Hoy no voy a
hablarles de las cifras espectaculares de los museos que ya funcionan en
Málaga, sino de dos que dejaron de funcionar por el capricho de la secta del
capullo. Ocurrió hace 22 años cuando la familia Picasso decidió instalar su
museo en el Palacio de los Condes de Buenavista. De prisa y corriendo los socialistas
desmontaron el de Bellas Artes, que allí se encontraba, para cumplir con los
deseos de la familia. Para hacer la gracia completa, al PSOE no se le ocurrió
otra cosa que mandar las piezas del museo arqueológico al mismo destino; el Palacio
de la Aduana. Allí, tras casi dos
décadas largas, ambas colecciones se podrán ver a finales de año para completar una oferta
museística sin parangón en el sur de España. Y es ahora, a menos de seis meses
de su inauguración, cuando el gobierno de la república bananera de Andalucía se
pone a restaurar, y a contrarreloj, las piezas y los cuadros dañados. Como si no
hubieran tenido tiempo cuando, en realidad, lo que no poseen es vergüenza
alguna.
Recuerdo
aquel año que gritábamos por las calles “veo, veo, veo la Aduana de museo” y el
gran Manuel Alcántara diera ese discurso que decía que “no estamos aquí contra
nadie sino por la defensa de Málaga” y, la Junta volvió a demostrarnos todo el
odio que tiene a esta tierra que es el motor económico de la región. La única
donde baja el paro y tira del carro. Mucho
ha llovido desde entonces, y mucho le queda por llevar para la apertura del
museo si tenemos en cuenta que para la recuperación de las obras se necesita un
período máximo de siete meses. Dicho de una manera más simple para que los que
votan a María Gámez lo entiendan; el 20% de las piezas del museo de Bellas
Artes no podrá ser exhibido por el capricho de unos impresentables.
Creo
conveniente recordar que la próxima vez que un socialista andaluz pida
celeridad a esta orilla del mediterráneo, le hagamos tornar sus ojos a las tres
décadas largas que nos llevan jodiendo la vida. Tras lo cual, esos miembros de
La Garduña deberán recorrer Málaga de rodillas pidiendo perdón a todos los
malagueños. En cualquier caso, a pesar de todos los pesares y de todos los ataques sufridos, Málaga no puede permitirse el lujo de quejarse ni un minuto más, sino seguir perseverando en esta forma de entender el trabajo para seguir liderando del carro y, si siguen poniendo palos en las ruedas, soltar el lastre para abrazar un nuevo proyecto; el de Málaga Comunidad Autónoma. Dejemos el victimismo para los catalanes que es el ADN de los perdedores. No nos miremos el ombligo cuando podemos contemplar el azul del mar que es, como saben, tan azul como el del cielo. Luchemos para vencer con un lema en el corazón; Menos Andalucía y más mediterráneo.
Sergio Calle
Llorens
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