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martes, 30 de junio de 2015

MARO-CERRO GORDO


En el extremo oriental de la región de Málaga se encuentra el parque natural de Cerro Gordo. Allí se extienden unas playas vírgenes de aguas cristalinas. Cataratas de agua dulce que van a morir al mediterráneo. Peces de todo tipo que vienen a hacer compañía a los bañistas. Gaviotas que elevan gritos de lujuria ante tanta belleza. Calas y acantilados de hasta 250 metros de desnivel, formados por estribaciones de las Sierras de Tejeda Almijara.
Siempre me llama la atención la suavidad de esas calitas que se curvan como una mejilla. Esas aguas que pasan del azul claro al clarísimo. Todo parece tener los elementos perfectos que necesita un pintor de paisajes, sobre todo cuando no hay un alma en esta alfombra marina que acompaña a la Cala del Cañuelo. Al otro lado contemplo Maro.  Ese pueblo malagueño que guarda secretos maravillosos a los que acuden con los ojos abiertos.  Para llegar a estas calas hay que avanzar bien temprano entre pinos piñoneros, mirtos, arrayanes, lentiscos y albaidas. Todo oliendo a tomillo o a lavanda y, si es posible en silencio para entender el mensaje de la naturaleza.
En la mar, la posidonia oceánica y la zoostera marina donde encontramos cangrejos, tomates marinos y mejillones. Da gusto nadar junto a esas rocas. Produce verdadero placer contemplar las torres vigías mientras las aguas acarician el cuerpo. Recuerdo una vez que fui testigo en primavera de la presencia de un grupo de cabras montesas que se alejaban de sus zonas querenciosas de las sierras. Fue también antes del verano cuando observé el vuelo majestuoso de un halcón peregrino; ave singular que siempre mata a sus presas en el aire. Una maquina de cazar.  En el pasado los humanos también cazaban otros congéneres lo que llevó a la construcción de las torres vigías como la de la Caleta, el Pino y Cerro Gordo. En verdad, las costas mediterráneas están plagadas de estas singulares construcciones. Atalayas desde donde divisar la presencia de naves piratas en la antigüedad. Así, con un sencillo sistema de señales de humo se alertaba a la Armada que estaba situada en el puerto de la ciudad de Málaga. Vaya usted a saber de la cantidad de batallas y de naufragios que han visto estas piedras, por no hablar de los miles de seres humanos robados para ser vendidos como esclavos. El problema es que, aunque le preguntes a las torres, éstas siempre dan la callada por respuesta.  En cualquier caso,  recuerdo esas historias de piratas contadas junto al fuego evocador de las noches de invierno.
Si del mar llena un rumor callado y sentido, del bosque arriba un vasto y dilatado silencio. Ni siquiera en los fines de semana logran romper del todo esa paz. Es como si el lugar amansara a las bestias más brutas.  Me convenzo sobre el particular al observar a los submarinistas absortos con las bellezas de las profundidades. Se acercan dos veleros y a lo lejos un pequeño barco de recreo toma anclas en la cala subsiguiente. Y así trascurre la mañana entre maravillosos baños hasta que llega la hora de manducar.
Un almuerzo denso y generoso de viandas marinas debidamente perfumadas que es digno de las mayores alabanzas. El pescado, el paisaje y la alfombra marina se me funden en la retina. Tomo las últimas fotos que guardaré, como siempre hago, en el apartado de mi colección que lleva por título “lugares mágicos”. Llevo la espalda un poco cargada de fatiga y los ruidos se acercan en el bosquecillo. El atardecer será largo, impreciso y mágico en estas calitas de ensueño donde otro pájaro dibuja una graciosa elipsis en el cielo. Deshago mis pasos y al llegar a lo más alto contemplo esa maravilla malagueña que, sin duda, me hace rejuvenecer cada día. Me siento medierráneamente y doy gracias a Dios por ello.

Sergio Calle Llorens

jueves, 25 de junio de 2015

LAS REDES SOCIALES


Una persona antes de las redes sociales era un ser incompleto, pero con ellas, es un individuo acabado. Da igual la que usemos porque todas, absolutamente todas, son una gran mentira. Ciertamente tienen una utilidad para comunicar nuestra visión del mundo pero, en realidad dan una falsa sensación de que el resto de mortales nos aprecia.
Es posible que mi apreciación sobre estas plataformas venga determinada por el hecho de que yo no soy un tipo especialmente simpático. Empero, no me parece normal tener a tantos seguidores agregados cuando la mayoría jamás se atiene a contestar a los mensajes. Soy de los antiguos y, si le mando un pésame a alguien por la muerte de un familiar, lo mínimo es responder a ese comunicado que, si no es no oficial, al menos oficializa el cretinismo de quien no lo replica. En el otro extremo encuentro a gente que me felicita por la onomástica como un perro recibe la llegada de su dueño. Incluso llegan a ponerse sentimentales. Y miren, estas cosas me superan porque si realmente me tuvieran aprecio, con mandarme una caja de champán francés me sobra.
De todas las redes sociales la más lamentable, sin duda, es Facebook. Allí encuentras una fauna peculiar que trata de demostrar cuan felices son. Un viaje. Un desayuno con alcaparras. La singular boda del primo Agustín. Un vídeo de mínimos y, por supuesto, esa advertencia que dice; “estoy superfeliz con Pablo Aguilar Martínez. Lógicamente cuando leo  a diario ese tipo de mensajes  mis sospechas se disparan. Esos recados  suelen ser cosa de señoras casadas y, ya saben lo que eso significa. En esa misma línea de sufrimiento se encuentran las féminas que pasan todo el día poniendo fotos luciendo palmito. Supongo que a cada me gusta del personal, la dama llega al orgasmo. Lo sé porque muchas de ellas me lo han confesado en privado e incluso me afean que yo nunca sea de los que aprecian sus instantáneas. En mi defensa he de decir que no tengo defensa alguna porque me importan un carajo las fotos de los otros. Si escribo para diferenciarme de la gente ordinaria, con la fotografía pretendo evocar y nunca provocar infartos de miocardio. Además el mal gusto está reñido con la provocación y una foto de una mujer durmiendo completamente maquillada y luciendo pechotes me produce hilaridad.  También me molestan las causas solidarias tipo; “comparte  si estás a favor de la lucha contra el cáncer”¿ Y quién podría estar en contra de eso? Sin embargo, más que poner chorradas en los muros del libro de las caras, lo relevante sería donar dinero contra esa terrible enfermedad. Que yo sepa, nadie puede acabar con esa dolencia encendiendo velas. En verdad la gente suele compartir esas cosas para que todos puedan ver lo maravillosos que son.  Ustedes que me van conociendo, saben de primera mano que soy un auténtico cabrón. Que no soporto a los papanatas y, mucho menos a los que van por la vida fingiendo ser Teresa de Calcuta.  Además jamás he escondido que soy un soldado que mueve la pluma como la espada.
De Twitter ya he dejado escrito alguna vez que no todos los que lo usan son unos tarados pero todos los tarados tienen twitter. Al margen de ese pensamiento lapidario, encuentro que sus usuarios repiten hasta la saciedad lo mismo que llevan piando otros durante horas. Y se me hace insufrible. Especialmente ahora que la siniestra se ha vuelto rabiosamente antijudía y, la derecha ha abrazado de nuevo a  esa enfermedad mental llamada nacionalmadridismo.  La consecuencia es que esta red social me aburre la mayor parte del tiempo, me ofusca la otra parte y, solo a veces noto el aliento fresco de algún genio.
Por su parte, Linkedin es al mundo del trabajo lo que el servicio andaluz de empleo en la lucha contra el paro; una completa nulidad. Si el propósito de la vida es convertir la potencialidad en perfección, esta red laboral tiene como objetivo fundamental hacer creer falsamente al personal  que puede encontrar trabajo con un par de golpes de ratón.  No se puede ser más rata.
En un mundo donde se confunde movimiento con rendimiento y dar vueltas con avanzar, las redes sociales han venido a consolar a las mal folladas, a los lobos solitarios, a los desempleados y a todos aquellos que sufren taras profundas. Una pléyade que me recuerda a ese chiste:
-          Maruja está lloviendo y sigues siendo fea y gorda de cojones.

