El problema de Ignacio Trillo es que perdió la batalla de
las primarias ante unos seres salidos del cuaternario. Desde entonces pasea su amargura por la ciudad del paraíso. Sólo
le mueve subrayar que es el único en la secta del capullo con capacidad, eficacia y mérito para
aspirar a la alcaldía malagueña. Esa agrupación que le
quitó su puesto de trabajo, demostrando, una vez más, la maldad que habita en
sus filas.
Hemos de reconocer lo duro que es vivir fuera del paraguas
de la Junta. Lo
increíblemente difícil que es buscarse la vida en una autonomía sin las
bendiciones de los cuatreros socialistas. Por eso, escupe fuego, pero olvida
los años que habló a Málaga con lengua de serpiente. Siente la soledad
para ubicarse. El miedo ante lo desconocido. A veces, intenta congraciarse con
sus antiguos camaradas vía criticas furibundas al gobierno del PP. Me gustan
especialmente las que dedica a Celia Villalobos, la Reina del Merdelloneo. Incluso
comparto algunos juicios sobre el alcalde de Málaga. Además, entiendo su
frustración por haber sido derrotado por alguien con un instinto político tan
romo como el de la hija del farero con menos luces que un barco pirata. Trillo,
por tanto, vive angustiado sabiendo que hasta un burro-taxi de Mijas sería
mejor valorado por la ciudadanía que María Gámez. Lo que no está tan claro,
obviamente, es que el candidato ideal
para el puesto fuera el propio Trillo. Un tipo que ha demostrado su ruralismo
abrupto y pedantesco, propio de los políticos volanderos y amarrados a la taifa
corrupta del sur.
El tiempo de Trillo, aunque él no lo sepa, ya ha pasado. Atrás
quedaron los días en los que pudo hacer algo por Málaga, y no lo hizo, por comodidad
o cobardía. Ahora, le quedan los lamentos, las lágrimas y el rechinar de
dientes. Se le nota un abatimiento ferroviario muy lento porque su tren ha
pasado. Todo es el resultado de creerse un ser de acción, lo que le ha llevado
a una serie de aventuras de las cuales sale, generalmente, apaleado y, al cabo,
humillado. Nadie le extraña. Ninguno le tiene en cuenta. Las invitaciones no
llegan. Ha quedado para demostrar su nivel intelectual con burdos montajes
sobre Rajoy en las redes sociales. No quiere acabar de entender el espectacular
ridículo que está haciendo. A pesar de todo, todavía se ve con fuerzas para
seguir dando la matraca. Apunta a que tiene grandes ideas para Málaga. Empero,
los malagueños están convencidos de que
esas ideas son tan numerosas como los pelos de su cabeza. Por eso, hay que
dejarle con su Vendetta y las historias del abuelo Cebolleta.
¡Descanse en paz!
Sergio Calle Llorens
El señor Trillo no hizo nada por el saneamiento integral de la Costa del Sol y solo abrió la boca para protestar cuando le echaron. Es un impresentable que no puede darnos lecciones de nada, como mucho de hipocresía. Le deseo lo peor.
ResponderEliminarComentar también que no ha habido nada que haya hecho el PSOE de Málaga por nosotros que no sea robar y decir sandeces.
ResponderEliminarTrillo no hizo nada. Trillo ha hecho más méritos como Bloguero.
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