A estas alturas yo no pido a nadie la grandeza del estilo de
Tácito, ni siquiera el buen hacer de Adolfo Suárez, pero al menos, digo yo, que
un poco de decencia a la hora de exponer los argumentos no les vendría nada
mal. Además de exponer las cosas con confusa argumentación, parece, y mucho, que la política de estas gentes oscila
entre el energumenismo y la cháchara de café. Con sus formas y sus
declaraciones intentan crear una intranquilidad permanente y una inseguridad
constante. Todo para lo de siempre; abrir un proceso constituyente que culmine
en la III República
española. No crean que sería una democracia liberal sino una de carácter
bolivariano con chándal incluido. En este punto habría que recordar que hace no
mucho tiempo cualquier información de El Mundo, era considerada falsa porque
venía de un medio al que consideraban enemigo desde el punto de vista ideológico.
¡Coses veredes Sancho!
En teoría la idea de la III República no es tan mala,
es peor porque, como les he dicho en innumerables ocasiones, no es el
envoltorio sino el contenido lo que importa. Y el fondo del nuevo régimen sería
ciertamente reaccionario. Todo comenzaría con una constitución ideológica y,
como todas ellas, no funcionaría, porque éstas nunca han funcionado en ningún
país. El mundo está saciado de páginas teóricas en las que el ejercicio del
control de los gobernantes es papel mojado. Media España convertida, otra
vez, en enemiga de la otra media. Basta mirar a la patética Venezuela de hoy
para darnos cuenta de lo que sería nuestro sangriento futuro.
La economía, el turismo, las artes, la cultura y todo lo demás
no se pueden parar porque algunos siguen viviendo anclados en 1931. Recordemos
de que dentro de 17 años nada más, se cumplirá el aniversario de ese mal sueño
que fue la II República.
Casi todo se ha dicho ya de ese capítulo breve de nuestra historia. Por lo
tanto, creo que los zagales que con tan ahínco nos dan a diario el coñazo con el tema, se creyeron, y a pies juntillas, las papanatadas de
sus abuelos cebolletas. Es su problema. Miremos los demás al futuro. Y esto lo escribe alguien cuya madre
escapaba de Málaga por la carretera de
Almería bajo las bombas de los nacionales. Dejemos las pesadillas atrás de
una puñetera vez y, ya de paso, metamos al trapo tricolor en las vitrinas de
los museos de historia. Un lugar donde habitan todos los fantasmas. Incluidos los de los simpáticos elefantes.
Sergio Calle Llorens