-          ¿Por qué me dices eso Paco?

-          Porque me dijiste que con el tiempo cambiarías.
El tiempo es como el dinero que, no cambia a nadie sino que los descubre. Y las redes sociales revelan que la salud mental de  la humanidad lleva al planeta al más terrible de los apocalipsis. Las mejores redes´; las de pesca.

Sergio Calle Llorens

miércoles, 24 de junio de 2015

LOS ANDALUCISTAS


Los andalucistas obtuvieron 60.000 votos en las últimas elecciones celebradas en la taifa. Un resultado que traducido en asientos en el parlamento es de un cero patatero. Y es que con un 1,53% de los sufragios, esta pandilla de incapaces ha vuelto a comprobar que sus propuestas interesan tanto como la vida sexual del somormujo; nada. Empero, lejos de venirse abajo, los seguidores del tarado de  Blas Infante vuelven a la carga con un nuevo planteamiento; La España Federal. Dejando a un lado el hecho de que una formación política que lleva implantando en el sur media hora y, nacida en Barcelona haya obtenido 368988 votos, lo relevante es que se lancen a proponer algo cuando ellos son la más inmensa nadería. Además; ¿quién les ha dado permiso? ¿En nombre de qué pueblo hablan?
Como ya he explicado en alguna ocasión, el andalucismo me produce, además de arcadas, una enorme pereza. Es como volver a casa y encontrarme los platos sin fregar. Y aunque es un fregado meterme con esta lamentable secta, la verdad es que me congratulo que solo 6664 malagueños hayan optado por esta opción tan cochambrosa. Un 0,99% del censo. Y a pesar de ello, cada vez que les recuerdo sus paupérrimos resultados y, la poca querencia que les tenemos a orillas del mediterráneo, los andalucistas siempre reaccionan afirmando que gracias a mis artículos- porque yo soy un nacionalista español- su movimiento será imparable. Es una cantinela que llevan repitiendo en la última década sin que, de momento, los Nostradamus arabistas hayan visto cumplidas sus terribles profecías.
Es evidente que los sabios hablan porque tienen algo que decir y, por supuesto, los tontos porque tienen que decir algo. Los andalucistas parlotean para romper ese incómodo silencio que susurran las olas: eternos perdedores. Cabrilleo que musita que el trapo verdiblanco es  el símbolo de aquellos que nuestros antepasados vencieron hace ya muchas lunas.
Los líderes andalucistas deberían dedicarse a otros menesteres más productivos y, en consonancia con su talento; limpiar piscinas, bailar para los turistas, recoger la basura y, de paso, colaborar con el departamento de psiquiatría de la Universidad de Málaga.  Los del PA deberían pensar que si bien de momento sus taras mentales no tienen cura de momento, su colaboración con los psicólogos puede servir, y mucho,  para encontrar una solución a medio plazo. De hecho, estamos a punto de erradicar esa enfermedad llamada andalucismo. Si quieren federarse con alguien, la Federación de  monos de Gibraltar  se muere de ganas de unirse a sus iguales.

Sergio Calle Llorens

martes, 23 de junio de 2015

CANDADOS


Por todo el mundo occidental las ciudades están repletas de puentes en los que miles de enamorados colocan unos candados. Y qué quieren que les diga; yo no lo entiendo. La palabra candado, antes cadnato, viene del latín catenatum y esta de catena. Según Joan Corominas la semántica se explica por el hecho de que antes los portales de las casas se cerraban con una cadena. Realmente ese instrumento sirve para encerrar y yo, con todos los respetos, no comprendo que una relación se base en la idea  de enchironar a otro ser humano. Puede que el invento simbolice que ese amor está encerrado en sus corazones pero, no deja de ser una solemne majadería.
El mejor best-seller de la historia es el libro de quejas. Especialmente de aquellos encarcelados en la dictadura de una relación. Además la civilización es la victoria de la persuasión sobre la fuerza y, por más candado que se intente poner al campo del amor, siempre habrá una puerta por la que hacer de Houdini.  Para ser precisos;  no hay mejor cosa que la libertad de no tener que dar explicaciones a nadie.
Un candado es una cerradura maldita que se usaba en los cinturones de castidad. Una cerradura perversa que no sirve de nada en casos de urgencia uterina. Un pasador que se pasa el personal por la entrepierna. Un esperpento que usado en términos amatorios, conduce al más espantoso de los ridículos Por otra parte, me viene a la memoria aquello de que el grado de civilización se mide por la forma en que se trata a los prisioneros. Y con todos los casos de violencia contra las mujeres, la verdad, la pura verdad es que el candado es el símbolo de los tarados que humillan a sus reos. Asimismo cuando se ama de veras, hay que dejar que el objeto de nuestros desvelos vuele  aunque sea en compañía de otro gavilán. Esta actitud también es muy recomendable para las señoras que, aunque no pongan candados en los viaductos, si ponen denuncias falsas para que sus hombres terminen confinados en un frío calabozo.
El amor es  como el genio de la lámpara que, por más tiempo que pase encerrado, al final siempre vendrá algún gracioso a darle la libertad. Sencillamente el tapón nunca es suficiente. Es menester, supongo, entender a esas almas cándidas que viven el primer amor y que conmovidos por una fuerza irracional, colocan el candadito de los cojones en un puente emblemático de su ciudad. Empero, las criaturas que pasada la treintena siguen dando por saco con el candado en los puentes, mejor se tiraban de alguno de ellos.
La ironía de esta moda pasajera es que, como todas, está basada en la lógica de Perogrullo. El populacho imita a los demás como las viejas palanganeras de canal sur a las pilinguis de Gran Hermano. Todo el asunto, que a mí me produce tanto malestar como la ingesta de una cerveza sin alcohol, podría solucionarse con la retirada masiva de los candados y, a cambio, se entregaría a los enamorados un cerebro de tití. Y es que hasta el tata sabe que ante la estupidez los mismos Dioses luchan en vano.

