Los trabajadores de Canal Nou perdieron la dignidad al no
informar sobre el accidente del Metro de Valencia y, ahora, pierden sus puestos
de trabajo. Sus protestas y manifestaciones son música de viento para mis
oídos. Sencillamente han sido demasiados años de manipulación informativa de la
mano de sus jefes del PP. Dicho de otra manera; a todos los cerdos les llega su
San Martín.
Si alguien cree que estoy siendo demasiado duro, que vaya a
leer otra cosa o que se ponga una película de Disney. Sin embargo, queda claro
que las teles autonómicas son un instrumento de propaganda al servicio del
partido en el poder. La vida castiga siempre a quien llega tarde. Y los
periodistas de Canal Nou hace tiempo que arribaron tarde al mundo de la
información veraz e independiente.
Hay un proverbio ruso que dice que por mucho que retuerzas
la cuerda, siempre llegas al extremo. Y eso, aunque no lo sepan los
trabajadores de Canal Nou, es lo que le ha pasado a la radio y televisión
pública valenciana. Su inmersión en un
océano de bajezas informativas les ha llevado al extremo de ocultar la realidad
circundante de la comunidad valenciana. Ahora pagan el precio por haber vendido
su alma al diablo. No seré yo quien vierta una lágrima por su destino cruel.
El gobierno de la República Bananera
de Andalucía debería tomar buena nota y cerrar su canal para anormales. Un ente
que, entre otras cosas, tiene unas pérdidas diarias de 71.000 euros. Un Potosí
que podríamos dedicar a políticas de empleo. Sin embargo el bipartito andaluz
se negará siempre a cerrar su canal propagandístico que recuerda, aunque duela,
al peor nodo franquista de la época con sus folclóricas y sus toreros.
La única diferencia entre Canal Nou y Canal Sur es que la
primera servía para fomentar la lengua valenciana y, en Andalucía, el farfullín
andalusí todavía no es idioma oficial protegido por ley. Además, la tele
andaluza nació para mejorar el nivel cultural de los andaluces y, hoy día
apenas una pandilla de descerebrados defiende que el objetivo haya sido cumplido
en forma alguna. A Canal Sur, por tanto, sólo le queda la opción de su cierre
por muy dolorosa que sea la decisión para sus indignos trabajadores.
La tele andaluza tiene un prestigio tan descolorido como los
eslóganes a la gloria del comunismo cubano en las paredes de La Habana. En sus tertulias e
informativos se niega la corrupción andaluza y se echan balones fuera mientras
hay andaluces que mueren por falta de medios en los hospitales. Andalucía debe
seguir el ejemplo valenciano y matar la indignidad de tener un canal abyecto
que nos sale por un ojo de la cara. Entre otras cosas, porque siempre es
preferible un copista discreto a un genio en mangas de camisa. El cierre de
Canal Sur es un plato tan rico que es per a xuplar-se als dits. Tarde o
temprano nos lo vamos a comer.
Sergio Calle Llorens
El tiempo te ha dado la razón porque las teles autonómicas son insostenibles con el paro, la sanidad y la educación tan mala que tenemos. Estoy seguro de una cosa, sí le das a elegir a los españoles entre educación o tele, eligen al ReaL Madrid de los cojones y sus retransmisiones. De pena.
ResponderEliminar¿Y qué hacemos con tanto trabajador parado? Una Valenciana.
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