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martes, 4 de marzo de 2014

OPERACIÓN MALMSTRÖM

Cecilia Malmström eligió Twitter para criticar la actuación del gobierno de España en Ceuta con el asunto de los asaltos en la frontera. Algunos apuntan a que las furibundas críticas se deben a la influencia de su asesora Anna Terrón del PSC. Una mujer que defiende un modelo alejado del control de fronteras y más basado en la regularidad, vinculado con el mercado de trabajo y que fomente la integración. Otros, en cambio, señalan la proximidad de las elecciones europeas como la causa que ha movido a la sueca a buscar protagonismo a costa de los inmigrantes. Es excepcional la dureza de las críticas porque, entre otras cosas, la nórdica calló como una puta cuando murieron 350 inmigrantes en Lampedusa.  Sea como fuere, yo tengo alguna cosilla que decir al respecto.

He leído innumerables editoriales y reflexiones, a cual más sesuda, sobre el asunto de la inmigración. De momento, sólo se me ocurre que ni el multiculturalismo anglosajón, ni el racismo escandinavo y, mucho menos el laicismo de la escuela pública francesa ofrecen ningún resultado positivo para acomodar a los recién llegados a Europa.  Por tanto, quiero decir que desconozco cual es la solución que se debería aplicar sobre el tema. No obstante, soy de la opinión que la sangre africana podría servir para regenerar una raza tan degenerada como la española- si es que se puede hablar de raza a estas alturas- con tanto descerebrado que vive a costa del contribuyente. Dicho de otra forma, prefiero de presidente de Andalucía a una buena senegalesa antes que a  Susana Díaz.

Por todo ello, lanzo mi propuesta al gobierno de España con la esperanza de que la haga suya; Vayan al Monte Gurugú a entrevistarse con los africanos, pacten con ellos un asalto de madrugada y a gran escala. La policía española hará como si intenta impedirlo pero en plan falso, como un programa de Jordi Évole. Consumada la entrada, todos los africanos se presentarán en los centros de internamiento donde, tras pasar por los pertinentes reconocimientos médicos, se les entregarán a todos, y sin excepción, permisos de residencias. Cumplimentado todo el proceso, los africanos serán embarcados en buques de la Armada cuyo destino será la costa de Suecia. Una vez desembarcados en lanchas, esos 30.000 africanos podrán comenzar una nueva vida en el paraíso nórdico.

Estoy convencido de que las gafas de Cecilia Malmström no tienen incorporada visión telescópica como los ojos de Superman y, por tanto, no puede ver la realidad de Ceuta y Melilla. Así que vamos a acercarle un poquito a esa pobre gente para que la trate en persona. Al contrario de lo que se puede pensar, el Reino de España se ahorraría con este plan de “integración” muchos eurillos y, a pesar del escándalo que conllevaría, les puedo asegurar que todos los países nórdicos tardarían en mandar dinero para controlar las fronteras españolas del sur, lo mismo que Cecilia en abrir la boca y decir una chorrada cada mañana.

A la operación la llamaríamos, como no podría ser de otra manera, Malmström. Ya me estoy imaginando a los africanos desembarcando en las playas suecas y a los infantes de marina formados en la cubierta del Juan Carlos I cantando una salva marinera en honor a las suecas que siempre han disfrutado con nuestras cosas, y  también a las que, como demuestra el careto de Cecilia, necesitan años de revolcones en las playas de Torremolinos para sacarlas de la amargura.


Sergio Calle Llorens

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