Sergio Calle Llorens

sábado, 20 de junio de 2015

EL DESTINO


En mis deambulaciones nocturnas me siento como un peregrino en busca de su propia voz. Aquella que viene de lo más profundo de nuestro ser. Yo,  afortunadamente, nunca me encuentro con ningún vecino que me entretenga al claro de la luna en una conversación incomoda. Busco el silencio y, para alcanzarlo, no hay nada mejor que alejarme de los ruidosos lugareños. Andar por ese bosquecillo recién estrenada la madrugada es una actividad solitaria que me produce el mismo placer que la visión de las perdices mediterráneas. Luego torno entre dos luces y el pequeño pueblo blanco  parece suspendido entre el cielo y los acantilados.
Si escribir es como narrar sobre el agua porque, nada de esto quedará nunca registrado por mucho tiempo, pensar de forma anónima tampoco tiene mucho recorrido. Y aunque a veces me sienta tentando en compartir mis raciocinios, no estoy convencido de que alguien pudiera apreciarlos. Callar, por tanto, siempre es la mejor opción. Así que deambulo entre pinos con ese susurro voluptuoso que me trae el viento al que siempre hace compañía la mar. Soy de la opinión de que el amor solo revela su naturaleza en los lugares silenciosos y, tal vez eso sea aplicable  a su vez a los que buscamos medias verdades.
Cantan los grillos en mi paseo nocturno. Ulula un búho en la cercanía y la luz de los barquitos me hacen recordar la batalla que en esos momentos se produce en la patria salada.  Es una banda sonora que supera cualquier tartamudeo musical que a todas horas golpean las emisoras locales. Si en la literatura la simplificación máxima es la clave para alcanzar  la calidad extrema, la tonada de la naturaleza es el componente esencial de una obra maestra.  Hoy el mundo se ha ganado su prestigio arruinando la reputación de ser hombre de la tierra. Ahora nadie se para a contemplar la luna. Ni siquiera a escuchar al silencio. Todos son prisas y malos modos. Ruido y  estruendo. Los manjares de la naturaleza apenas adquieren importancia a la hora de ser presentados en el plato. Todo es el  resultado de la cretinización de una sociedad que marcha al ritmo de una caja tonta dominada por gente muy lista que no quiere que nadie piense, sino que se piense de una determinada manera.  Les hacen ver que la culpa de los naufragios no es del timonel sino de las olas. Y claro, cualquier mediterráneo que se precie sabe que eso es una atroz mentira.  Reflexiono sobre ello  y en el aire flota una melancolía extraña. No por el  tiempo pasado, sino por los días tan terribles que han de venir. Por lo pronto, ha arribado el estío que trae consigo a los vociferantes veraneantes. Meses en los que mi playa se me hace más pequeña y, mi bosque más concurrido. Y con todo una calor tan insoportable como las medidas que ponen en práctica el gobierno de la taifa.
Alcanzo la cima de la montaña y mis dedos parecen poder tocar el firmamento. Intento crear en mi mente una línea que sea mejor que la borrada en la atardecida. Y nada. Trato de alejar ese sentimiento de culpa por sentirme tan bien en mi compañía. Sin éxito.  Creo que nunca podré cruzar la línea de meta porque, para bien o para mal, hace años que llegué a mi destino.  Me habla la noche y la escucho con muchísimo gusto.

Sergio Calle Llorens

viernes, 19 de junio de 2015

GAMBERROS


En aquellos años éramos unos gamberros consumados y, ni siquiera la edad puede justificar todo lo que hicimos. En nuestra defensa podría decir que pensábamos que el mundo se nos acababa y, de hecho a algunos se le acabó demasiado pronto. A lomos de esas motos, con chupas de cuero o sin ellas, bailábamos por los rincones de la ciudad embriagados por el suave aroma de la noche.
Recuerdo cuando parábamos a alguna bella mujer embarazada para preguntarle si era virgen y, de paso, dejarle un número de teléfono para que nos llamara cuando se le pasara el hinchazón. Madrugadas etílicas con sus correspondientes baños en la mar.  Desempolvo aquellos blues que compuse para una banda de rock. Añoro esos campings en un pueblo en el que lo más moderno que habían oído era al Dúo Dinámico. Conmemoro las noches de verano en Nerja en compañía de valkirias escandinavas; el balcón de Europa, las calas de Maro, el rumor de las olas y los gritos de mis amigos al darse cuenta de que yo había perdido los cigarrillos de la risa. Hubo que volver por ellos y, a nadie le hizo ni puñetera gracia. También guardo dos momentos memorables que tienen como protagonista a mi viejo amigo “el Pinocho”. La primera tuvo lugar en ese pueblo mediterráneo cuando al ver como se aproximaba una rubia de piernas largas, dejó exclamar un “no está buena la tía” y, tras doblar las rocas del rompeolas, percatarse de que era un tío. La segunda ocurrió en un bar de la movida malagueña. Allí fuimos una noche a tomar unas cervezas cuando, a mi compinche se le metió entre ceja y ceja beberse un whiskey y, como no le alcanzaba el presupuesto, se apostó con el camarero italiano que si se comía una polilla, le invitaría. Y dicho y hecho; pues tras quitarle las antenas se la tragó sin un lamento. El italiano, que no daba crédito, gritaba; Non posso crederlo, bastardo, se l`ha mangiato””. Creo que ha sido el amigo que más me ha hecho reír en la vida junto a otro que hoy está en busca y captura por la policía. Y hasta ahí puedo leer.
Pudiera ser que todo lo que yo recuerdo no ocurrió tal y como yo lo imagino. Después de todo, solo recordamos aquello que nunca ocurrió. Sin embargo, cada vez que cruzo esos puentes que unen a  El Palo de Pedregalejo, creo recordar la cantidad de cosas que hicimos juntos. Esos bares llenos de mujeres dispuestas a beberse hasta la última gota del néctar de nuestras entrañas. Esos licores prohibidos. Esas experiencias en el asiento de atrás de un coche. Por haber, hubo hasta sexo callejero. El Doo wop y el Rock and Roll junto a himnos musicales de rebeldía.
Conté algunas de esas anécdotas en la presentación de mi novela. Relaté esos episodios que ya van pareciendo las historias del abuelo Cebolletas y, en cambio, parecen hoy tener más vigencia que nunca. Debe ser que, aunque nunca lo he reconocido como se merece- dos míseros artículos no son nada- pertenecemos a una generación que sin querer cambiar al mundo, terminamos adaptándolo a nuestras canallas medidas. Solo nos importaba reírnos hasta de nuestra sombra y, muy especialmente, de aquel enano al que siempre queríamos saltar en calle Larios. Tanto aprendimos a brincar, que terminamos elevándonos por encima de todos los obstáculos.
Desconozco los cubatas que nos bebimos en El Fernandito. Ignoro la cantidad exacta de millones de litros de cervezas ingeridos. Lo que sí sé es los rostros de aquellas bellezas femeninas que compartieron con nosotros la locura de ser jóvenes. Y como decía nuestro paisano Pablo Picasso; “el que es joven, lo es siempre”. Nos movió la vida, los acordes de guitarras y la música celestial que emanaban de las caderas de esas mujeres. Háganse cargo, teníamos y tenemos el miembro como el campo de fútbol del Valencia C.F; MESTALLA.

