Guardiola que, en catalán significa hucha, acaba de anunciar su adiós tras cuatro años dirigiendo la nave azulgrana en el azaroso mar del mundo del balónpie. Tras ganar 13 títulos, tal vez 14 con la copa de su majestad el rey, el noi de Santpedor ha explicado sus razones para despedirse. Afirma haberse vaciado y necesita llenarse tomándose un año sabático. Sus declaraciones han inundado el planeta de lágrimas blaugranas. El llanto no es solo por los campeonatos ganados, sino por la forma en la que se han logrado. Un estilo por el buen juego, que, Pep explicaba en inglés de la siguiente forma; “I have the ball, I pass the ball”. Y tenia razón, porque la táctica de los culés ha sido siempre la de presentarse en el partido y decirle al contrario; ¿ves la pelota? Pues mírala bien porque no la vas a volver a oler en todo el partido. Una táctica que copió de Cruyff pero que superó, sin dudas. Ahora el maestro es Guardiola. Ha sido el único entrenador que ha ganado todos los títulos en una misma temporada. De su mano, los barcelonistas gritábamos Xavi, Messi e Iniesta, esta noche hay fiesta. Y nos íbamos de copas para celebrar la borrachera de juego y de goles que nos conducían siempre a conseguir los títulos; ya fueran copas de Europa, campeonatos nacionales o mundialitos.
Pep, sencillamente, ha firmado records históricos como obtener 50 puntos de los 56 posibles en la primera vuelta de su primera temporada, en la que su equipo le endosó un 2-6 al Real Madrid en el Bernabéu. El cerebro del Barça ha sido la guinda al pastel de un club que en la última década ha ganado tres ligas de campeones, y con jugadores en su gran mayoría de la cantera, frente a la cartera blanca con 937, millones de euros, es decir, 166.000 millones de las antiguas pesetas. Pasta que sólo ha servido para hacer literalmente el ridículo ante el planeta futbol. Una década en la que, repito, la filosofía balompédica del Barça ha llevado a España a ganar la Eurocopa de 2008 y el Mundial de 2010, por no hablar de los éxitos en las categorías nacionales inferiores
Desgraciadamente, mientras todos los buenos aficionados al deporte en general, y al futbol en particular, han seguido extasiados los progresos de unos jugadores azulgranas que parecían sacados de la play station 3, la prensa madrileña ha sometido a este gran técnico a una presión insoportable. Llegaron a inventarse, incluso, teorías conspirativas para justificar los éxitos del Barca, y a acusar a los mismos jugadores que habían ganado el mundial de doparse. Todo por no aceptar que había, y hay, un club superior cuya miel no está hecha para la boca del asno.
Los dioses dotaron a Guardiola y a sus chicos de la esencia que hace a los hombres héroes. Ganaron y perdieron con el orgullo intacto. Vivieron y palmaron con las botas puestas y un balón pegado a ellas. Hicieron realidad los sueños de la Masía; seny i rauxa. Llegaba la gente azulgrana al estadio, del sur o del norte, y mientras una bandera nos hermanaba, los chicos de Pep brillaban en el césped cuan la estrella de Sirio. Y todo bajo la batuta de ese niño que vimos por primera vez en el Camp Nou como recogepelotas, en una semifinal de la copa de Europa. Una imagen que todos conservamos en la retina. Como aquella otra en la que Pep lanzaba, como jugador, un misil a la escuadra de la portería del Atlético de Madrid. Y que decir de aquel día en el que tras ganar el mundialito, se tapaba la cara para llorar como un niño que no puede aguantar la presión. Otra vez la presión.
Han sido unas temporadas irrepetibles en la que hemos probado el néctar de las victorias. Nos sabíamos vencedores antes de que los nuestros bajaran del autobús. Un tiempo que recordaremos por la elegancia, el estilo y las buenas maneras de los soldados de Pep, tanto dentro como fuera del campo. Incluso en la despedida, Guardiola ha mimado la pelota, y no ha echado balones fuera. Queda para la posteridad haber llevado al pueblo elegido a la tierra prometida. Una tierra que, a diferencia de Moisés, sus ojos han disfrutado. Tras la hazaña, algunos entienden su marcha como una muerte. Sin embargo, la semilla ya ha germinado en las nuevas generaciones, y Pep será como el mismísimo Cid Campeador; ganará batallas después de muerto. ¡Despierta Ferro!
Hasta siempre y gracias por todo.
Sergio Calle Llorens
Soy escritor, investigador, guionista, profesor de idiomas y muchas cosas más que no caben aquí. También tengo una sección en Espacio en Blanco de RNE. El mundo se divide en dos categorías, los que tienen el revolver cargado, y los que cavan, tú cavas.
Upsss, est me pasa por no estar al loro. Mis disculpas Sergio.
ResponderEliminarUn saludazo.
No pasa nada.
ResponderEliminarUn abrazo
En total, han sido trece los títulos hasta ahora desde que se hizo cargo del primer equipo en la temporada 2008-09: Tres Ligas, dos ligas de Campeones, una Copa del Rey, tres Supercopas de España, dos Supercopas de Europa y dos Mundiales de clubes. Fue un placer contar con él.
ResponderEliminarPablo
se me olvidaba añadir lo siguiente; Esta temporada, a pesar del tropiezo nuevamente en las semifinales de la Liga de Campeones, al caer eliminado contra el Chelsea, y de tener poco o nada que decir en la Liga, el Barcelona ya tiene tres títulos (Supercopas de Europa y España y el Mundial de Clubes), a la espera de conocerse el campeón de la Copa del Rey, partido en el que el Barça se medirá contra el Athletic Club dentro de tres semanas en Madrid. Y ESO EN UNA TEMPORADA MALA. Ah, el blog es una maravilla con artículos en varias lenguas.
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