suizo, qué decir
de ese profesor que no esperó ni un día para poner en conocimiento de las
autoridades el problema dérmico de su estudiante. Por no olvidar que la cabeza
de la doctora tiene más agujeros que Bob Esponja. Todos los responsables del
caso, imagino, soñaban con entrevistas en la televisión y palmaditas en la
espalda como agradecimiento. Bueno ya disfrutaron su momento de gloria. Ahora les toca ir de rodillas pidiendo perdón desde
Jaén hasta Santiago de Compostela. Y que no sufran, que a la vuelta la Junta de Andalucía les estará
esperando con los brazos abiertos.
Sergio Calle Llorens
Lo que han echo con esta familia es una vergüenza. Habría que llevar a prisión a la médico irresponsable que hizo un análisis precipitado sobre una cosa tan importante y a los profesores que se tomaron la libertad de sacar a una niña del centro de estudios sin consentimiento de sus padres. Habría que indemnizar a esa familia y, además, que les presentaran una disculpa formal. En lugar de eso, el centro de estudios, que es una cárcel disfrazada, ni siquiera pide disculpas. Un ejemplo más de la prepotencia que genera la impunidad de las injusticias que genera este sistema. Toda mi solidaridad con la familia y con la niña y espero que pronto superen todo esto. Menos mal que ya tienen a su hija
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