Sergio Calle Llorens

jueves, 18 de junio de 2015

EL JEQUE


Desconozco si el deporte rey se llama así porque tiene más seguidores o porque la afición, como la corona, es la herencia que va de padres a hijos. El caso es que en la declinación ideal de la tarde oigo una conversación junto a la Malagueta. Allí dos señores discuten sobre las últimas ventas del Málaga C.F. Nada menos que las tres perlas de la cantera. Hay que hacer frente a unos pagos, dice uno. Y el otro, aturdido, le responde que el dueño del club debería vender sus acciones cuanto antes. El problema, pienso yo, es que ni el mismísimo Jeque sabe si sería buena acción deshacerse de ellas, cuando existe la posibilidad de que no fueran suyas.
Sea como fuere, el problema es el concepto que tienen los lugareños de la palabra jeque. Un árabe que tiene turbante y que lo paga por que su fortuna es tan grande que, indefectiblemente, ha de gastarla en algo. Ninguno ha escuchado que la etimología de la palabra viene a ser anciano que luego dio lugar a noble, líder y venerable. No creo descubrir la pólvora al desvelar que el dueño del club de la Capital de la Costa del Sol no reúne ninguna de esas características. Él vino aquí a ganar dinero y, tras un gran desembolso inicial que estuvo a punto de meter al Málaga en las semifinales de la liga de campeones, cerró el grifo y si no vende es porque no puede o no le dejan. La consecuencia de todo este embrollo es que tiene al personal soliviantado aunque el levante esté a estas horas de descanso. A día de hoy no hay un solo periodista que haya podido explicar, sin hacer el ridículo, que se cuece en la mente del qatarí y mucho menos el negro panorama que le espera a la institución.
Al Thani arribó a hacer dinero de la mano de grandes hombres de la Junta de Andalucía y eso, cuando menos, debió hacer saltar todas las alarmas. Pensemos que no hay nada bueno que nos haya llegado de esos que practican el latrocinio institucionalizado. Empero, todavía hay muchos paisanos que siguen creyendo en los Reyes Magos y el jeque es sinónimo de oro y mirra. Y mira que les dije que esto no iba a funcionar. Desgraciadamente a un servidor se le oye pero no se le escucha. Ya me pasó cuando advertí del peligro de pertenecer a la dichosa autonomía del sur. Ya me ocurrió cuando señalé a los enemigos que tenía el club. El resultado, desgraciadamente, siempre ha sido el mismo. No obstante, y aunque no me congratulo por ello, el tiempo ha terminado por darme la razón.
Hoy es un buen día para recordar que la última vez que escribí sobre el club de nuestros amores, me llovieron hasta amenazas de muerte. Desde entonces he usado mi pluma para otros menesteres pero, aprovechando la ocasión, quiero decir que jeque no significa venerable anciano sino jaque mate. Lloremos.

Sergio Calle Llorens

miércoles, 17 de junio de 2015

EL MATRIMONIO


Yo no estoy en contra del matrimonio gay por homosexual sino por matrimonio. Nadie en su sano juicio querría vivir en una institución que, en la mayoría de los casos, parece psiquiátrica. Mis familiares, muchos de ellos con muchas décadas de casorio a sus espaldas, me entienden divinamente. El himeneo me parece una idea de lo más absurda y habría que abolirla para que nadie tuviera tentaciones de caer en ella.
A veces me detengo a contemplar esas parejas en el desayuno presidido por un silencio sepulcral. Cada uno a lo suyo; una ligera lectura del articulista favorito. Una ojeada rápida al móvil. Una mirada furtiva al objeto de deseo que se pasea cerca con ganas de guerra. Cualquier cosa antes de volver a escuchar al esposo o esposa del que conocen todo lo habido y por haber. En esos momentos que analizo la escena, pienso en los millones de personas que están hasta el moño de sus parejas. Empero, la gran mayoría sigue con la farsa por miedo a la soledad, o al temor de no encontrar a nadie que le riegue la hierbabuena de forma efectiva. Ambos pensamientos me producen hilaridad. Primero porque todos los que se asustan por el aislamiento, no se dan cuenta de que en realidad tienen pánico a enfrentarse a ellos mismos. Yo encuentro mi compañía de lo más grata y, como desnudo gano mucho, el espejo siempre me lanza señales positivas. En segundo lugar, encontrar hoy pareja de baile en el tálamo es tan fácil como tomar el metro.
Personalmente mis relaciones con las mujeres tuvieron siempre un marcado interés sexual. Hoy mi apego a las señoras responde a una inclinación meramente provenzal del término. Intento imaginarlas a la luz de las velas ligeras de ropa y ojitos de cordero. De esas ensoñaciones nacen algunos poemas anémicos pero nunca deseos de bodorrio. Es tal mi desapego al matrimonio que cuando veo a una pareja, normalmente formada por dos jovencitos, caminando de la mano y viendo escaparates, los imagino en diez años a grito pelado. Y es que es un hecho que se divorcian cuatro de cada cinco parejas y, que lejos de desanimarse, el personal vuelve a insistir con el tema de las nupcias.
Pudiera ser que en el asunto de los esponsales hubiera atenuantes que yo, con mi escasa sabiduría, haya pasado por alto. No obstante en mi defensa puedo argumentar que siendo un hombre al que le gustan las cosas tangibles, la institución del matrimonio es un ataque en la línea de flotación de la felicidad de cualquiera. No es una opinión, es un suceso demostrado científicamente. Habrá excepciones, que yo no lo dudo, pero no son de este mundo.
Como buen liberal puedo aceptar que el resto de monos al que llamamos humanidad esté por el matrimonio. Al fin y al cabo, cada uno se suicida como le viene en gana. Lo único que trato de decir es que en esos libros tan sesudos de “Educación a la Ciudadanía” debería incluir un capitulo que tratase cómo divorciarse y no morir en el intento. Tal vez entonces tengamos a más gente dispuesta a gritar cuan si fueran el mismísimo William Wallace; FREEDOM.

