No confundas nunca mi personalidad con mi actitud. Mi
personalidad es quien yo soy, y mi actitud se basa en quien eres tú. Teniendo
en cuenta esa distinción, soy capaz de tomar mi espada y acuchillarte o tirarme
al mediterráneo para salvarte el pellejo. Por eso, espero que no vuelvas a confundirte
con respecto a mi persona.
La actitud es lo que cuenta al fin y al cabo. Entrar en una
sala para tratar de forma elegante a quien lo merece pero, por supuesto,
de manera despiadada si la ocasión lo requiere. No soy un santo y mi
personalidad es muy compleja, pero antes de saltar siempre doy un aviso previo. Cuando junto la actitud con la aptitud, todo me ha de ir bien en la vida. Soy de los que
piensan que Dios siempre bendice a los valientes. Repito; no vuelvas a
confundirte.
Por eso, cuando veo a un periodista poniendo en evidencia la
reunión de asesinos etarras que causaron 309 muertes y, esa chusma es incapaz
de plantarle cara a un solo hombre, me doy cuenta del camino que hemos de
seguir como individuos y como país. A los nacionalistas vascos y catalanes no
se les gana con la razón en la mano, se les vence con la actitud, con la
valentía de pararte en seco y decirles a los ojos: por aquí, no pasas.
Hoy hubiera sido más fácil que los medios de comunicación
españoles no hubieran retransmitido esa danza macabra de la muerte, porque el
problema no es que haya gente que apoye la existencia de países imaginarios
estilo Euskal-Herria, sino que tengan un altavoz para difundir su nacionalismo
de campanario.
Mi personalidad está atemperada por todos los libros que he
leído. Defiendo que los demás puedan tener ideas diferentes. Empero, no se
trata de que todos seamos iguales sino del derecho a ser diferentes sin que
haya discriminación alguna. Mi actitud ante los nacionalistas es de desprecio
y, siempre que puedo, los ignoro, pero cuando me topo con ellos, no acepto ni
la denominación de estado español a mi nación, ni la de castellano a la lengua
que hablamos todos. Por no hablar de lo que haría si los nacionalistas
catalanes alcanzasen la independencia porque, aunque no lo sepan, tendría que
intervenir la ONU
y sus inútiles cascos azules ante la limpieza étnica que esa gente acometería.
El precio que la gente paga por ser cobarde siempre es mucho
mayor a la larga. Y ya es hora de que el pueblo español se entere de lo que
sale el bajarse los pantalones ante esa gente. El día en el que la rueda de
prensa de la Generalidad
sólo tenga la presencia de los medios catalanes subvencionados, Artur Mas deja
de tener, ipso facto, de la publicidad que necesita para subsistir.
Llevo años escuchando a supuestos gurús de la comunicación
diciendo que tomar una actitud demasiado frontal con los nacionalistas, duplica
el número de independentistas. Y es justo lo contrario porque, como saben los
valientes, es cuando les haces frente cuando ellos saben que no podrán echarte
de la calle. Son nacionalistas y lo serán siempre pero, con toda seguridad, la
actitud valiente les hará retroceder a la época de la que salieron; Atapuerca.
Sergio Calle Llorens
Plas, plas, Sergio. ¡Perfecto!
ResponderEliminarMuchas gracias Javier, eres muy amable. Un abrazo.
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