Sergio Calle Llorens

martes, 16 de junio de 2015

LA MODERACIÓN


Si entendemos la moderación como la templanza en el comportamiento, la verdad es que en España la mayoría camina por el peligroso desfiladero de la radicalidad. Si aceptamos que la mesura es el ajuste de lo que se considera excesivo, entonces una gran parte de nuestros compatriotas sólo aspira a ajustar la soga del adversario político.  Comenzaron pidiendo empalar y terminaron llegando a las instituciones. Se iniciaron con una escalada de improperios para descender a los infiernos de la guasa sobre el holocausto. Por otra parte, la oposición a los radicales bolivarianos intenta sacar rédito político pidiendo cabeza no vaya a ser, dicen, que sean sus testas las que cuelguen en el futuro de los puentes del Manzanares.  Sea como fuere, la realidad es que en la vieja piel de toro se está cociendo un odio a fuego lento que amenaza con quemarnos a todos.
A los Llorens, que somos una raza andarina, siempre nos ha gustado caminar para contemplar esos cielos límpidos en el nocturno. Lejos del extremismo por la querencia de un poner un paso detrás de otro, nos consideramos gente que respeta y es respetada. Incluso dejamos vivir tranquilos a los musulmanes en paz para que puedan subyugar a sus mujeres, siempre y cuando, no sean las nuestras. Mi vecina inglesa, poco amante de los hombres, afirma ser una señora muy radical en la defensa de los derechos de los animales. Empero, luego se muestra muy amable con los lugareños a la hora de entablar conversación en la noche. Incluso una vez la oí afirmar con su acento cockney que era gran creyente de la magia. Y do fe porque si nos atenemos a su pelo recogido en una coleta de pelo blanco, a sus gafas y a sus dientes, la súbdita de su graciosa majestad es calcada a Juan Tamarit.  Es más, alguna vez he estado tentado de pedirle que me enseñara un truco de cartas.
El ejercicio de la templanza es algo muy recomendable. La práctica del respeto hacia nuestros semejantes es una virtud que, muy probablemente, nos hace a todos mejores individuos. Cosa diferente, por supuesto, es aguantar la compañía de aquellos que practican la abstinencia alcohólica de forma contumaz. También es harina de otro costal  soportar a esos que ejercen la frugalidad como si fueran jilgueros. En el seno de mi familia se suele comentar que los ajenos al  mejor yantar, no saben hablar de nada y en consecuencia jamás practicarán con gracia el arte de la coyunda.  Dicho de otra manera; son personas que nos despiertan el mismo interés que la vida sexual del somormujo. Con esta gente, los Llorens somos ciertamente talibanes.
El ascetismo no va con nosotros, gentes que amamos una cocina arcaica y mediterránea que aplaque todos nuestros deseos  de manducar.  Y todo regado con buen vino. Tampoco aceptamos la contención cuando toca demostrar los sentimientos aunque, bien pensado, el odio hacia los demás no está contemplado. Ni siquiera hacia aquellos que roban a manos llenas. En cualquier caso, cuando se tiene la barriga media llena y la cabeza amueblada de viejos libros, es más fácil mirar y ver claramente. Por eso, sabíamos, y sabemos, que la izquierda radical va camino del más espantoso de los ridículos Sencillamente su odio, su falta de talento y sus múltiples desvaríos les llevarán a darse con el mismo muro de Berlín que tanto trabajo nos costó derribar. El odio nunca conduce a nada bueno, especialmente a aquellos que viven instalados en la cultura de la queja permanente. Pobres criaturas que desconocen que 1931 queda tan lejos como el bautizo de Carmena cuyas huestes si no son primos hermanos de Adolf Hitler, lo disimulan muy bien. 

Piensen que la moderación implica serenidad, sosiego, sensatez, virtud, ponderación, honestidad, amortiguamiento y, la evidencia es que los que han ayudado más a apura al poder a los radicales- ¿verdad García Ferreras?-  trabajan en la Sexta y en Cuatro. Se llaman moderadores siendo, en realidad, extremados que abusan de nuestra bendita moderación.
Sergio Calle Llorens

lunes, 15 de junio de 2015

LA MORAGA


 En pocas lunas arribará, al fin, la mágica noche de San Juan. Y a esta orilla del mediterráneo recrearemos una vez más ese viejo rito ancestral del agua, la noche y el fuego. Si el mar es un medio excelente para envejecer el vino, las aventuras junto a la patria salada rejuvenecen el alma aunque a veces el peso de la nostalgia nos haga andar como si lleváramos 900 vidas encima. Esas moragas en las que los malagueños, indefectiblemente, nos hemos enamorado y emborrachado. A veces es difícil distinguir la diferencia entre ambas acciones. Experiencias esenciales que guardamos en algún rincón del ático de la memoria.
Mujeres que dejan que los rayos plateados de la luna bañen sus cuerpos ya por sí bellos y suntuosos en la orilla. Tal vez algún beso robado junto a esa jábega cuyo ojo en la proa dicen, se abre  para ser testigo de esos amoríos nacientes. Los acordes de una guitarra que compite con el rumor de las olas. Unas estrellas que parecen guiñar sus ojos a los bañistas. Unos espetos que se van haciendo en la lumbre. Los Juas resignados a su suerte y las damiselas pidiendo deseos en la medianoche. La suposición de barquitos y peces. Un cuerpo desnudo que sació toda mi sed adánica. La mar que enseña música a conciencia de una forma pausada y distinta. Un desembarco en la isla de la sabiduría, que como decía Sócrates, sólo se alcanza navegando en un océano de aflicciones.   Y la madrugada avanza inmisericorde buscando el amanecer que enfría hasta a los cangrejos.
La moraga, creo, es mucho mejor cuando se realiza en una pequeña cala ajena a casi todo. Y muy especialmente alejada de la misma noche de San Juan tan multitudinaria en los últimos años. Empero, es acercarse ese momento mágico y en el nocturno los recuerdos me acechan,

Noche de moragas. Madrugadas mediterráneas de mitos, leyendas y antiguas civilizaciones. El agua como elemento de cultura que vertebra la existencia. Junto a la biznaga siempre me pregunto cómo celebran la noche de San Juan las ciudades sin mar. Cómo se puede vivir alejado de esta inmensidad marina. Y avanza la noche y crecen mis dudas. Mi única certeza, confieso, es haber tenido la inmensa fortuna de haber nacido a tres cañas de estas olas que lo engloban todo.  Muy pronto arriba el verano y la dama de noche me ofrecerá sus efluvios mientras contemplo un cielo abuhardillado de estrellas.

Sergio Calle Llorens

domingo, 14 de junio de 2015

¡SEAMOS!


Las hordas han tomado Madrid, Barcelona, Valencia y Cádiz entre otras poblaciones emblemáticas. En la capital del Turia tiempo les ha faltado para retirar la bandera de España. En el Foro un se descubre que los de Podemos no sólo son amigos de ETA sino que, encima, se mofan de sus víctimas y del mismísimo holocausto judío. Y en la Ciudad Condal Colau se viste de proceso. Ya se han quitado la careta. Ya no hablan de escraches, ni de procesos constituyentes, porque su democracia sólo se entiende cuando ellos toman la vara de mando.
Nuestra repuesta ha de ser clara y simple ser lo que siempre fuimos; seamos Irene Villa con su fuerza y amor por todos nosotros. Esa bella mujer capaz de expresar en un simple mensaje que es infinitamente mejor que todos los concejales electos de la izquierda; “me llaman la mujer explosiva”. Unos simples caracteres que demuestran, sin duda alguna, su superioridad moral con respecto al PSOE capaz de pactar con Bildu en Pamplona o con cualquiera para retomar el vergonzante pacto del Tinell. Por no hablar de todas esas concejalas vestidas con look batasuno y con los muslos sin depilar. Seamos Israel, el verdadero dique que nos protege de las hordas bárbaras. Seamos soldados viejos de los Tercios de Flandes que, aunque rodeados e inferiores en número, sabe mantener filas las prietas esperando al enemigo. Seamos defensores de la decencia. Y eso incluye vetar las cadenas de televisión como la Sexta y Cuatro que presentan una imagen apocalíptica de España. Seamos intolerantes con gentuza como Alberto Garzón que afirma que Venezuela es una democracia plena. Seamos inexorables con esa arraigada costumbre patria de fusilar a los disidentes. Seamos obcecados y beligerantes con los enemigos de las democracias occidentales. Seamos tozudos en la defensa de Europa frente al asalto islámico. Seamos tercos en presentar a la izquierda radical como una pandilla de tarados que tiene una guerra incivil en la cabeza.
Pertenecemos a un club selecto de personas inteligentes que cree en la libertad con mayúscula. No volvamos a olvidarlo. Un club cuyos miembros se caracterizan más por el amor y nunca por el odio. En definitiva somos mejores y, sin ningún tipo de dudas, vamos a demostrarlo. La batalla empieza ahora. Seamos y ganaremos.

Sergio Calle Llorens

viernes, 12 de junio de 2015

¡A LA CALLE!


En un pequeño pueblo junto al mediterráneo se ha inventado una nueva manera de echar a los trabajadores de una empresa; por whatsapp. El lumbreras que ha patentado la formula demuestra, además de su enorme cobardía, el escaso juicio que posee. Huelga decir que yo fui el individuo que sufrió la afrenta y, no puedo dejar escapar la oportunidad de retratar esa curiosa instantánea de mi vida.
Creo que en una compañía debe regir una jerarquía mínima que permita, en la medida de lo posible, que la cosa fluya de forma organizada. Por eso, siempre acepto cualquier decisión, incluso la de mi despido, porque la dirección con razón, o sin ella, debe mirar por el futuro de la empresa. De tal forma que me he ido como llegué; sin hacer ningún ruido y dejando a la criatura con un 31% más de estudiantes gracias a mis grandes dotes de enseñante. Y todo en época de gran crisis económica. Si el fracaso es no intentar nuevos desafíos por el miedo a la derrota, el despido hay que medirlo por los resultados económicos que uno ha aportado a la sociedad. Y el balance positivo es evidente. En los casi cuatro años que he estado en este proyecto educativo, un 99,99% de mis estudiantes han disfrutado y aprendido de mis conocimientos. De un centro sin apenas estudiantes se pasó, y en muy poco tiempo, a unos excelentes resultados. Para lograrlo, dejé de hacer esas estúpidas pausas que el director había impuesto porque, entre otras cosas, él mismo no soportaba estar demasiado tiempo en las aulas. Lo segundo fue aplicar un sesudo programa de enseñanza basado en la excelencia. Es justo reconocer también que tuve que arreglar los desaguisados de Román- el jefecillo- cuyos conocimientos gramaticales compiten con los del Mocito Feliz. Por lo tanto, sus razones para el despido son sinrazones.
En verdad, clama al cielo que un tipo con escaso talento para las lenguas cree un centro de idiomas. Luego estaba su incapacidad para tratar con los clientes y, como no podía ser de otra manera, con todo el mundo iba chocando el muchacho. Para arreglar el desaguisado, supongo, tiene a su mujer haciendo todo el trabajo mientras él, créanme, se dedica a curiosear por las páginas de los diarios deportivos. De todas formas, siempre es de agradecer que las personas menos inteligentes, como es su caso, deleguen el trabajo en aquellos que somos muy superiores de mente. Empero, él sufre de ese mal tan nacional que es la envidia y de ahí que nunca deje de que los demás puedan demostrarle cuán equivocado está.
Junto a su escaso ingenio se concentra unos niveles de roñería incalificables. Para muestra el siguiente botón; en las visitas culturales entregaba, y muy a su pesar, diez míseros euros por seis horas de trabajo que, tras pagar la entrada del lugar en cuestión y el transporte-metro o autobús- se quedaba en menos de dos euros. Por esto, y otras muchas cosas, tiene al personal en situación levantisca. Para evitar motines a bordo, organiza charlas de grupo para hacer equipo en las que demuestra  ser un pésimo vendedor de aspiradoras. Como suele pasar en las desgraciadas tierras del sur, el gamberro es una persona comprometida con la izquierda meridional y, tal vez por ello, practique todo tipo de engaños.
En cualquier caso, como ya les adelanté yo a la pareja de cacatúas, este iba a ser mi último año trabajando en su empresa. Así que la noticia de mi cese, tras la sorpresa inicial, ha dado pie a una enorme felicidad porque me concede la libertad que, como siempre digo, es levantarse cada mañana sin tener que estrechar la mano de aquellos a los que detestas.  Se abre ante mis ojos un futuro esplendoroso. Y cuando uno de ellos venga para suplicarme un “´sálvame”, pondré automáticamente Telecinco.

Sergio Calle Llorens

miércoles, 10 de junio de 2015

EL CLITORIS


Observando la miríada de movimientos de pactos postelectorales bajo ese ritmo irregular de la naturaleza humana, comprendo que el público se sienta más fascinado por el himen reconstruido de Leticia Sabater que por las prácticas orales de los candidatos. Habría que recordarles que, además de la importancia del virgo, no lejos de allí se encuentra el mayor de los tesoros femeninos; el clítoris que viene del griego “kleitoris”y  significa montaña pequeña. Colina apetecible para aquellos que amamos a la mujer y, detestamos la montaña rusa de la política basada en el latrocinio. Nadie puede culparnos y, mucho menos en Andalucía donde de las ayudas de comedor que no se conceden, pasamos a las becas de los candidatos socialistas a las alcaldías de Málaga, Granada y Huelva a cargo de los fondos de reptiles. Debe de ser tan sensual reptar hasta la caja de caudales que cierta víbora se ha convertido ya, con membrana o sin ella,  en multiorgásmica.
El clítoris es la llave del placer en las señoras y, no hay nada más heroico que luchar hasta el final por el clímax de una dama. Leticia se reconstruye el himen y, los votantes embelesados se olvidan de reedificar el pensamiento crítico con los corruptos de cualquier signo. Tal vez, con el paso de muchas lunas se topen con la cordura. Les recuerdo que las coincidencias existen.  Yo mismo he descubierto, tras tres largas décadas de exploraciones anatómicas, que el Punto G lo tenía la vecina.
España se ha convertido en un país balcánico cualquiera que vive  una intranquilidad permanente. La política oscila entre vigorosos proyectistas y políticos que parecen koalas agarrados a su árbol por temor a caer al suelo que pisan “los ciudadanos”.  Una parodia de la democracia con música de Tamara como banda sonora. Y claro,  triunfa el himen de Leticia y de toda petarda que decida vender públicamente el usufructo peludo o afeitado. Cualquier cosa antes de escuchar a los de IU hablando de presupuestos participativos, cuando la realidad es que en todos los países que gobiernan sólo los comunistas pueden participar. Cualquier evento antes de recordar a Rajoy repensando, tras leer el Marca con avidez,  su estrategia de comunicación.  No descarten que un día de estos elija a Tomás Roncero como portavoz del gobierno.  Cualquier asunto antes de ver a Felipe González en Caracas defendiendo a los presos políticos de allá mientras, Dios dame paciencia, su partido se dedica a pactar con la muchachada de Podemos responsable de convertir a Venezuela en el coño de la Bernarda.

Dejemos pues que el populacho se entretenga con la recién estrenada virginidad de la otrora amiga de los niños. Total, así concentrados en el himen de la susodicha, olvidan que aunque la cosa está difícil, Leticia lo tiene chupado.

Sergio Calle Llorens

viernes, 5 de junio de 2015

UNA NOCHE MÁS


Una buena copa de vino blanco acompañada de una lubina ejemplar y todo, junto al mediterráneo que interpreta un solo de violín en medio de la quietud de las jábegas. Sí, esas olas conducen a la dispersión y a un ritmo lento de vida. A pesar de las viandas que nos acompañan, hablamos de carne de ciervo, de cinegética y de lo extremadamente raro que se hace ver una perdiz mediterránea en nuestros montes. Parece verdad aquella máxima de la física que afirma que la energía no se crea, ni se destruye, sino que se transforma. Una realidad que llevada al campo de la naturaleza, podría ser que el hombre incluso cuando crea, no transforma nada sino que destruye lo que hay. Esos campos fumigados para tener frutas todo el año que traen, además de grandes beneficios, muchos casos de cáncer. Mi interlocutora me pide hacernos ecológicos con el cultivo de un huerto del que comamos todo el año.
Una vez terminada la lubina vienen unas coquinas malagueñas justo cuando el cielo se va cubriendo de un bermejo espectacular. Creo que a los alimentos que comemos ahora le pasa lo mismo que la literatura de Pla. Esa que fue traducida del catalán a la misma parla, quitando esas expresiones que al patético traductor le parecían menos vernáculas y, para más INRI, luego esos textos eran retraducidos al español. Así que uno no sabe a quien collons está leyendo uno. Y con la comida, obviamente, pasa lo mismo  ya que la lechuga sabe a pepino y el conejo a boniato. Cualquiera sabe qué estamos manducando. El  traductor del genio del Ampurdán olvidó que éste reflejaba la forma en que hablaba la gente en la calle, los agricultores por su parte que son de poca rúa, han ignorado los gritos de la naturaleza para que se la respete.
Viendo la vida pasar junto al rompeolas con la canción triste del mar como banda sonora. Y conversando sobre escritores malditos y escritos prohibidos de la que tanto sabe Toledo, la capital de la España Imperial. La profesora de literatura me desvela que todo lo que sabemos de la vida de Poe es falso, incluido su afición por el alcohol al que tenía intolerancia. Se sospecha de que fue su enemigo el que escribió su biografía basada en unas cartas que él mismo falsificó. También me cuenta que sigue siendo un misterio la estancia del autor de El Cuervo en el hospital. Sea como fuere, el enigma de ese autor norteamericana nos dura hasta los postres que vienen en forma de tarta de chocolate.
Supongo que, al margen de la paternidad, la literatura ha sido la única zona templada de mis estaciones. Un lugar en el que vivir múltiples roles. Una forma, como otro cualquiera, de hacerme mejor persona y, tal vez, hasta más culto. Una vibración intelectual muy poderosa que ha llamado a mi puerta todas las noches. Si cada página de mi vida es un recuento de mis llagas emocionales, cada cuartilla corresponde a miles de pensamientos donde no cabe ningún réquiem. Una tonada de vida para entender la existencia cuyo último peldaño es la muerte.

Bebemos champán francés a dos cañas de la pequeña gruta donde luce la Virgen del Carmen, patrona de los hombres de mar.  El cielo se va poblando de estrellas y la noche comienza a oler a biznaga. Cantan los grillos que es el mejor heraldo del verano que ya no se molesta en esconderse. Finalmente llega la hora de volver por el camino de los acantilados y, en todo momento voy acompañado de un levante vivaracho. Llego a casa con dos copas de más y dos años menos de vida. Enciendo la luz para contemplar la biblioteca y esas fotos que enmarqué años atrás. Llego a mi cama y me dejo caer en busca del sueño. A mi lado se encuentra mi hija que musita alguna cosa al abrazarse a mí. De mis ojos, vaya usted a saber por qué, acuden dos lágrimas que contienen tanta sal como la mar que tanto amo. Una noche más pero no es una noche cualquiera.

Sergio Calle Llorens

MUSEO DE LA ADUANA


Hoy no voy a hablarles de las cifras espectaculares de los museos que ya funcionan en Málaga, sino de dos que dejaron de funcionar por el capricho de la secta del capullo. Ocurrió hace 22 años cuando la familia Picasso decidió instalar su museo en el Palacio de los Condes de Buenavista. De prisa y corriendo los socialistas desmontaron el de Bellas Artes, que allí se encontraba, para cumplir con los deseos de la familia. Para hacer la gracia completa, al PSOE no se le ocurrió otra cosa que mandar las piezas del museo arqueológico al mismo destino; el Palacio de la Aduana. Allí, tras casi  dos décadas largas, ambas colecciones se podrán ver a finales de año para completar una oferta museística sin parangón en el sur de España. Y es ahora, a menos de seis meses de su inauguración, cuando el gobierno de la república bananera de Andalucía se pone a restaurar, y  a contrarreloj, las piezas y los cuadros dañados. Como si no hubieran tenido tiempo cuando, en realidad, lo que no poseen es vergüenza alguna.
Recuerdo aquel año que gritábamos por las calles “veo, veo, veo la Aduana de museo” y el gran Manuel Alcántara diera ese discurso que decía que “no estamos aquí contra nadie sino por la defensa de Málaga” y, la Junta volvió a demostrarnos todo el odio que tiene a esta tierra que es el motor económico de la región. La única donde baja el paro y tira del carro.  Mucho ha llovido desde entonces, y mucho le queda por llevar para la apertura del museo si tenemos en cuenta que para la recuperación de las obras se necesita un período máximo de siete meses. Dicho de una manera más simple para que los que votan a María Gámez lo entiendan; el 20% de las piezas del museo de Bellas Artes no podrá ser exhibido por el capricho de unos impresentables.
Creo conveniente recordar que la próxima vez que un socialista andaluz pida celeridad a esta orilla del mediterráneo, le hagamos tornar sus ojos a las tres décadas largas que nos llevan jodiendo la vida. Tras lo cual, esos miembros de La Garduña deberán recorrer Málaga de rodillas pidiendo perdón a todos los malagueños.

En cualquier caso, a pesar de todos los pesares y de todos los ataques sufridos, Málaga no puede permitirse el lujo de quejarse ni un minuto más, sino seguir perseverando en esta forma de entender el trabajo para seguir liderando del carro y, si siguen poniendo palos en las ruedas, soltar el lastre para abrazar un nuevo proyecto; el de Málaga Comunidad Autónoma. Dejemos el victimismo para los catalanes que es el ADN de los perdedores. No nos miremos el ombligo cuando podemos contemplar el azul del mar que es, como saben, tan azul como el del cielo. Luchemos para vencer con un lema en el corazón; Menos Andalucía y más mediterráneo.

Sergio Calle Llorens

miércoles, 3 de junio de 2015

LA REALIDAD

La realidad es que Felipe VI ha sido recibido con todos los honores en Francia, mientras Artur Mas debe conformarse en cada visita con el lugar reservado para los presidentes regionales franceses. El Borbón da discursos en el parlamento francés y con el de Convergencia no parlamentan ni las limpiadoras del Eliseo. La conclusión es simple; España es una nación y Cataluña  una región con  el mismo peso internacional que la Diputación de Cuenca. No hay que darle más vueltas.

La realidad es que una monja argentina se lamenta de las desigualdades en España cuando en su país las cifras de niños que sufren malnutrición pertenece al tercer mundo. Si analizamos su extraña forma de discurrir,  la hermana  parece creer que Juana de Arco era drogadicta porque murió como heroína. La mujer, que quiso meterse a monja y terminó metida en el independentismo, podría enclaustrarse en su convento que yo le llevo el pene de plástico de su amado Artur Mas para que se calme un tanto. Así demostramos, por fin, que el presidente de la Generalitat en realidad sí sirve para algo.

La realidad es que llevamos 72 días sin gobierno andaluz. Un tiempo perfecto y feliz en el que constatamos que las mujeres están más guapas y el mediterráneo luce en plenitud con esos turquesas y azules marinos que me alimentan el alma. La verdad es que han pasado muchas lunas desde las elecciones y, de momento, no han podido robar  ni un céntimo más. Un hecho realmente sorprendente, pero ya les digo muy dichoso en la patética taifa del sur. En esa en la que Sánchez Gordillo es un referente del cretinismo peninsular con su ayuntamiento quebrado y su barba llena de piojos.

La realidad es que en Venezuela hay presos políticos y, por no tener, no tienen ni papel higiénico. Y esa confirmación diaria no es asumida por la izquierda española tan papanatas y sectaria como pocas en el mundo.

La realidad es que los medios de comunicación españoles sólo informan de muertes en Oriente Próximo cuando Israel ha respondido al lanzamiento de cohetes por parte de Hamas. Hasta entonces, los corresponsales están siempre escondidos o haciendo ganchillo.

La realidad es una mujer llamada Tania Sánchez que lleva demasiado tiempo dando lecciones de moral cuando, entre otras cosas, concedió 29 ayudas irregulares a la empresa de su hermano. Ni la materialidad de su imputación ha dado paso a una mujer más humilde. Ahí la tienen con esa misma cara de odio, con esa gestualidad que recuerda a la dulzura de una hiena.

La realidad es que, a pesar de la creación de empleo en la España de hoy, las condiciones laborales son leoninas y, más que una mejora en las políticas informativas del gobierno del PP, lo que necesitamos es un gobierno liberal que nos baje los impuestos, elimine trámites burocráticos y deje, literalmente, de darnos por el ano. Y eso incluye el cese inmediato de los Ministros Montero y Wert.

Lo difícil en la vida no es tener ideas nuevas sino quitarnos las viejas de la testa que el personal apenas usa para peinarse. Abandonar esa forma tan cochambrosa de pensar. Hacer hueco al liberalismo para afrontar la vida. Eso es lo complicado. Recuerde que la realidad es todo lo contrario de lo que la mayoría percibe como cierto. La turba puede vivir en esa especie de dimensión paralela pero la existencia es ciertamente otra cosa. Y eso se lo dice alguien que, en realidad, es un genio y usted no.

Sergio Calle Llorens



SOR CITROEN

Avanzamos en la quietud de la tarde bajo un cielo atintado de uvas moscatel. Conduce una monja, a la que yo llamo cariñosamente Sor Citroen  y, a su lado, la hermana Pilar que a tenor de los años y la boca de sorpresa que siempre lleva, hubo de conocer los huevos del caballo de Espartero. Yo voy de paquete algo mareado en la parte de atrás. Le digo que me lleven al cementerio pero, como no especifico que vivo, la religiosa no para de volverse. Y que conste que no lo hace para ver si sigo tan pálido, sino porque es su costumbre a la hora de manejar el volante del vehículo. De ahí el mote de Sor Citroen. Para nuestra fortuna, nuestros ángeles de la guarda están atentos todo el camino y, gracias a ellos exclusivamente, llegamos sanos y salvos al camposanto.

Damos los pésames de rigor a los familiares del difunto. Momento que es aprovechado por Pilar para cerrar la boquita de sorpresa un tanto. Luego se viene arriba cuando Sor Citroen y yo caminamos rumbo al bar en busca de una manzanilla que me entone el cuerpo. Parece que todo el espectáculo humano le produce a la profesa un gran asombro. Eso incluye las carcajadas y los copazos de aquellos que viene a decir adiós a los finados que ya, imagino, no esperan nada de nada. Nos sentamos en una esquina donde un grupo de señoras cede educadamente la mesa a la religiosa. A veces es sorprendente observar lo que un uniforme puede causar en el pueblo llano y, más si es el de una religiosa católica. Allí conversamos sobre la vida o, mejor dicho, ellas hablan y yo escucho. No tengo el cuerpo para requiebros. Es curioso pero Sor Citroen es, a pesar de los estilos de vida tan diferentes que llevamos, la persona que mejor me conoce. Suele definirme como un soldado sensible que ama las bibliotecas. Añade que tengo algo de fiero castellano, un poco de seny catalán y un mucho de ingenio malagueño. También dice que la gente me toma cariño cuando me conoce pero que, desgraciadamente para mí, nunca me dejo. Como dijo un gran hombre, opinar es muy fácil pero lo realmente difícil es describir y yo, sigo sin encontrar el adjetivo correcto para la cara de asombro de Pilar. Y en estas que se nos hace de noche.

Conversando con aquellas dos almas candidas uno recupera la fe en la humanidad y mire que,  fe lo que se dice fe, yo no tengo ninguna en los seres humanos y espero que ellos tampoco la tengan en mí. Lo que pasa es que cuando siento la inmensa bondad de dos mujeres que, dicho sea de paso,  lo abandonaron todo para ofrecérselo a los demás, llego a la conclusión de que todavía hay gente que vale inmensamente la pena. Pudiera ser que lo único que perdura en la vida es aquello que hacemos con amor y, que todas las obras que se cometen por odio simplemente se extinguen porque nacen viciadas. Eso no quiere decir que yo vaya a renunciar a poner en la lápida de aquel infausto ex familiar Rip, Rip hurra. Al margen de esa pequeña maldad, creo que la compañía de la gente buena me hace volverme más comprensivo con el puñetero prójimo.

Mis amigas, licenciadas en psicología a pesar de todo, rebozan una alegría inmensa que yo, especialmente porque sigo aterrado por el hecho de que he de volver con ellas en el coche, no comparto en absoluto. Apostamos a que el que cuente el peor chiste paga las consumiciones; Sor Citroen cuenta uno muy malo sobre Jesucristo. La hermana Pilar nos tortura sobre uno de Rajoy y yo, gano el envite con el siguiente;

-María no aguanto más quiero suicidarme.
- Pero por qué quieres suicidarte.
- Porque soy un desgraciado.
-Paco no digas eso, yo nunca te abandonaré y siempre estaré a tu lado.
- Lo ves como soy un desgraciado.

La chanza hace que estallen en sonoras carcajadas. Sor Citroen se pone la mano en la boca intentando acallarlas y, Sor Pilar abre tanto la suya que por un momento parece que fuera a engullir la vía láctea. Finalmente salimos para acompañar a la familia del finado por espacio de una hora. Luego espera el Batmovil de la monja de ropajes negros y  alma blanca. Algún día les contaré como la conocí. De momento, sólo deben saber que llegué vivo a mi casa y, con mucha fuerza gracias a dos hermanitas de la caridad que me han dado más cariño que la mayoría en el último lustro. Vivir para ver.


Sergio Calle Llorens